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Número 16, Marzo 15 de 2014
Comunidad
Crisis de basuras en Villa de Leyva
"Hasta ahora, ningún Alcalde se ha atrevido a tomar el toro por los cuernos y tomar las decisiones necesarias para frenar este crecimiento desaforado, así se tengan que pisar algunos callos; el deber primordial de un servidor público es preservar el bien común, así este afecte algunos intereses individuales." |
El punto de recolección de basuras es un sitio de contaminación, regado de basura
Alejandra Quintero
El martes 18 de febrero, un grupo de indignados ciudadanos se dirigió a la Alcaldía de Villa de Leyva en busca del señor Alcalde.
¿La razón? Finalmente, la anunciada crisis de las basuras había estallado; ¿El detonante? el cambio de los contenedores ubicados en bomberos hacia un nuevo lugar en la vereda Sopotá, a 4 kilómetros de distancia.
De un día para otro, y sin mayor información, los habitantes de la zona alta de Villa de Leyva, veredas El Roble, Sabana Baja, Sabana Alta, El Espino, y de ahí para arriba, llegaron con sus bolsas de basura al lugar donde habitualmente las depositaban, y no encontraron nada. Algunos se regresaron con su basura a la casa; otros, la dejaron en el suelo y se fueron.
Por su parte, la comunidad de Sopotá enfrentaba su propio problema: los nuevos contenedores tenían tres puertas en la parte de adelante, las cuales estaban cerradas con candado. Como no había señalización ni instrucción alguna, la gente procedió a dejar las bolsas en la parte de afuera.
En un par de días, estos dos puntos se convirtieron en focos de infección, llenos de bolsas de basuras destrozadas por los perros. Otros habitantes, al encontrar o bien un contenedor cerrado o el otro desaparecido, procedieron a dejar la basura al borde de la carretera, en los postes, en las esquinas.
Miembros de las comunidades de los dos sectores afectados, se dirigieron a la Alcaldía buscando explicaciones y soluciones; como no fue posible reunirse con el Alcalde, representantes de su administración procedieron a tomar nota de las quejas de los ciudadanos y a explicar las razones de lo sucedido.
En esta reunión, se acordaron compromisos urgentes a cumplir por parte del municipio, en cabeza de Esvilla, con el fin de resolver la crisis; se llegó a la conclusión de que la comunicación e información sobre los cambios había sido deficiente, lo cual sería corregido de la manera más rápida posible. A medida que avanzaba la discusión, quedó claro que estábamos apenas tocando la punta del iceberg de una grave problemática que se ha venido acumulando durante varios años y que finalmente está comenzando a desatarse.
A pesar de que la comunidad se reunió en dos ocasiones más con la administración, hasta la fecha, ni las dificultades urgentes, ni mucho menos las de más largo plazo, han sido resueltas de manera satisfactoria. La ineficiencia en el abordaje de esta emergencia sanitaria pone en entredicho la capacidad ejecutiva de la administración municipal para hacerse cargo de la problemática de los residuos sólidos en Villa de Leyva.
De acuerdo a lo expresado por los funcionarios responsables, Esvilla solamente atiende 3200 usuarios, que es menos de una quinta parte de la población del municipio. Es improcedente que en el año 2014, se esté manejando un área de cobertura del servicio correspondiente a hace más de 30 años. Es urgente que se proceda a la actualización del área de cobertura ante la Superintendencia de Servicios Públicos, con el fin de que se reconozca la realidad del municipio y se proceda a prestar y cobrar un servicio al 75 por ciento restante de la población, que además paga juiciosamente su impuestos y está dispuesta a pagar por el servicio, siempre y cuando este sea prestado de manera adecuada.
La Constitución Política en su artículo 49 establece los derechos fundamentales a la salud y el saneamiento ambiental. Así mismo, estipula que constituyen servicios públicos a cargo del Estado, y que éste debe reglamentar, organizar y dirigir la prestación del saneamiento ambiental conforme a los principios de eficiencia, universalidad y solidaridad.
No existe pues excusa para no prestar estos servicios, y para organizar su prestación y cobro; no tiene justificación alguna el argumento de la administración en el sentido de que el área de cobertura autorizada por la Superintendencia solo incluye el casco urbano, y que por lo tanto no es deber de Esvilla recoger los residuos sólidos en la zona rural. Al contrario, es gracias a la demora por parte de la administración en actualizar el área de cobertura, que los habitantes de lo que antes era zona rural pero que en la actualidad pude considerarse suburbana, no puedan acceder a un servicio al que tienen derecho, y tengan que buscar la manera de bajar la basura a los contenedores que amablemente la Alcaldía ha querido disponer.
