Entrevista con el escritor Philip Potdevin acerca de su novela En esta borrasca formidable

 

Mario Lamo Jiménez

 

El escritor Philip Potdevin estuvo recientemente en Villa de Leyva hablando sobre su aclamada novela En esta borrasca formidable. Ya que se trata de una de las novelas históricas más importantes publicadas en Colombia en los últimos 20 años, dialogamos con el autor para que nos dejara saber los orígenes de esta obra tan formidable como su título mismo.

1-¿De dónde surge tu idea para la novela En esta borrasca formidable?

La novela tuvo una larga gestación y un dilatado proceso creativo. Como cosa curiosa su germen inicial no fue un trabajo de ficción sino de historia de Colombia. Hace diez años cursé una maestría en historia en la Universidad Javeriana de Bogotá. Allí encontré una gran cantidad de temas con inmensas posibilidades de profundizar, tanto en investigación histórica como en temas literarios. Uno de esos temas que me llamó poderosamente la atención fue el debate que se dio en Bogotá en 1920 acerca de una supuesta degeneración de la raza colombiana. El debate fue animado por dos intelectuales y médicos, de la época, Miguel Jiménez López y Luis López de Mesa. El trabajo que realicé entonces tomó unas proporciones desmesuradas y finalmente desbordó mis capacidades de ese entonces y quedó encajonado un tiempo. Hacía el 2008, retomé el tema pero ya con un propósito puramente literario pues encontré que el debate era tan absurdo desde el punto de vista científico como rico en posibilidades y matices narrativas. De allí surgió entonces el personaje central de la novela: Isidoro Amorocho, un ser deforme, contrahecho pero mentalmente brillante que llega a insertarse en medio del debate para dejar en ridículo a la intelectualidad bogotana y desmentir de paso la supuesta tesis de la degeneración de la raza colombiana. Más adelante, en el proceso de construcción del mundo narrativo fueron surgiendo otras líneas narrativas, como la del complot contra el genero Uribe Uribe y la de la expedición utópica de la Comunidad Libre del Arli.

2- Cuéntanos de la polémica que se trata en tu novela de que “la raza colombiana estaba degenerada”?

Jiménez López y López de Mesa eran médicos psiquiatras. Habían estudiado en Francia y trajeron unas tesis bastante trasnochadas del siglo diecinueve ya caducas para la época, relativas a la degeneración de las razas. En Colombia tomaron unas estadísticas, bastante flojas y mal sustentadas, en las que trataban de demostrar que según las condiciones físicas, morales y emocionales de los colombianos reflejadas en esas estadísticas, se podía concluir de manera inobjetable que la raza colombiana estaba degenerada. Con esa tesis, lo que se pretendía era, en primer lugar, prender la alarma entre la ciudadanía pero en realidad a lo que apuntaba la tesis era presentar al Congreso nacional, del cual Jiménez López era miembro en calidad de senador de la República, un proyecto de ley que propusiera una inmigración masiva de blancos europeos, es decir alemanes, holandeses, belgas, franceses, para que vinieran a colonizar al país y de esa manera “blanquear” nuestra raza y salvarla de la inevitable degeneración en la que había caído Por supuesto era una tesis que bebía de la experiencia vivida en la América austral, en países como Chile, Argentina y Uruguay que a mediados de la segunda mitad del siglo diecinueve, habían promovido ese tipo de inmigraciones masivas después de exterminar en gran parte las poblaciones indígenas. Como esos países, gozaban de cierta prosperidad en los albores del siglo veinte, los médicos creían que se había probado la utilidad de esas inmigraciones en el desarrollo de esos países, y que el modelo se podía calcar en nuestra latitudes. A Jiménez López y López de Mesa se enfrentaron otros intelectuales como Jorge Bejarano, Lucas Caballero, Simón Araujo y Calixto Torres, que veían un despropósito en las tesis de sus dos colegas. Ellos más bien defendían una tesis más civilizadora en el sentido de mejorar las condiciones de salubridad pública de nuestra población, acompañadas de intensivas campañas de educación en cuanto hábitos de alimentación, salud y ejercicios corporales acompañados de un verdadero desarrollo urbanístico acordes con la época: ciudades con alcantarillado, agua potable, hospitales, tratamientos médicos a los focos de infecciones y enfermedades endémicas tropicales.

