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Número 21, Agosto 15 de 2014

 

 

 

Colombia acaba con el agua

 

 

 

 

 

Aída Avella

¡El hambre y la sed son negocios en La Guajira!

Es la Costa Caribe la región del país más golpeada actualmente por la falta de agua. La causa no es solo el anunciado Fenómeno del Niño. Es, entre otras cosas, la explotación desmesurada de los recursos naturales: la mina del Cerrejón, la exploración sísmica del petróleo por tierra y la amenaza de exploración en el mar.

Cerca a la ranchería Bellavista están haciendo exploración sísmica, inyectando gas y agua (según observamos en las mangueras que conectaban a una máquina pesada). Hablamos de un sitio de 12 a 15 minutos de Riohacha, mientras para los niños, los adultos, los animales y las plantas no disponen del valioso líquido. Muchos mueren desde hace años. ¿Dónde han estado las autoridades?

La Guajira no necesita más diagnósticos, más estudios. El que pase por este rico y bello departamento sabe que la corrupción ha hecho demasiado daño. Que se han levantando verdaderas fortunas sobre la sed y el hambre de miles de indígenas que sobrellevan silenciosamente todas las limitaciones posibles y la muerte de los niños que pasan de cuatro mil en cinco años. ¡El país entero debe reaccionar!

Las colaboraciones no las pueden administrar las autoridades, culpables en buena parte de lo que pasa en un departamento que ha recibido miles de millones de regalías en el pasado y no fueron capaces de construir un acueducto que funcione, sometiendo a la población a la compra de agua en carrotanques, que dicen pertenecer a los que se han adueñado de todo en esta importante región de la patria.

Se necesitan muchos benévolos honestos que, sin cobrar sueldos, presten su trabajo para repartir la comida y el agua. ¡Una respuesta humanitaria a una crisis humanitaria, sin intermediarios corruptos!

Pero no solamente en la Costa, los gobiernos, pero en especial el que duró ocho años, entregó los páramos de todos los departamentos para la explotación minera, que si se deja progresar tendremos dentro de poco a más de la mitad del país sin recursos hídricos. A quién se le ocurre que el Páramo de Pisba puede convertirse en una mina de carbón a cielo abierto privando a los Llanos Orientales del río Cravo Norte y Sur y de varios ríos más pequeños que nutren parte de los Llanos Orientales y que nacen allí. ¿No les basta con la catástrofe del Casanare?

Boyacá ha sido entregada a las transnacionales de la minería. Los páramos de Oceta en el municipio de Monguí, amenazado por la explotación de carbón. Las montañas de Paipa, donde explotan la puzolana, dejando cráteres tan grandes como los del Cerrejón, que están envenenando el ganado que se alimenta de los pastos del valle cercano y amenazando el turismo que sostiene en buena parte la economía del municipio. Es necesario decir que esta es una zona de recarga hídrica.

Como van las cosas, las fuentes termales van a desaparecer, pues varios riachuelos de la zona se han secado por el afán desmesurado de arrancarle a las montañas todo lo que tienen. El Lago de Sochagota empieza a sentir los embates de la codicia transnacional; a su alrededor comienza la exploración del petróleo y no dudamos que sea sísmica, que es mucho más agresiva.

La Laguna de Tota, belleza natural, ubicada en el municipio de Aquitania, que le da el agua a toda la provincia de Sugamuxi y centro de la cultura muisca, está seriamente amenazada, contaminada y sobreexplotada. A sus alrededores en varios municipios se explora y explota el petróleo de cordillera, que se encargará de ayudar a secarla.

Si no se cambia la política de concesión de títulos mineros, Santander, Tolima, Nariño, Cauca, Cundinamarca, Boyacá, los Llanos Orientales, la Orinoquia, el Valle del Cauca, Arauca, Amazonas, Putumayo, Antioquia, en fin, toda Colombia, sufrirá de sed y ya no nos desplazará la guerra, nos sacara de Colombia la falta de agua.

 

Tomado de: http://www.semanariovoz.com