Gandhi
Mi generación no toda tomó chocolisto,
ni veía la violencia en televisión,
en Colombia descuartizaron personas con motosierras,
minaron el campo, convirtieron los ríos en fosas comunes, explotaron carros, aviones, edificios, collares, burros, sobres, sueños, vidas,
y no es cuento,
y mis palabras son inútiles para hablar del horror,
en Colombia las clases dirigentes se lo robaron todo,
mientras millones eran despojados de sus tierras, miles secuestrados y un par de millones con suerte huyeron de la tierra que les vio nacer,
y no es cuento, ni Macondo, ni la tierra del olvido, ni la del sagrado corazón,
en Colombia unos y otros reclutan niños para el consumo, para la guerra, para la ignorancia, para la soledad,
en Colombia se cambió vidas de jóvenes pobres por medallas para lucir el honor,
y les llamaron “falsos positivos”,
¡qué vergüenza!
¿Y ahora qué?
¿Perpetuar el odio para otras generaciones?
No es acaso más que justo y necesario hacer un alto en esta ensangrentada historia, y demostrar que:
nuestras estirpes si tienen derecho a una segunda oportunidad sobre la tierra.
Javier Moyano Rabiarte
26 de septiembre de 2016
¿Cómo podía correr por el campo
la quebrada manchada de rojo
desangrando la tierra
cargando la guerra
en sus entrañas?
Señoras y señores, ¡llegó la paz!
Hay que avisarle pronto al sepulturero,
no sea que a fuerza de costumbre
termine sepultando nuestros sueños.
Porque la guerra no es para soñadores
sino para los que volvieron nuestros sueños pesadillas
negarse a la paz
es como negarse a respirar
o como votar para que las rosas
sean solo negras
y que sus espinas inyecten veneno...
No puedo escribir bajo la luna llena
si refleja en sus mares
la sangre regada en nuestra tierra
y en sus cráteres se velan calaveras
que ni madres ni esposas ni hermanas
encuentran bajo montañas de tierra
de escombros
de desespero
de lágrimas
de delitos de guerra...
"Hay muchas maneras de matar.
Pueden meterte un cuchillo en el vientre.
Quitarte el pan.
No curarte de una enfermedad.
Meterte en una mala vivienda.
Empujarte hasta el suicidio.
Torturarte hasta la muerte por medio del trabajo.
Llevarte a la guerra, etc…
Sólo pocas de estas cosas están prohibidas en nuestro Estado."
Ahora hay que hacer la paz
con el resto del pueblo,
“O todos en La Habana
o todos en el suelo”,
que confiesen sus crímenes los políticos,
los gobernadores,
los alcaldes,
los concejales,
los jueces,
los magistrados,
los militares,
los paramilitares,
los guerrilleros,
los sacerdotes,
los expresidentes,
los expresidiarios,
los parlamentarios,
los industriales,
los embajadores…
o sea todos aquellos que hayan vivido
en guerra contra su propio pueblo,
defraudándolo y robándolo,
siendo artífices del realismo trágico
del subdesarrollo…
Los que vivían de la guerra
se negaban a soñar la paz,
¿dónde quedarían sus discursos de odio,
su violencia mental,
su razón de ser y de matar?
EDUARDO GALEANO