Más allá de la situación puntual de emergencia ocasionada por el cambio de contenedores, lo que estamos presenciando es la incapacidad del municipio para manejar sus residuos sólidos, fruto de los errores de varias administraciones, el fracaso de la planta de tratamiento de Sopotá por irregularidades en la contratación, el crecimiento incontrolado del municipio y la falta de una política pública de socialización, información y prevención, tanto a propios como a visitantes, sobre la absoluta necesidad de manejar nuestros residuos sólidos de manera responsable.
Lo aterrador de la situación, es que a pesar de habernos reunido en tres ocasiones con los funcionarios responsables por parte de la administración, hoy 13 de marzo, un mes después de la crisis, la Alcaldía no haya sido capaz de resolver de manera cabal ninguna de las emergencias. A la fecha de la última reunión, el pasado martes 11 de marzo, sólo había soluciones parciales: se imprimieron algunos avisos informativos para el nuevo contenedor, pero tenían errores de ortografía y al parecer no eran claros para los usuarios. Debe aclararse que dichos avisos fueron elaborados de manera voluntaria por miembros de la comunidad, en su afán de apoyar a la administración y resolver la situación. El contenedor sigue en reparación, ya que se están cambiando las puertas de lado para que los usuarios vean donde deben descargar los residuos; lo que no se comprende es como pueden tardarse quince días haciendo este arreglo, mientras la basura sigue acumulándose en la parte de afuera. Se mandaron a hacer vallas metálicas informativas, las cuales aún no están listas. Y se acordó una ruta de recolección para la parte alta, la cual sí se está cumpliendo.
Si para resolver estos inconvenientes puntuales, a la administración no le bastan 24 días, surge la pregunta de cuánto tiempo necesitarán para resolver los problemas de fondo. Más aún, ¿cómo manejará el municipio el volumen de basuras del próximo puente del 22 de marzo?
Más allá de la situación coyuntural que originó la crisis, estamos frente a una situación compleja, que viene de hace tiempo, y que ninguna administración ha podido o querido abordar: el desaforado crecimiento de Villa de Leyva, sin ningún tipo de planificación. En la pasada rendición de cuentas, el señor Alcalde informó que en el 2013 se otorgaron 370 licencias de construcción, lo que significa, una licencia al día. La pregunta que surge es si de la mano de cada licencia, la administración está garantizando que esa nueva vivienda tenga acceso a acueducto, alcantarillado, electricidad y recolección de residuos. Teniendo en cuenta que Esvilla sigue operando con un área de cobertura de 3200 usuarios, lo más probable es que no se esté incluyendo a los nuevos compradores, que aunque no vivan acá, cada vez que vienen generan bolsas y bolsas de residuos sólidos.
Desde hace muchos años, el campo villaleyvano dejó de ser el lugar idealizado e idílico que todavía imaginan los funcionarios, donde los campesinos “no requieren la recolección de residuos pues solo producen material orgánico”. Por el contrario, el panorama actual de nuestra zona rural está conformado, en primer lugar, por campesinos que consumen productos empacados en plástico, icopor, aluminio y cartón, como el resto de los habitantes del municipio, y segundo, por un creciente grupo de personas provenientes de otros lugares y acostumbradas al consumo de dichos productos.
Hasta ahora, ningún Alcalde se ha atrevido a tomar el toro por los cuernos y tomar las decisiones necesarias para frenar este crecimiento desaforado, así se tengan que pisar algunos callos; el deber primordial de un servidor público es preservar el bien común, así este afecte algunos intereses individuales.
Durante todo este proceso, la comunidad ha manifestado su interés de colaborar, de ofrecer su apoyo y conocimientos a la administración para superar el impase de manera colaborativa. Sin embargo, las funcionarios se han sentido cuestionados, atacados, y en lugar de reconocer humildemente que el problema se ha salido de sus manos, se han dedicado a defenderse y justificarse, y a dilatar la toma de decisiones e implementación de medidas necesarias para resolver la crisis.
Lamentablemente, esas excusas serán irrelevantes cuando las basuras inunden nuestras calles, cuando nuestros niños empiecen a enfermarse por infecciones, cuando las ratas y moscas comiencen a invadir nuestras casas.
Estamos al borde de un colapso de proporciones inimaginables. Tenemos que empezar a pensar a futuro, y no seguir implementando soluciones a corto plazo. Esta crisis es también una oportunidad para revisar el tipo de municipio que queremos. Es el momento de aceptar que no podemos seguir creciendo indiscriminadamente, ¡porque no hay agua ni botaderos pa'tanta gente!