La vida de Antonio Nariño
Las memorias fantásticas
Segunda parte: La confesión del secreto
Mario Lamo Jiménez
I Introducción
Si la primera parte de Las memorias fantásticas de Enrique Santos Molano, El arzobispo de terciopelo, marcó un hito literario como el que no había visto Colombia en varias décadas, la segunda parte de la serie, La confesión del secreto, logra darle perfecta continuidad estilística, artística y literaria a una primera parte en verdad magistral. En esta obra, Santos Molano saca a relucir todas las técnicas literarias que han consagrado a los grandes escritores de la literatura mundial: originalidad, humor, una trama entretenida, una narración detalladamente cinematográfica y la creación de unos personajes con los cuales el lector llega a encariñarse, compenetrarse y conocer, cual si se tratara de amigos de toda la vida. Si a esto le añadimos el hecho de que Santos Molano está recreando la historia patria y devolviendo a la vida unos personajes que permanecieron por más de dos siglos guardados en el armario de la historia, enredados por las telarañas de los estereotipos y recubiertos por el polvo olvido, podremos ver en su dimensión verdadera la genialidad de Santos Molano: por primera vez tenemos en Colombia una historia que en vez de ser enterrada y sepultada con oraciones fúnebres, da a luz y pare a una criatura viva. La confesión del secreto es dicha criatura; un viaje por la vida de los revolucionarios de una época cuando la que llegaría a ser Colombia estaba subyugada por una potencia extranjera. A través de los ojos de Nariño, Santos Molano nos muestra detalladamente el origen de las ideas revolucionarias de la época y su influencia en aquellas personas que ayudaron a crear este proyecto de patria, todavía incompleto y maltratado; personajes que de estar vivos hoy en día, seguramente estarían conspirando y alzándose para liberarnos de la nueva potencia extranjera que nos domina.
II La trama
Santos Molano nos recoge en el punto donde nos dejó en el primer tomo. Como en una novela de suspenso, El Pecado Mortal, poético personaje de El arzobispo de terciopelo, está a punto de ser acuchillado por un par de espías españoles al servicio de Caballero y Góngora, quienes con una daga en su garganta tratan de extraerle un secreto. En La confesión del secreto vemos la muerte del personaje y
nos enteramos de que en el barrio de Las Nieves de Bogotá, hay una calle nombrada en su honor: la calle de El Pecado Mortal. Santos Molano trae a la vida no sólo los personajes de la historia, sino hasta la geografía citadina, que a través de sus detalladas descripciones, se convierte en otro personaje de la obra. De esto hablaremos más adelante; pero para no perder el curso, volvamos ahora la trama.
El Arzobispo Virrey ha logrado en base a artimañas sofocar la rebelión de Los Comuneros, pero sin saberlo, patrocina con la Expedición Botánica a uno de los ideólogos de la rebelión misma: al sabio José Celestino Mutis. Antonio Nariño recibe a través de gacetas de Francia, España y los Estados Unidos las últimas noticias del convulsionado mundo en que vive y con ellas las bases ideológicas de la revolución que se avecina y de la cual él será actor principal. Nariño contrasta perfectamente la Revolución Estadounidense con la Revolución Francesa y analiza los principios ideológicos que las unen y las separan: mientras que la Declaración de Independencia de los EE. UU.marca las bases de un país capitalista que acaba con el colonialismo inglés, la Revolución Francesa, con su rebelión antimonárquica, marca los principios ideológicos para la liberación del hombre mismo.
En La confesión del secreto, se narra cómo se desarrolla el Nariño que llegaría a ser el precursor de la independencia de Colombia y su participación en la Expedición Botánica, la fundación por su parte de la primera Gaceta informativa del Nuevo Reino de Granada y cómo crea lazos de amistad con los revolucionarios que un día le pondrían el punto final al colonialismo español en América.
En esta segunda parte, vemos cómo el arzobispo Virrey, finalmente manda a las mazmorras de Cartagena al Marqués de San Jorge, con la esperanza de que confiese quiénes son sus co-conspiradores; sin embargo, del Marqués no logra obtener la confesión del secreto que lo atormenta, pero del cual sospecha. Finalmente, el Virrey Arzobispo regresa a España "promovido" por los servicios prestados a su madre patria y es reemplazado más tarde por un Virrey que bajo cuerda simpatiza con la causa revolucionaria: Gil y Lemos.
III La arcilla literaria que le da forma al cuenco de la historia
Uno de los grandes narradores de la literatura latinoamericana, Juan Rulfo, se expresaba de su tarea de escritor de la siguiente manera:
"Considero que hay tres pasos (en la creación literaria): el primero de ellos es crear el personaje, el segundo crear el ambiente donde ese personaje se va a mover y el tercero es cómo va a hablar ese personaje, cómo se va a
expresar ".
