Colombia de capos
Gustavo Enrique Ortiz Clavijo
La historia de un país como éste se ha construido a punta de líderes que desbordan su rol social y vienen a convertirse en ídolos o capos de los entramados simbólicos colombianos. Podría escudriñarse un halo negativo al término pero la Real Academia de la Lengua me protege en su tercera definición, «Persona con poder y prestigio o muy entendida en una determinada materia». Claro que valdría pensar que nosotros mismos permitimos que "hagan lo que fuera necesario" para seguir siendo nuestros ídolos o líderes, que utilicen la mafia de sus influencias, en pocas líneas que el país respire entre capos.
Desde las materias más alegres como el fútbol o la música, hemos visto eso. La oscuridad que rodeó a nuestra Selección Colombia en el Mundial de USA 94 con un muerto a cuestas, como Andrés Escobar, reveló que esta colectividad del fútbol está maniatada por apuestas de hombres en el anonimato. Caso Cerrado - como muchas cosas en Colombia. Óscar Acevedo en una columna en EL TIEMPO del 5 de mayo sobre Juanes, Shakira y Juan Pablo Montoya -capos buenos de nuestra vida diaria- concluye que «Las donaciones son magníficas, pero, para bajar el cielo de las alturas, vale la pena participar en proyectos locales y "ponerse los audífonos" de la realidad nacional.» Los capos gobiernan en sus materias para sí mismos, pero no para los demás, y eso ha sido una veta evidente desde los que han gobernado, aunque Sabas Pretelt me saliera a desmentir con cifras del ecuánime sistema nacional de Estadísticas - o Dane. Nuestros capos buenos donan algún dinero para la gente que lo necesita, pero son incapaces e impotentes para hablar sobre los amañamientos del poder y las verdaderas causas de la realidad reality de Colombia. Los capos malos, piensan siempre en reelegirse.
Pero tenemos que poner en duda la efectividad del ejercicio de gobernar por parte de nuestro capo presidente, Álvaro Uribe. Algo que le duele al país, que ha llegado ser una herida abierta e imporesionante son la cantidad de secuestrados por parte de la envejecida -e infame- guerrilla. Éste capo guarda la misma dignidad fracasada para agilizar un cambio humanitario como cuando perdió la primera batalla con la guerrilla en el caso de su señor padre. No se puede estandarizar los sentimientos del pasado de una persona y que lo asuman de la misma manera tantas familias que se han ido desilusionando del país, Colombia ha creado pueblos nuevos de personas que dificilmente volverán a pisar una ciudad.
Las retenciones masivas de un avasallador Plan Patriota y la noticia de los microchips en recientes días, me aseveran que el señor capo Uribe, piensa en Colombia como una gran cárcel. Alfredo Molano en su columna del 7 de Mayo en EL ESPECTADOR reflexiona en torno a ella lo siguiente: «La arrodillada y lambona iniciativa del señor Presidente se usa ya en EE.UU. para ponérsela a reos que salen de la cárcel a visitar a su mujer. Refleja, sin lugar a rectificaciones, la imagen que Uribe tiene de sus gobernados: delincuentes. Y, por supuesto, la que tiene en mente para el país: una enorme cárcel». Las retenciones masivas no se sostienen en sus sospechas, demasiada gente, de condición humilde, han pasado este trago amargo, pero de cierta manera la justicia les ha devuelto su dignidad, más nunca la confianza de los otros. ¿Dónde están acaso los cabecillas de la insurgencia en las cárceles?... la plata de la educación de nuestro futuro se ha ido en armas, y de ci erta manera la valerosa confesión investigativa por parte del Procurador General de la Nación sobre la educación en Colombia nos lo demuestra, por más que a Cecilia María Vélez White le remuerda su agenda.
El informe de la procuraduría reza «El gasto nacional promedio por alumno de educación preescolar, básica y media, en pesos constantes de 2003, crece entre 1995 y 2001 al pasar de $794.720 a $1.061.804. En los años 2002 y 2003 desciende y en 2004 presenta un ligero ascenso sin llegar a recuperar el valor de 2001 pues apenas alcanza la cifra de $962.468.».
Ésto sin focalizar los problemas de la población en zona de conflicto, grupos étnicos y grupos desplazados. Nos queda entonces claro que las posibilidades de superarse de la gente se relegan a esos capos, que han constituido un para-estado o un estado-insurgente. Las herramientas de generar competencias ciudadanas y académicas quedaron cortas y se comprueban con un ejercicio simple, la cantidad inmensa de tarjetones mal utilizados, por lo tanto nulos, en las elecciones de Congreso.
Ya hace un mes, cuando se vieron por varias ciudades, carteles con la foto del viejo y clásico capo, Pablo Escobar Gaviria-presidente, sólo podrían denunciar una verdad clara, el sueño de un capo oscuro se ha realizado en manos de un capo más oscuro, Álvaro Uribe, que ha convertido al país en una cárcel, en su propia "Catedral".
¡El terrorismo ahora es de una torpeza tal, que elige presidentes!
PD. ¿Cómo fue posible que un ahijado histórico de los Estados Unidos, como Puerto Rico, cayera en una quiebra severa y endémica? Eso sólo se puede entender como deslealtad familiar por parte de Bush.
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