Hace 10 años que Internet
comenzó a cambiar el mundo
Gaëlle Macke
(Le Monde/ Agosto 19 2005- Traducción de Enrique Santos Molano)
El 9 de agosto de 1995 el navegador Netscape se introducía en Nasdaq, la Bolsa de valores tecnológicos estadounidenses. Este PME de la Silicon Valley tenía dieciséis meses de existencia, sus ventas totalizaban apenas 25 millones de dólares y perdía plata. Sin embargo la acción, ofrecida a 14 dólares, se duplicó, y algo más, el mismo día (29 dólares), permitiendo a la sociedad una capitalización bursátil de dos millardos de dólares. Su programa, o software, de surf abría una nueva era: le permitía al gran público, y no sólo a los iniciados en la informática, acceder a las maravillas del World Wide Web (WWW).
Ese trompetazo inauguró la euforia en torno a la Internet, de la cual se predijo que iba a revolucionar los modos de vida y a crear una nueva economía. En la Bolsa, esta “exhuberancia irracional”, según la expresión del presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, se produjo en una multiplicación de casi cinco del valor de Nasdaq entre 1995 y su pico en marzo de 2000: las nacientes sociedades de Internet, fundadas por estudiantes en los garajes, que gastaban el dinero de sus capitales-riesgo antes de haber concretado la menor venta, veían cómo su valorización en las Bolsas sobrepasaba las de los gigantes de la industria.
Esas ilusiones se han desvanecido con la explosión de la burbuja especulativa. El Nasdaq ya no tiene sino el 40% del nivel que alcanzó hace cinco años. La mayor parte de los valores “.com” han sido redimidos o liquidados.
Hoy, en los Estados Unidos sólo cuatro sobrevivientes 100% Internet figuran en el número de las 150 primeras capitalizaciones estadounidenses: el motor de búsqueda Google (puesto 30), el site de subastas eBay (50), el portal Yahoo (65) y el cibermercado Amazon (145); en Asia sólo una ciberempresa pertenece a este Club: el fondo Softbank, cuyo principal accionista es Yahoo. Y ninguno en Europa.
Es verdad que el sector sufre todavía accesos de fiebre: Google ha visto su acción treparse al 240% desde su introducción en la Bolsa el 19 de agosto de 2004; su homólogo chino Baidu ha visto su título quintuplicarse el día de su entrada en nasdaq el pasado 5 de agosto. Sin embargo estas empresas justifican desde entonces su valor según los criterios clásicos según los criterios clásicos de Wall Street: fuerte crecimiento, pero, sobre todo, sólida rentabilidad.
Sus resultados prueban la validez de algunos cibermodelos económicos. El negocio sobre Internet se ha convertido en un asunto serio en numerosos sectores. En los Estados Unidos más del 20% de las compras de viajes se hacen por vía electrónica, el comercio en línea representa más del 6% del conjunto de las ventas al detal, la e-publicidad pesa más del 4% en los gastos publicitarios totales. Y la parte de publicidad que corresponde a Internet crece de 20% a 40% cada año.
Los demás medias amenazados
Sobre algunos mercados la ruptura tecnológica ha sido así mismo brutal y ha desestabilizando a los actores en su sitio. El ejemplo más impactante es, por cierto, el de la industria de la música. Los grandes del sector sufren un declive en las ventas de discos (20% desde el 2000) cuando, tras el éxito del site Napster, millones de canciones son telecargadas gratuitamente por medio de las redes descentralizadas (peer-to-peer) de cambio de ficheros.
Los estudios de cine comienzan a sufrir el mismo desvío de su actividad. Más del 60% de la capacidad de la red Internet mundial sería, así, movilizada por el telecargamento de contenidos (música, filmes, juegos de video, programas…)
Más difusa, pero no menos real, es la amenaza que hace pesar la red Internet sobre la prensa, la televisión y la radio. No sólo les arrebata la publicidad sino que les compite de manera frontal, quebrándoles su propia legitimidad.
Pero los que más cuidado deben tener son los grandes operadores de telecomunicaciones. Los expertos estiman que de aquí a cinco años hasta un tercio de sus ingresos provenientes de la telefonía fija van a disolverse con el advenimiento de la telefonía por Internet (IP) que rompe la tarifa de duración y distancia y vuelve módico el precio de las llamadas.
Los operadores se han dado cuenta del peligro: en Europa, los grandes (Deutsche Telecom, France Telecom, Telecom Italia y Telefónica) han rescatado sus filiales de acceso a Internet y multiplicado sus inversiones para avanzar hacia la convergencia entre fijo, móvil e Internet.
Esa no es sino la fase visible de la “nueva economía”. La práctica del tejido se ha propagado en todas las empresas (logística, gestión de existencias, compras, distribución, servicio cliente). De este modo los economistas estiman que los Estados Unidos deben cada año un punto de su crecimiento a las ganancias de productividad aportadas por la difusión de las tecnologías de la información y de la comunicación.
En diez años Internet no sólo ha marcado la economía. También ha invadido la vida cotidiana de millones de personas, al menos en los países desarrollados. Sus tres poderes, la ubicuidad, la variedad y la interactividad vuelven casi infinito su potencial de utilización.
Sobre Internet se puede, sin duda alguna, comparar los presiones de los sitios de vacaciones, comprar su nevera, vender su coche de ocasión y pagar sus impuestos, como también hacerse explicar el itinerario de carreteras, leer acerca del modo de fabricación de una bomba o comparar los artículos de la prensa internacional, compartir su pasión por los anzuelos antiguos o jugar póquer con un ínter nauta en las antípodas, encontrar un viejo compañero de clase o un nuevo amor, discutir sobre los precios del petróleo o sobre las calaveradas de París Milton, mostrar las fotos de sus hijos a su familia, telecargar un tubo de Madonna o la Constitución Europea, entregar al mundo sus reflexiones y su vida íntima…
¿Qué nos reservará el decenio por venir? El desarrollo de la Web ha sido uno de los más rápidos de la historia de las tecnologías (con la tecnología móvil): el cabo del millardo de ínter nautas debería quedar doblado en este año.
Pero las perspectivas de crecimiento son enormes en los países emergentes (principalmente en China y en India). Y la llegada de las jóvenes generaciones a la edad adulta, entregadas al uso de la Web, deberá contribuir aún más. Si el acceso a altos rendimientos representa una primera etapa en la aceleración del uso de la Net, la segunda etapa, su acceso desde los aparatos móviles, la volverá definitivamente omnipresente.
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