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Número 10, Octubre 9 de 2013
Joseph Mojica: La música del sonido y del silencio, una
terapia musical para la vida
En esta entrevista, el músico Joseph Mojica nos da una visión íntima de su vida y de los senderos que lo llevaron a entender la música como una terapia del alma y del cuerpo, y cómo, poniendo en práctica una pedagogía musical que va de acuerdo con sus principios de vida, logró una transformación personal y de aquellos que lo rodean, ya fueran alumnos o amigos.
Mario Lamo Jiménez
De niño sufría de horribles migrañas, su única forma de quitárselas era por medio de la quietud y del silencio. Para disfrutar del silencio necesitaba un espacio cerrado, aislado… como el clóset de su habitación. Para ello “sacaba mis chiros del clóset y escuchaba los sonidos cuando estaba quieto, mi hermano decía que estaba loco”. En esa misma época en que entraba al clóset, observa Joseph "había decidido no salir porque le decía a mi madre desconcertada, que qué necesidad tenía de salir de allí donde me sentía pleno, rebosante, amoroso, donde no tendría que resolver nada, pagar buses para desplazarme, ir a estudiar o caminar para llegar a algún lugar". Estaba en verdad practicando una terapia de meditación, aunque él mismo afirma que entonces no lo sabía.
Estudioso del piano desde los nueve años, llegaría el momento en que conectaría el silencio con la música, gracias a esa afección hereditaria de que sufría. Fue en esa época del "clóset", cuando tenía unos 13 años que aprendió a reconocer los misterios del sonido, del silencio y de la música. Y, como los caminos del universo nunca van en línea recta, sus dolores de cabeza se convertirían, gracias a la música, en un placer sensorial para él y para los que lo rodeaban. Lo que es más, llegarían a ser una forma de sanación concebida en la forma de “musicoterapia”.
Para graduarse en su carrera musical, concibió una tesis bastante ambiciosa titulada “Chamanismo, Oriente y Musicoterapia”, nacida de sus experiencias de niño y de la forma creativa en que él había enfocado cómo curarse a sí mismo de las migrañas. Finalmente cambió el "chamanismo" por un método de improvisación para el piano, lo cual también le abriría nuevos caminos.
La intuición musical
Además de su carrera musical, Joseph ha desarrollado una larga carrera pedagógica que lo condujo a enseñar música en varias universidades, y además, como alumno de música pudo experimentar de primera mano qué tipo de persona tratan de formar los maestros profesionales, y lo que vio no lo satisfizo…
Experimentó cómo los maestros hacían repetir partituras a los estudiantes, escogidas por los maestros mismos, y recuerda que la maestra que le daba clases de piano jamás le preguntó: “¿Qué quieres?” Aunque la maestra era excelente y con igual maestría pasaba de Mozart a Bach o a Germán Darío Pérez, cuando Joseph le dijo que estaba trabajando en “La chica de Ipanema”, la respuesta de la maestra fue “no me interesan esas cosas” y añade Joseph “quería que yo me volviera como ella”. Fue así como se dio cuenta de que la técnica repetitiva e imitativa no funcionaba, viendo que otros estudiantes no se acordaban ni de lo que habían estudiado el mes pasado. Por ejemplo, dice "si alguien compusiera una obra a la muerte de su abuelo con elementos de Bach y otros compositores, una vez que todos esos elementos hubieran pasado por sus sentidos en una creación propia, no los olvidaría". ¡La memoria de la creatividad es infinitamente superior a la de la repetición!
También ve que el ambiente de competitividad que se fomenta entre los estudiantes de música es algo muy negativo; no solamente tienen que ser competitivos sino buscar la perfección. No hay espacio para el error… pero para Joseph el error hay que incorporarlo y convertirlo en un instrumento de creación… “si no incorporamos el error en el discurso musical, no hay músicos ni puertas para abrir... La perfección engendra frustración porque el pasaje no va a ser perfecto. La frustración causa que haya menos oxígeno, que la persona sea menos eficaz y que se tensione a nivel mental”…
La pedagogía que deshumaniza
“Los profesores hacen lo que hicieron antes y repiten modelos obsoletos”. Esta podría ser una frase que sintetiza lo que es la educación en Colombia en general, pero Joseph se está refiriendo a un tipo de educación musical, el más frecuente, no solo colombiano sino el más utilizado alrededor del mundo. Parte de esto es el “Método Suzuki” Aunque este método es un método humanista, como todo método que se aplique mecánicamente no puede servir para todas las culturas y para todos los países, y es tal vez a esto a lo que se refiere Joseph cuando afirma: “El Método Suzuki es para pedagogos perezosos” y sugiere que hay que usarlo primero con ritmos nuestros, no con ritmos importados. La pedagogía en su concepto se vuelve deshumanizante cuando se utiliza para crear “músicos victoriosos que aplasten a los demás para subir ellos". En resumen, no importa lo bien intencionada que sea una pedagogía, si transmite los valores equivocados, la pedagogía deshumaniza, y más aún, para él la imitación, la repetición y el deseo de perfección no deben ser los elementos principales de una pedagogía musical, y bien podríamos añadir que tampoco lo son para la vida.
