El verdadero cuento de Judas
Transcripción del arameo de un relato bíblico hallado en una cueva, en La Tebaida (Quindío)
Estaba yo echándome una siesta en el Monte de los Olivos cuando de pronto llegó Chuchito, me despertó de repente y me dijo:
“Judas, te tengo un encargo”.
“Qué se le habrá ocurrido a este man ahora”, me dije mientras me despertaba.
“Se trata de lo siguiente, tú vas y me delatas, diciéndoles a los romanos dónde tengo mi caleta, ellos me aprehenden y me crucifican, yo resucito al tercer día y verás que ahí sí la secta coge vuelo”.
“Un momento, un momento, Chuchito”, le dije sin darle crédito a lo que oían mis oídos, “de modo que usted queda como el putas del paseo y yo como un traidor, pagando escondederos a peso para que no me pasen al papayo los demás apóstoles. A eso no le jalo”.
“Mirá Judas”, me dijo Chucho poniendo esa carita de crucificado que usaba para parecer más convicente, “esto quedará entre nosotros dos, pero para mí tú eres lo máximo, mi apóstol predilecto, el único en quien confío para pedirle ese favorcito y no se te vaya a ocurrir escribir ningún recuento en un papiro y dejarlo por ahí en una cueva para que después se enteren las malas lenguas…”
“Un momento Chuchito, y cómo es que va usted a resucitar si ya sabemos que una vez que lo pegan a uno a un madero de esos, no hay Santa Lucía que valga”.
“Pues para eso soy el milagroso, el del corazón sagrado, la tercera parte de la Santísima Trinidad, el putas de la Tebaida. Al que van a crucificar es a Jesús María, que se parece mucho a mi persona y una vez que lo bajen de la cruz, sacamos el cadáver y aparezco yo, todo vestido de blanco y me voy pa’l cielo… con María Magdalena, y verás como esta religión empieza a vender como un verraco”.
“Muy bonito todo eso que propones Chucho, ¿pero a cuenta de qué voy a ser yo la puta del paseo?”
“Pues mira Judas, yo tengo unos ahorritos, 30 monedas de plata que me pagaron por unos shows que hice cuando cambiamos las botellas de agua por las de vino y cuando caminé por la cuerda floja que había instalado en ese lago para parecer que estaba caminando por encima del agua, ¿te acuerdas?”
“Ah, bueno Chuchito, con marmaja de por medio la cosa es a otro precio. Con tal de que a la gente no le dé por decir cuando vean un traidor, “ése es un Judas”, todo lo demás está bien, pasame la plata y yo les aviso a los romanos donde está Jesús María y les digo que sos vos”.
“Judas, eres un verraco, si el cielo existiera, seguramente te daríamos la mejor habitación y una pensión vitalicia para que no tuvieras por qué preocuparte”.
“¿Y de la platica qué?”
“Ah, ésa te la pasó después de que resucite, pero con gusto te firmo un pagaré”.
Y así fue, el plan salió a la perfección, salvo un pequeño detalle. Una vez resucitado, el vergajo se escapó con la María Magdalena y no me pagó ni un centavo. Por eso fue que me tocó escribir este cuento para ver si algún día lo encuentra algún fiscal y me conmutan esta pena eterna de ser acusado de ser un Judas y le dejan de creer el cuento a Chuchito de que él era el divino maestro, porque pa’ lo único que era un verdadero maestro era pa’ meter embustes.