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Casa de José A. Ricaurte y Rigueiros, Bogotá


Fondo Monetario Internacional

No hay para qué sentarse a esperar

los sepultureros han llegado

son doctores respetables

cuyo único defecto consiste

en querernos matar.  

 

 

EN ESTA HOJARASCA

José Antonio Ricaurte y Rigueiros

 
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  • Ejemplar #5.5, noviembre 30 de 2004  

     

    José Antonio Ricaurte y Rigueiros

     

    A doscientos años de su muerte, comulgamos con la hostia santa de su recuerdo

    Mario Lamo Jiménez

     

    La historia de Colombia es una historia paradójica, en vez de ser la historia de la memoria, es la historia del olvido. Olvidadas están las masacres cometidas por los conquistadores que llegaron a arrasar campos y almas con espadas y cruces; olvidados están cinco siglos de genocidio cometidos por las oligarquías criollas para mantener su poder y sus privilegios de clase, y olvidados están nuestros héroes, cuya sangre se regó por obtener una independencia de España, que doscientos años más tarde más que independencia parece colonialismo bautizado con otro nombre.

     

       Devolverle la memoria a un pueblo no es nada fácil, especialmente cuando sus gobernantes luchan diariamente a través de los medios masivos de distracción para que la gente no se recuerde ni de lo que pasó la semana pasada, y mucho menos de lo que pasó hace doscientos años. Y este año se cumplen 200 años de la muerte de José Antonio Ricaurte y Rigueiros. La sola mención de su nombre dejará fríos a la mayoría de los colombianos, quienes seguramente sabrán muy bien quién es Michael Jackson o el Pato Donald, pero se alzarán de hombros ante la mención de dicho nombre. Y no los culpo por ello. Las oligarquías no quieren que se sepa de los héroes que murieron peleando por una causa: la libertad del pueblo colombiano. Hoy, 200 años más tarde Colombia sufre de amnesia y es esclava de un nuevo amo extranjero.

      

    Hace más de 200 años que Antonio Nariño tuvo la osadía de traducir del francés un documento verdaderamente subversivo, se llamaba "Los Derechos del Hombre". Para los españoles de aquella época, nosotros ni éramos hombres ni teníamos derechos. La Corona de inmediato puso preso a Nariño por subversivo y su vida estaba en juego. Sólo una persona, de todos los abogados de la época, se atrevió a defenderlo a sabiendas de que con ello estaba firmando su propia sentencia de muerte: su cuñado y co-conspirador en las tertulias libertarias que tenían lugar a avanzadas horas de la noche en la Santafé de aquella época: el abogado José Antonio Ricaurte y Rigueiros, tío del héroe de San Mateo, Antonio Ricaurte.

    De origen cantábrico, los Ricaurte habían derramado mucha sangre y entregado muchas vidas en la lucha de los españoles contra los invasores romanos. Casi dos mil años antes ya se habían inventado la guerra de guerrillas para pelear contra las legiones romanas y habían preferido la muerte al dominio de un invasor extranjero. Su tradición de lucha se trasladó a América, donde innumerables Ricaurtes ofrendaron su vida luchando por su nueva patria y en contra de las injusticias cometidas a diario por la Corona española. Y habría de ser un historiador y novelista, Enrique Santos Molano, quien con su obra "Las memorias fantásticas" una biografía novelada de Nariño, resucitara a este héroe olvidado de la patria. En sus dos primeros tomos, de los 7 de que constará la serie, el lector se puede enterar con más detalle de quién era José Antonio Ricaurte y Rigueiros.

    Abogado del Colegio San Bartolomé, había empezado a estudiar para ser sacerdote, como era tradición en su familia, ya que contaba con ocho tíos sacerdotes, para finalmente decidirse por la carrera del derecho. Ocupó prominentes cargos y acumuló cuantiosos bienes de fortuna. En su casa de "El Chicó" (lo que hoy lleva el desafortunado nombre de "Museo Mercedes Sierra de Pérez") se reunían los conspiradores de la época que apoyarían el Movimiento Comunero y compartirían las ideas libertarias de aquel entonces, venidas ya fueran de Francia en su lucha contra la monarquía o de los Estados Unidos en su batallar contra el colonialismo inglés.