El poder sanador de la música
“La música tiene un poder sanador, no hay palabras para explicarlo”, afirma Joseph cuando nos cuenta lo que exclamara una alumna después de una clase: “¡Estoy curada, me quitó el dolor, no lo puedo creer”. Poder sanador que él ha experimentado en sí mismo y que ahora, como un sanador moderno de la música, predica por la Tierra.
Todo este proceso de sanación musical ha llevado a Joseph a dejar atrás el anhelo con el que forman a los músicos profesionales: No le importa que su nombre resalte y ya no es esclavo de “ser músico”. Desde que se dio cuenta de que los estudiantes eran frustrados por la academia, dejó atrás las metas impuestas por la academia. La clave para él es preguntarle al estudiante qué quiere hacer, “no hay que vestirse como el personaje de la música ni seguir la vida del filósofo que se esté leyendo”, añade para resaltar algo así como que “el hábito no hace al monje”, o sea que ninguna academia formará a un músico si no forma primero a un ser humano.
Y, el poder sanador de la vida iba con un estilo de vida, un estilo de vida que no daban las ciudades con su contaminación, su agite y su despersonalización. Es así que Joseph se traslada a Villa de Leyva con su esposa para poder disfrutar de la paz, el silencio y la música.
En Villa de Leyva se ha dedicado a enseñar música de una manera diferente, su lema parece ser “no repetir la creatividad de los demás, no convertirse en un ser repetitivo”. Fue así que continuó con su tesis, la cual también fue evolucionando, y se transformó de "La creatividad y la improvisación en la experiencia musical como medios para la transformación de la sociedad" en "La experiencia creativa consciente con el silencio, el sonido y la música como formas de sanación y realización".
Tal vez la clave de su teoría musical sea la transformación del ser humano y Joseph se ha dado cuenta de que para transformar la sociedad primero hay que transformar al individuo y que esta transformación comienza con una sanación individual. De esta visión poética de la vida se desprenden profundas enseñanzas de un amante del silencio que toca con el alma y que se transforma al tocar una pieza musical, a la vez que la transforma, la improvisa, la recrea. La música para él es un medio y un instrumento para ir “más allá de lo que uno cree”. Para Joseph, la música y la improvisación conectan los dos hemisferios del cerebro y cuando uno es consciente de lo que dice con la música y las palabras, estas se convierten en un instrumento sanador que ayuda a salir de los modelos preestablecidos, ya sean de interpretación musical o de percepción del universo, con una aplicación muy práctica: el logro de la felicidad y la sanación de los males, ya sean físicos o mentales.
Su objetivo actual
Seguir con sus talleres de creatividad y compartir esa experiencia en la India, con una visión clara de lo que quiere, pues afirma que “En Occidente el 99% de la música es estética, pero en la India el 70 u 80% de la música es para entrar en otros estados de conciencia”. Y, además aprender todo un mundo musical diferente… notas, inflexiones, escalas, intenciones, ragas y otro tanto de exquisitos mundos desconocidos… y un capítulo muy importante que resume en parte sus grandes experiencias con la música: usar la música con intención, ya que para él la experiencia musical es completamente diferente al escuchar a Wagner que al escuchar la música indígena. “El cantar estimula la pineal y la pituitaria y produce un estado de euforia”, por eso, afirma es que la mayoría de las religiones tienen sus propios cánticos, ya que la música calma y hasta seda.
“La música no es un fin sino un pretexto para humanizar… Si el pedagogo no tiene minutos de silencio, creatividad, investigación, ¿cómo puede ayudar a los demás? Hay que ver qué quieren los jóvenes, si quieren hacer música electrónica hay que ayudarlos con eso”…
Lejos del mundanal ruido, Joseph alienta un coro con una metodología diferente, ya que no trabaja en teoría, sino enseñando a sus estudiantes a aprender a escuchar y a emitir sonidos musicales. Lo que empezó como una terapia del silencio, de escuchar los sonidos que llegaban a un clóset oscuro para curarse de una terrible migraña, fue evolucionando para darle un sentido al mundo y a su mundo. La música que interpretaba se fue convirtiendo en algo más, una forma de relacionarse con el mundo y consigo mismo, y en una forma de entender el mundo. Joseph comprendió que la perfección musical no era el camino; que el camino se encontraba lleno de imperfecciones y que ese camino imperfecto había que andarlo y que además conducía a la creación. Para él, cuando la imperfección o el dolor se incorporaban a la vida, mágicamente dejaban de serlo. En resumidas cuentas, la suya es una filosofía musical y de la vida que además cura las penas del cuerpo y del alma.
En el siguiente enlace podrán disfrutar de la pieza musical "Allegro, Fantasía en Do menor", intepretada por Joseph:
http://josephmojicapiano.wordpress.com/2011/09/17/fantasy-in-c-minor-allegro/