Y estos tres ingredientes de la arcilla literaria han sido manipulados bellamente por Santos Molano en la creación de su obra. El primero de ellos, la creación del personaje, representa en su novela un doble desafío, por una parte, aunque el personaje histórico existió, recrearlo a más de doscientos años de distancia no es tarea fácil y por otra, mantenerse fieles a la historia, a la vez que se recrean diálogos, situaciones y sentimientos, es de por sí una meta difícil de alcanzar. Sin embargo, Santos Molano doblega con creces ambos desafíos, y llega a crear personajes tan convincentes y vívidos, empezando por el mismo Nariño, que el lector logra meterse en el alma misma del personaje. Y usa para ello los otros dos elementos de la creación literaria mencionados por Rulfo: La descripción detallada de los ambientes de la época y la recreación minuciosa del habla de todos sus personajes. Cual si se tratara de un cuadro barroco, lleno de laberintos y claroscuros, Santos Molano, como pintor de palabras, nos ofrece uno de los cuadros históricos más fascinantes a que pueda aspirar lector alguno: sumergirse en las calles y en el habla de una época que jamás vivió, pero que gracias a un milagro literario se despliega ante su vista para complementar la acción histórica y de paso revivirla y hacerla suya.
Los muchos dialectos del mismo español
El habla de criollos, españoles, aristócratas y gente del común se encuentra perfectamente reflejada en la novela y ayuda a recrear no solamente el personaje, sino a hacer perfectamente creíble la situación histórica. Es así como, por ejemplo, aparecen el "vosotros" y el "os" en el habla de los peninsulares:
"¡Exhibid las pruebas, señores" (pág. 10)
Y el mismo lenguaje que usan los peninsulares además del consabido vosotros, refleja el formalismo de la época:
"Pero, no, pero no, su Excelencia Ilustrísima, hay un mal entendimiento…" (pág. 10)
Y dentro de los mismos peninsulares, Santos Molano resalta tipográficamente el habla de los españoles del pueblo, mostrando cómo pronuncian las palabras:
"No, su Exzelenzia Ilustrísima…" (pág. 11)
"Coño, yo no le hize nada a ese hijo de puta. Un pinchazico que ni le ha sacado sangre, ni se le nota, pero el desgraciado no respira". (pág. 11)
El lenguaje cotidiano de los criollos, a través de los múltiples diálogos de la novela nos deja percibir su forma directa de expresarse:
"¿Qué tal si yo reemplazo a ese caribonito comemierda de José Primo como el mejor amigo de Carrasco? (pág. 54)
La voz del narrador
Y es que los diálogos cumplen además una función vital a través de la novela, por medio de ellos no solamente nos enteramos del desarrollo de la acción, sino que además, el autor nos introduce en el mundo hablado de la época y en las peculiaridades lingüísticas de los personajes. Santos Molano logra dar una ambientación perfecta a la novela con la arcilla literaria más elemental e indispensable de cualquier obra: el idioma. Contamos para ello con la voz del narrador, el propio Nariño, quien en primera persona desenvuelve su mundo ante nuestra vista. La voz de Nariño, recreada por Santos Molano, logra comunicar ese ambiente íntimo y cálido que nos convence sin siquiera pensarlo dos veces de que estamos frente al personaje mismo. Y a través de esa voz, conocemos los sentimientos revolucionarios, románticos e intelectuales de un Nariño que se baja del pedestal de la historia y que nos pone a recorrer con él las calles de la Santafé de la época.
"Uno de los entretenimientos favoritos de mi infancia", relata Nariño, "era ver las carreras de caballos que tres o cuatro veces al año se corrían por enfrente de mi casa. Los caballos en número de cinco, se alineaban en el lado norte del Puente de San Agustín y arrancaban a competir hacia la Calle de la Catedral sin detenerse, daban media vuelta y regresaban para concluir donde había partido". (pág. 24)
Ésta es una muestra de la voz narrativa desarrollada por Santos Molano; el personaje nos sitúa enfrente a su casa y comparte con nosotros, los lectores, un hermoso recuerdo de su infancia. El lector se puede imaginar perfectamente la escena a través de la ubicación de las calles y el número de caballos que participan en la carrera. Los detalles históricos de aquel entonces renacen con dos sencillas oraciones que nos ponen en el centro de un acontecer social de la época y que seguramente la mayoría de los lectores desconocerían. Santos Molano recupera la historia y los aspectos cotidianos de la misma: esparcimiento, geografía de ciudad, ubicación exacta de la casa de Nariño y la voz del personaje que nos presenta su mundo, todos éstos, elementos de una técnica literaria que no sólo crea la obra, sino que nos envuelve a la vez. El lector deja de ser lector en el sentido pasivo de la palabra, ya que a esos tres elementos del quehacer literario de que hablara Rulfo, les podemos añadir una cuarta dimensión indispensable: la arcilla literaria que forma la obra, formando al lector a la vez. La obra sin el lector no existe. Cada vez que se lee un texto literario, la obra existe en la mente del lector. Sin embargo, con este texto histórico de Santos Molano, algo extraordinario sucede: el lector toma conciencia de su pasado histórico y la voz del narrador cobra vida cuando el lector cae en cuenta de que él también puede ser actor de su propia historia.