    José Antonio Ricaurte y Rigueiros era un hombre que lo tenía todo en esta vida: riqueza, posición social, inteligencia,  una familia amorosa y un círculo admirable de intelectuales que lo rodeaba; pero fuera de eso tenía lo más valioso que puede tener cualquier ser humano: Desprecio por la injusticia y valor para luchar por sus ideales. Como perfectamente lo narra Santos Molano en su obra, las condiciones de oprobio constante a las que estaba sometido el pueblo neogranadino y los vientos revolucionarios que soplaban por el mundo, serían los elementos precisos que habrían de fermentar la chicha libertaria.

    Y a diferencia de la Colombia de hoy, muchos de los intelectuales y personas  adineradas de aquella época no eran simples lacayos de una corona corrupta y explotadora, sino verdaderos luchadores por la libertad de su pueblo. Es así que a raíz del traicionado Movimiento Comunero se empiezan a gestar la ideología y el movimiento que habrían de confrontar el dominio español en sus colonias americanas. Parte importante de dicho movimiento fueron Antonio Nariño, y su abogado, José Antonio Ricaurte y Rigueiros, que al ser aquél encarcelado, de inmediato asumió su defensa. Y la asumió como Dios manda, enjuiciando a los "jueces" que pretendían  silenciar para siempre a Nariño y con él a la causa independentista, y la asumió  a grado tal que la defensa que hizo de Nariño fue declarada por los realistas como más "subversiva" que la traducción misma de "Los Derechos del Hombre".

    Dice acerca de dicha defensa su biógrafo y descendiente, el Dr. Lorenzo Marroquín Ricaurte en su obra "Precursores: Nariño y los Ricaurte" (Bogotá, 1913):

    "La defensa, firmada en primer término por el doctor Ricaurte, es una pieza jurídica, única en su género por lo avanzado de sus ideas, la audacia del pensamiento, la nobleza de la causa, la firmeza del razonamiento y la nitidez y brillo del estilo. Es uno de esos documentos que abren una nueva era, y sobre los cuales descansa, como piedra fundamental, la libertad y la independencia del Nuevo Mundo". Y añade el mismo autor:

    "La Audiencia –dice el Consejo de Indias- en agosto de 1798 remitió testimonio de la citada DEFENSA, e informó las razones que tuvo para su procedimiento, pues se reconocería que en aquélla  se hallaban execrables errores, impías opiniones, perversas máximas, sistemas inicuos, atroces injurias a los delatores y testigos, y más reprensibles desacatos, a aquellos Ministros, cuya doctrina de semejante escrito, es AUN MÁS PERJUDICIAL QUE EL DEL PAPEL DE LOS DERECHOS DEL HOMBRE".

    Es así que la real audiencia manda a quemar "por mano del verdugo en la plaza mayor de Santafé, no sólo el original sino todas sus copias". (Lorenzo Marroquín, obra citada).

    Nariño y Ricaurte son condenados por el rey a la misma pena: prisión perpetua y confiscación de sus bienes. Ningún abogado tiene el valor de defender ahora al nuevo acusado, y José Antonio Ricaurte y Rigueiros es juzgado y sentenciado  por defender a Nariño sin saber jamás de qué se le acusaba y sin darle la oportunidad de defenderse. Es conducido al Fuerte Pastelillo en Cartagena, "primer lugar de reclusión y torturas, tanto para el Dr. José Antonio Ricaurte, de septiembre de 1795 a julio del 98, como para Nariño en los 3 últimos meses de 1795, de paso para Cuba y Cadiz ". (Citado en la obra "Don Antonio Nariño y su defensor José A. Ricaurte Rigueiros" de Julio Barón Ortega, 1977.)

