Para: Jaime Gómez, el soñador
De: Diana, tu soñadora
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Hola papi. La noche del domingo soñé contigo. Estabas recostado y me
hacía a tu lado. Me abrazabas, me decías algo de teatro y marionetas.
Ya casi comienza el Festival de Teatro, debe ser por eso, sabes que
tenemos boletas compradas y estamos esperando que llegues pronto para
disfrutar del arte en una de las tantas expresiones que te apasiona.
Al salir de la función seleccionada por ti caminaremos unas calles
con la tranquilidad extraña con la que disfrutamos la ciudad que nos
vio nacer, crecer y ser quienes ahora somos. Llegaremos a un
restaurante o un café, si hace mucho frío y es demasiado tarde
tomaremos un taxi y en cualquiera de esos espacios que apropiamos
rápidamente compartiremos puntos de vista sobre la obra. Cada quien
tendrá algo que decir porque hemos aprendido contigo a ver el mundo
con ojos críticos. Sebastián, tu hijo, que todos los días piensa en
cuándo volverá su amigo, resaltará la pertinencia de la música
empleada. Lelys, tu compañera, que estos días ha compartido la cama
conmigo, nos hará caer en cuenta de ese detalle recóndito que
completa el análisis. Tú y yo miraremos como esa pieza nos dice algo
del país, yo notaré algo que tiene que ver con el género, tú nos
contarás quien es el autor del guión o el director de la obra. El
domingo iremos donde la abuela, ella y Pato, tu hermana, estarán
pendientes de tu agua café. Almorzaremos en cualquiera de las dos
mesas y tendremos noticias de tus hermanos, hermanas y el resto de la
familia. Te levantarás de la mesa, tomarás de nuevo esa agua café que
huele a dulce panela colombiana y te escabullirás al sofá a una
siestita. Te dejaremos pasar esos 15 o 20 minutos que te reconfortan
y luego miraremos las mismas fotos que nos permiten recordar que rico
es gozar la vida y sentirla a plenitud como tú lo has hecho. Alguien
dirá algo del país en el que nos tocó vivir y compartiremos lo duro
que está todo. Algún debate surgirá y lo abordaremos con argumentos,
sin desesperarnos, con palabras. Haremos balance de lo que significa
concentrar el dinero en la guerra y no en lo social, las
implicaciones del TLC, las dificultades que se presentaron con las
últimas elecciones y las que tenemos que evitar en la coyuntura
política de elección presidencial para que este país que tanto amamos
y por el que luchamos pueda ser viable. Dirás con tranquilidad que
aunque sin duda están difíciles las cosas en Colombia todavía se
puede disentir, debatir, ser opositor, aportar desde ideales
democráticos, que no te estorba tu trayectoria política, tu historia
de vida, que en este país puedes pensar diferente, que por eso no te
vulneran, ni te desaparecen, ni te matan. Te pararás del sofá, irás
al baño y te despedirás de la abuela quien con ternura te dará un
beso y te recomendará que te cuides, por supuesto, no de nadie que
este perdiendo el tiempo siguiéndote, violando tu libertad, sino de
este frío tan horrible que está haciendo. “Bueno, chicos (últimamente
chicos y chicas), nos vamos. Tengo mucho que leer y una reunión más
tarde”. Si, nos vamos, todos tenemos algo que hacer. Abrimos la
puerta y salimos los cuatro: Lelys, tú, Sebas y yo. Me dejarán en la
buseta, te daré un beso y te diré que te quiero, en silencio te daré
las gracias por respetar mis puntos de vista. Tomarán los tres su
buseta y tu te bajarás cerca de la casa de Piedad. Llegas, timbras y
te sientes plácido: haces lo que quieres, cada día concretas más tu
proyecto de vida y te sientes realizado. Miras atrás, no hay nadie,
pero además ves un país que te brinda las garantías para la
consolidación, profundización y radicalización de la democracia.
Sonríes con esa expresión que esparce vida. Vives en un país en el
que no torturan y no matan, allí la gente no muere por el uso de la
fuerza. De nuevo ríes, estás pensando en un comentario sarcástico,
bromeas y sacas partido de ese instante ...
Te amo
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