En medio del acontecer histórico en el que Nariño no solamente traduce ideas revolucionarias sino que las produce, vemos las muchas facetas del personaje, narradas en su ámbito cotidiano: Nariño vive la historia a la vez que se inventa el mundo que está por venir. Después de un terremoto que sacude a Santafé, Nariño ve la oportunidad de poner su voz por escrito y difundirla entre la población.
El ambiente de Santafé después del terremoto es descrito con la meticulosidad que casi sólo un testigo presencial podría haber narrado, y esto es lo que escuchamos por voz de Nariño:
"Además de echar abajo la torre del reloj, el terremoto dejó en pésimo estado el convento de los padres franciscanos, construido sobre la margen norte del río San Francisco. También se vino al piso el claustro de la orden de La Tercera y quedó muy maltratada la torre de su iglesia, pero el arco que une La Tercera con el convento de San Francisco no sufrió percance…" (pág. 104)
Poco después Nariño, al pasar por la Imprenta Real para verificar su estado, respira con alivio al ver que sólo se han caído unas cajas de tipos y le viene la inspiración de la gaceta noticiosa:
"Viendo el esmero con que ajustaban los tipos de las cajas, no me explico por qué asociación extraña recordé a El Pecado mortal y sus palabras proféticas: 'Las circunstancias menos propicias serán las más adecuadas para publicar una gaceta'". (pág. 104)
Así se habría de publicar, a raíz del terremoto y con información sobre el mismo, la primera gaceta informativa del Nuevo Reino de Granada. La semilla de la insurrección cultivada por Mutis y su Expedición Botánica, sería recogida por Nariño y sembrada en el fértil terreno del descontento patriota contra el imperio español.
Y al Nariño que se abre ante nuestros ojos como revolucionario y librepensador, hay que añadirle el Nariño que se enamora desde jovencito con la que llegaría a ser su esposa. Santos Molano le añade a la novela una dimensión romántica, en la que Nariño no sabe si la mujer en la que ha puesto su corazón le corresponde, hasta que un día sucede el milagro. Estando con Magdalena Ortega, su amada, contemplando la consabida carrera de caballos desde el balcón de su casa, ella le confiesa:
"Aquí hace más de diez años, en vida de tu papá, y estando esos balcones llenos como ahora, fuiste la única persona, un niño engolosinado con las carreras, que se fijó en mí y en mi hermana y nos cedió su sitio en el balcón. Tú no lo recuerdas, pero yo nunca lo he olvidado. Desde entonces…
--¿Desde entonces?
Matica temblaba como poseída de una fiebre alta.
Desde entonces…te he amado –me dijo resuelta, y le pasó la tembladera. Un griterío atronador estremeció los balcones y vimos a Francisco Carrasco que salió dando saltitos de alegría". (pág. 49)
El clímax de la escena romántica es interrumpido por la realidad de la calle y el lector queda en suspenso acerca de esta declaración amorosa y sorprendido por la valentía de Magdalena, quien es la que le declara su amor a Nariño y no viceversa. El Precursor de la independencia era tímido de corazón.
La Pasiflora Mariquitensis
La arcilla literaria deviene en arcilla histórica y de repente, nuestro pasado como pueblo se vuelve presente a través de la minuciosa investigación histórica de Santos Molano. El ideólogo de la rebelión neogranadina, el Sabio Mutis, con su expedición botánica va literalmente a las raíces de nuestra realidad, descubriendo y catalogando las plantas de un universo para él desconocido. Nariño es partícipe de esta empresa y mantiene una estrecha relación con el científico revolucionario. Es a través de Nariño que sabemos de los árboles plantados por el Sabio Mutis en Santafé y de su traslado a Mariquita para estudiar de cerca las especies que por sus características sólo se darían en un clima más caliente.
El estudio de la problemática social de la época se une al estudio de las ideas revolucionarias y a la actividad científica. Santos Molano nos describe el papel histórico de la Expedición Botánica, de sus partícipes y de cómo, en torno a la misma, se sigue conspirando amparados por ella para alejar sospechas.