    Después de innumerables vejaciones, enfermedades, torturas y traslados de mazmorra en mazmorra, José Antonio Ricaurte y Rigueiros fallece el 9 de mayo de 1804 a la edad de 56 años.

    Quien recorra las calles bogotanas no encontrará ni una placa, ni una estatua, ni un museo que lleve su nombre. La historia oficial lo ha relegado al olvido, porque a los genocidas no les interesa recordar a aquellos que lucharon contra otros genocidios. 

    No sabemos dónde quedó su cuerpo, pero sí sabemos dónde está su alma: en el pedestal más alto de la dignidad humana, donde el que muere luchando por sus principios, vive para siempre. Nuestros muertos sólo están muertos si los olvidamos. La única muerte verdadera es el olvido, y el recuerdo de la vida heroica de José Antonio Ricaurte y Rigueiros lo mantendrá con vida para siempre en la única placa, en la única estatua y en el único museo en donde vale la pena tenerle un puesto: en nuestros corazones.

    Nota: Quien estas palabras escribe honrando a nuestro héroe, lo hace rindiendo honor a su figura histórica, pero también rindiendo honor a un hombre con el que comparte además de sus ideales libertarios su misma sangre: José Antonio Ricaurte y Rigueiros fue mi abuelo, generación cinco, por el lado de mi abuela paterna.


     

    Elecciones "Made in USA"

    El extraño bulto de Bush en la espalda durante el primer debate electoral. Un experto de la Nasa asegura que Bush tenía un  receptor (obviamente de uso ilegal) para recibir las respuestas a las preguntas del debate de su maquiavélico asesor, Karl Rove.

    Hubo un tiempo, como en los cuentos de hadas, en que en la fantasía del planeta, el sello "Made in USA" quería decir que el producto era bueno. Gracias a Hollywood, miles de seres por todo el planeta crecieron creyendo en las bondades del sueño americano, "en cada plato un pollo y en cada garaje un carro". Cómo sería que hasta las elecciones yanquis se ponían ante el mundo como ejemplo de "verdadera democracia".

    Los gringos exportaban al resto del mundo mercaderías, autos y películas y de manera subliminal incluso su modo de vida. Todo esto se empezó a deshacer cuando además de sueños empezaron a  exportar pesadillas y guerras. La guerra del Vietnam rompió la imagen del coloso invencible, cuando el pueblo vietnamita logró expulsar al agresor extranjero que dejaba tras de sí más de tres millones de muertos. Pero el mito electoral continuaba…hasta que llegó George W. Bush y ante la vista de todo el mundo se robó de manera descarada las elecciones del año 2000 y fue instalado como presidente por una Corte Suprema de (In)Justicia que incluía miembros nombrados por su propio padre.

    En el año 2000 tuvo lugar el fraude electoral más grande de los tiempos modernos. El verdadero ganador de las elecciones, Al Gore, fue despojado de la presidencia por 537 votos obtenidos a la fuerza en la Florida. La Corte Suprema de (In)Justicia detuvo el recuento de votos y le entregó a Bush la presidencia en bandeja de plata. Gore había ganado a nivel nacional por más de medio millón de votos.

    Sin embargo, durante el primer año de la presidencia de Bush sigue la polémica sobre las robadas elecciones y los medios noticiosos se alistan en septiembre de 2001 a publicar los resultados de un recuento de votos que daba por ganador de las elecciones a Al Gore. Entonces llega el 11 de septiembre del 2001 y literalmente, llovida del cielo, se le aparece a George Bush la Virgen en la forma de un "atentado terrorista" que hace que todo el mundo se olvide del recuento de votos y cierre filas en torno a su "comandante en jefe". Bush aprovecha la coyuntura para lanzarse a la guerra y en base al patrioterismo, vender su imagen falsa de sheriff de Hollywood y salir a la caza, "vivos o  muertos", de los supuestos terroristas. Curiosamente, el 10 de septiembre ninguna de las 158 agencias de inteligencia, espionaje, contraespionaje, investigaciones, tortura y humillaciones de los EE. UU. sabía nada del atentado, pero al otro día, pocas horas después del mismo tenían los nombres, direcciones, fotos, pasaportes, curriculums, maletas y cartas de los "19 terroristas que había perpetrado el atentado". Quince de ellos decían que provenían de Arabia Saudita y el jefe del banda, decían que era un tal Osama bin Landen, también de origen saudita.