3- ¿Cómo creaste al protagonista de la novela, Isidoro Amorocho, fue un personaje real o es un personaje solamente de ficción?

Isidoro Amorocho tiene mucho de ficción y de verdad, a la vez. Isidoro aparece en la novela como un muchacho que se ha criado en medio de las bibliotecas de dos grandes sabios en Antioquia. Uno francés, padre eudista director el Seminario Mayor de Santa Rosa de Osos y otro, un masón liberal, anarquista y revolucionario, que posee una amplia biblioteca de obras de ciencias sociales de la mayor calidad y osadía intelectual. Isidoro representa al intelectual no académico, muchas veces mejor preparado que otros llenos de títulos pero poco profundos en sus apreciaciones; pero en realidad, representa al intelectual anti-burgués, que está por fuera de las esferas de influencia de la sociedad que ha dominado al país durante siglos. Es el intelectual silenciado, ignorado y finalmente eliminado de todos los registros históricos, periodísticos y sumido en el más profundo anonimato, La novela lo que hace es rescatar a este personaje y dalel vida real.

4-Tu novela destaca el complot para asesinar al general Rafael Uribe Uribe, ¿en qué te basaste para desarrollar esta parte y por qué crees que ese crimen nunca se resolvió, yendo a sus autores intelectuales?

Uno de los principales antagonistas de Isidoro Amorocho es el líder de la intelectualidad conservadora y derechista de la época: el arzobispo de Bogotá y cardenal primado de la República de Colombia. Él era, en realidad, el verdadero líder del país, no sólo en materia religiosa sino en cuestiones de disputas políticas. En él recaía la decisión final de cuál de los candidatos conservadores (los liberales no se presentaban a las elecciones por falta de garantías) era quien finalmente llegaba ungido de la bendición oficial para ser elegido presidente de la república,. Así fueron elegidos Rafael Reyes, Carlos E. Restrepo, José Vicente Concha, Marco Fidel Suarez, Pedro Nel Ospina y Miguel Abadía Méndez. El arzobispo era el arbitro final de la política colombiana y por supuesto el mandamás del país, pero fungía detrás de las sombras y bajo las cortinas de ser únicamente el líder religioso del país, cuando en realidad era el principal enemigo de las ideas liberales que trataban de surgir en el país en pleno despunte de la modernidad. En la novela, para el arzobispo, Isidoro es una amenaza a su hegemonía, pues viene a ventilar unas tesis que son peligrosas para el Estado, para la Iglesia y para la educación en general del país. Y por supuesto, el arzobispo toma cartas en el asunto antes de que Isidoro tome demasiado vuelo en el ámbito in intelectual y político del país. Cuando compartí uno de los borradores de la novela con el maestro y amigo Enrique Santos Molano me hizo caer en la cuenta de que este personaje tenía unos poderosos tentáculos en los acontecimientos políticos del país. Santos Molano me dio pistas sobre dónde investigar y qué leer para encontrar la verdadera dimensión este oscuro personaje que ha permanecido oculta hasta nuestros días. Entonces me dediqué a investigar más sobre el complot contra Uribe Uribe, ocurrido seis años antes del debate de la raza, en 1914 y cuando el general se estaba perfilando como el más seguro candidato a la presidencia y el único que podía poder fin a la larga hegemonía conservadora que reinaba en el país desde la Regeneración de Núñez. Allí encontré una poderosa línea narrativa que hasta el día de hoy ha resultado inexplorada por los escritores de nuestro pías: los hilos del complot contra Rafael Uribe Uribe.

5-¿Cuánto tiempo tardaste en escribir la novela y cuáles fueron tus fuentes?