Más de dos siglos después de culminada la Expedición Botánica, la misma sigue siendo noticia. La edición del 19 de julio de 2004 del diario bogotano El Tiempo nos presenta el siguiente titular:
"Después de 221 años, encuentran en Mariquita (Tolima) la 'Pasiflora' perdida del sabio Mutis".
Un bejuco sencillo estudiado y catalogado por el Sabio Mutis en 1784 reapareció cuando ya se le daba por extinguido. Los descubrimientos científicos como las ideas revolucionarias no se extinguen, permanecen ocultos hasta que les llegue el momento preciso de salir a flote. Hermosa metáfora para esta novela que desentierra el bejuco perdido del pensamiento revolucionario colombiano y como la Pasiflora Mariquitensis, vuelve a la vida en estas fantásticas memorias.
De la rebelión de Los Comuneros a la rebelión de los chocolateros
Nada más americano que el chocolate. Bebida de los dioses, igual servía para calentar el cuerpo que para afilar las ideas. Y fue alrededor de una humeante taza de chocolate que se batieron y se espesaron muchas de las ideas revolucionarias de la época. El chocolate con colaciones aparece a través de la obra en diferentes ocasiones, servido en las reuniones de medianoche o en el mesón frecuentado por Nariño, donde ante una humeante taza de chocolate se servían ideas revolucionarias y se sorbían conspiraciones. Es precisamente en el mesón y ante una taza de chocolate que Nariño y Francisco Antonio Zea se conocen. Zea, profesor de latín, se especializaría en ciencias naturales y matemáticas, además de unirse a la causa revolucionaria. Estando reunidos en dicho sitio, nos narra Nariño:
"Sin la mejor discreción me dijo que yo era una de las personas que más admiraba –se me colorearon hasta los pelos—y que la Gaceta había sido para él como la revelación de la verdad".
Para ser interrumpidos en su charla por la mesonera de nombre Anacarsis y quien hablaba como si las palabras fueran todas una sola:
"¿Lesprovocarepetirchocolatitoalosseñores?" (pág. 142)
Y todos estos chocolateros, algunos miembros de la aristocracia de la época, habrían de anteponer la liberación de su patria a sus intereses personales; perdiendo en la empresa muchos su libertad, bienes y hasta su propia vida. Y el secreto mejor guardado por estos chocolateros y que nadie le confesara nunca al arzobispo, Caballero y Góngora, Nariño nos lo confiesa, resumiendo la esencia de esta obra y con ella, de aquella época histórica:
"El enemigo que los derrotaría era un hombre con ideas, un 'contrabandista de ideas' llamado José Celestino Mutis, que estaba formando, de contrabando, a una generación con ideas. Cuando esa generación estuviera aprontada, y empezara a actuar, los españoles saldrían de la América Latina como habían salido los ingleses de la América anglosajona".
IV Conclusiones
Cualquier lector podría leer decenas de libros acerca de Antonio Nariño y no llegar a tener nunca una apreciación exacta ni de su vida ni de su obra. Y eso es lo que pasa en general con los textos de historia: por alguna paradoja de la memoria "la historia se olvida"; o en otras palabras la historia institucional es tan aburridora que nos convierte en seres ahistóricos. La biografía de Nariño de Santos Molano deja en el lector una lección de historia absolutamente inolvidable: Quién era Nariño, cuál era su filosofía y qué papel jugó Nariño en la independencia de Colombia y de América, son hechos que quedan grabados para siempre en el disco duro imborrable de la memoria humana: los sentimientos y las emociones.
Es muy diferente el saber por qué vibraba Nariño por el amor de una mujer o por la independencia de la que llegaría a ser Colombia, que leer un frío texto de historia, por más acertado que sea, explicándonos quién era Nariño. Por naturaleza, al ser humano le gusta descubrir, hurgar, comparar y la novela de Santos Molano le da al lector esta posibilidad; y lo que es más despierta su curiosidad y le hace cuestionarse, a través del pasado, el presente. Ésa es la verdadera función de la historia, ser cómo un río de emociones y de hechos que fluye del pasado hacia el presente para convertirse en el futuro, pero sin perder la conexión con su punto de nacimiento.
La historia del pueblo colombiano ha sido una historia fragmentada y enterrada según los intereses de los gobernantes de turno. La obra de Santos Molano unifica el hilo conductor de este río histórico y le devuelve al pueblo colombiano aquél manantial primigenio de donde proceden todas nuestras bellezas o nuestros males.
En resumen, La confesión del secreto es una obra que brilla con luz propia. En un firmamento nocturno poblado de estrellas, no se necesita un telecopio para encontrar esta estrella polar de la literatura colombiana: su norte literario y filosófico habrá de servir de guía a muchas generaciones venideras de escritores y pensadores. |