    Bush invade a Afganistán y a Irak para "proteger a EE. UU. contra el terrorismo" y vengar de paso la muerte de 3000 norteamericanos.

    Adelantamos la película 3 años y nos encontramos a pocos días de unas nuevas elecciones. Bush ha gastado más de 200 mil millones de dólares en la guerra contra Irak  y más de 100.000 iraquíes han muerto en una guerra injusta, condenada hasta por el mismo Papa. Bush utiliza la guerra contra el "terrorismo" como estrategia electoral y asegura que su rival no podrá defender al país en contra de los "terroristas",  cuando ni el mismo lo pudo hacer y hasta se sospecha de su complicidad con el atentado del 11 de septiembre, ya fuera por participación activa, incitando el mismo, o por participación pasiva, quedándose  con los brazos cruzados para que sucediera. La verdad es una: Sin el 11 de septiembre Bush no tendría ningún argumento para que lo "reeligieran". Ahora tiene un argumento, aunque es un argumento falso: tres cuartas partes de los republicanos creen que Irak fue cómplice de los atentados del 11 de septiembre, aunque esto ha sido plenamente desmentido.

    Después de cuatro debates electorales que los republicanos perdieron uno tras otro, tres entre Bush y Kerry y uno entre Cheney y Edwards, después de las denuncias de las torturas y asesinatos cometidos en Irak por las tropas norteamericanas y del genocidio de 100.000 inocentes civiles iraquíes, las encuestas muestran que los votos se encuentran igualmente divididos entre Bush y Kerry. Los medios de comunicación han sabido encubrir el hecho de que las políticas imperialistas y genocidas de Bush  están llevando a los EE. UU. a la ruina moral y económica y que George  W. Bush es uno de los hombres más odiados del planeta. En una encuesta electoral en la que participaron medio millón de niños norteamericanos, el ganador fue Kerry y ciudadanos de 30 países, de 35 encuestados manifestaron su predilección por Kerry.

    En esas condiciones se llega a este dos de noviembre, cuando los republicanos han sacado a relucir todos los trucos sucios que usaron en el 2000 y más, para suprimir el voto de las minorías, tradicionalmente demócratas: purgas ilegales de listas de votantes, intimidación, manipulación de los votos consignados con anterioridad a las elecciones (votos en ausencia), etc. Por ejemplo, no más en el condado de Broward, en la Florida, ya desaparecieron 60.000 votos en ausencia, sin que nadie dé razón de ellos. Cuestionado por Jimmy Carter acerca de la transparencia de las elecciones en la Florida, el hermano de Bush y gobernador del estado, respondió con desprecio: "Ese tipo no sabe nada de las elecciones en la Florida".

    Y finalmente lo último en trampa electoral: máquinas de votación electrónica fabricadas por compañías con dueños republicanos para las cuales no existe recibo de comprobación del voto, lo que facilita el fraude electrónico a través de programas amañados.

    En resumen las elecciones del 2004 serán más sucias que las del 2000 y a menos que Kerry logre ganar por una buena mayoría, los republicanos manipularán los resultados electorales para instalar de nuevo en el poder al hombre más ignorante, agresivo y peligroso que haya ocupado jamás la presidencia de los EE. UU. Lo que está en juego en estas elecciones no es solamente el destino de los EE. UU. sino el del resto del planeta. Cuatro años más de guerras, masacres y contaminación desenfrenada pueden ser la gota que llene el vaso de una hecatombe mundial.