En total han sido casi diez años, con algunas interrupciones como las mencionadas, pero con algunas épocas de febril trabajo. Los dos últimos años fueron quizás los más intensivos de creación. Las fuentes son innumerables. Hay fuentes primarias, que son las mejores, como los documentos de la época sobre el debate de la raza, y el asesinato de Uribe Uribe. Los periódicos y revistas también fueron fuente de consulta obligada. Adicionalmente hubo una gran investigación de temas antropológicos para entender los orígenes y alcances de los debates de la raza, así como las fuentes de obras de filosofía para explicar el debate alterno que promueve Isidoro Amorocho en torno a las tesis del saber universal. Adicionalmente, para recrear la Bogotá de 1920 debí documentar muy bien sobre cómo era la ciudad de entonces: sus cafés, sus clubes, hoteles y centros de encuentro de los intelectuales y la sociedad capitalina. El trazado de la ciudad de ese entonces también fue importante conocerlo y afortunadamente hay muchas obras hoy día de excelentes historiadores como Germán Mejía Pavón que han recreado la Bogotá de entonces. Otro libro primordial fue el del periodista liberal Marco Tulio Anzola Samper quien en 1917 fue el primer que se atrevió a hablar de un complot contra Uribe Uribe y denunciar los participantes hasta los niveles medios de la jerarquía política y eclesiástica de entonces. No llegó a revelar los nombres de los verdaderos autores intelectuales pero dejó las pistas para intuir quienes fueron.

6-¿Qué opinas de la novela moderna colombiana y cómo encajas tu novela en un medio poco preocupado con la historia?

Hoy día la novela colombiana está pasando por un gran momento. Cada año se publican más de cien nuevas novelas por escritores la mayoría muy meritorios y profesionales. Que haya editoriales, grandes o pequeñas que estén dispuestas a publicar novela en la época de la Internet es todo un acontecimiento. Curiosamente hay un resurgir del tema histórico en la novela colombiana, que es una forma de examinar la conciencia nacional. El pasado siempre revela claves para entender el presente y a veces a través de la verdad literaria se llega a la verdad histórica, como se pretende hacer En esta borrasca formidable. Lo difícil es encontrar público para todas esta producciones. Por ello los tirajes en Colombia siguen siendo ínfimos. Es normal que una editorial no se arriesgue con más de quinientos u ochocientos ejemplares, lo cual es ridículo pero a la vez real, por cuanto vender mil ejemplares en Colombia es ya toda una proeza. Y... A la vez, a veces es más importante la calidad de los lectores que la cantidad de ellos. A mi me basta que unos pocos lectores hayan leído de manera juiciosa mi obra y les haya dejado algún huella en su memoria, en su estética, en su deleite por la lectura.

7-¿Fue difícil para ti publicar una novela histórica cuando las editoriales se van más por lo sensacionalista y superficial?

Yo venía de un largo periodo sin publicar, desde cuando Planeta editó mi anterior novelas La Otomana, en 2005. Al comienza o fue difícil encontrar editor, pues, como tú dices, las grandes editoriales quieren ir sobre seguro, y prefieren temas sensacionalistas sobre las verdaderas obras literarias. Pero, en mi caso, sin estar buscando demasiado, apareció Ediciones desde abajo, quien desde un comienzo, cuando supo de la existencia de la novela aún en construcción, se mostró interesada en publicarla y el año 2014 fue un año endemoniado de trabajo con la editorial para poder tener la novela lista para que coincidiera su lanzamiento con el centenario del asesinato de Rafael Uribe Uribe. Era el momento propicio para hacerlo. Y así fue. El 15 de octubre de 2014, cien años después del infausto magnicidio, se pudo presentar la novela en el Centro de Memoria Paz y Reconciliación, en Bogotá, ante un numeroso público que asistió al lanzamiento en una decorosa presentación hecha por mi colega escritor de Manizales, Octavio Escobar Giraldo.