Jorge Guaneme Pinilla
Dicen los entendidos que el corona virus ni siquiera llega a la categoría de un ser animal. Es mucho menos que eso. Pero ese ser invisible parece haber sido capaz de paralizar el planeta entero y de aterrorizar a todo el mundo. ¿La arrogante civilización tecnológica del S. XXI amenazada de jaque mate por un bicho invisible?
El Homo Sapiens, que se ha autoproclamado "corona de la creación", ha demostrado ser el peor depredador del planeta y amenaza acabar con toda la "creación", sólo para saciar su codicia de tenerlo todo, devorarlo todo (a sabiendas de que su estómago no podría deglutirlo todo). Proceder movido por la competencia como valor enaltecido a más no poder, es decir, la agresividad que enriquece a una ínfima minoría a costa de la inmensa mayoría.
A duras penas van menos de tres meses de pandemia con la parálisis de este frenético y suicida sistema y ya se percibe un cambio sorprendente: aire puro y silencio en las ciudades, por cuyas calles empiezan a aparecer manadas de animales hambrientos y en las aguas antes contaminadas reaparecen los peces y los delfines. Prueba irrefutable de la malignidad de la especie humana, amenaza para todos los demás seres vivientes. Prueba fehaciente, además, de la inmensa cantidad de consumo prescindible. Pero también, prueba innegable de que la peor amenaza para la humanidad es el ser humano mismo, que a diferencia de los demás seres que habitan el planeta, destruye su propio hábitat. No nos merecemos el planeta que pisoteamos.
En vez de la codicia y la competencia, la solidaridad resulta el más sensato y conveniente de los valores para asegurar el bienestar de todos. Cuán insensatas, en cambio, las guerras programadas para destruir, saquear y esclavizar naciones enteras, y que sustraen los recursos que podrían dedicarse a la salud, la educación y el bienestar de los pueblos.
Lo peor sería llegar a comprobar que el corona virus sea una pandemia creada artificialmente en un laboratorio, sólo con el fin de usarlo como arma biológica, como perversa estrategia para hacer aún más dinero a costa de la salud de millones de gentes y para realizar un ensayo de control de todo el mundo por medio del miedo.
Si todo eso resulta cierto, ¿se merece el homo sapiens un lugar sobre la tierra?
Dicen los entendidos que el corona virus ni siquiera llega a la categoría de un ser animal. Es mucho menos que eso. Pero ese ser invisible parece haber sido capaz de paralizar el planeta entero y de aterrorizar a todo el mundo. ¿La arrogante civilización tecnológica del S. XXI amenazada de jaque mate por un bicho invisible?
El Homo Sapiens, que se ha autoproclamado "corona de la creación", ha demostrado ser el peor depredador del planeta y amenaza acabar con toda la "creación", sólo para saciar su codicia de tenerlo todo, devorarlo todo (a sabiendas de que su estómago no podría deglutirlo todo). Proceder movido por la competencia como valor enaltecido a más no poder, es decir, la agresividad que enriquece a una ínfima minoría a costa de la inmensa mayoría.
A duras penas van menos de tres meses de pandemia con la parálisis de este frenético y suicida sistema y ya se percibe un cambio sorprendente: aire puro y silencio en las ciudades, por cuyas calles empiezan a aparecer manadas de animales hambrientos y en las aguas antes contaminadas reaparecen los peces y los delfines. Prueba irrefutable de la malignidad de la especie humana, amenaza para todos los demás seres vivientes. Prueba fehaciente, además, de la inmensa cantidad de consumo prescindible. Pero también, prueba innegable de que la peor amenaza para la humanidad es el ser humano mismo, que a diferencia de los demás seres que habitan el planeta, destruye su propio hábitat. No nos merecemos el planeta que pisoteamos.
En vez de la codicia y la competencia, la solidaridad resulta el más sensato y conveniente de los valores para asegurar el bienestar de todos. Cuán insensatas, en cambio, las guerras programadas para destruir, saquear y esclavizar naciones enteras, y que sustraen los recursos que podrían dedicarse a la salud, la educación y el bienestar de los pueblos.
Lo peor sería llegar a comprobar que el corona virus sea una pandemia creada artificialmente en un laboratorio, sólo con el fin de usarlo como arma biológica, como perversa estrategia para hacer aún más dinero a costa de la salud de millones de gentes y para realizar un ensayo de control de todo el mundo por medio del miedo.
Si todo eso resulta cierto, ¿se merece el homo sapiens un lugar sobre la tierra?
¿Una pandemia de laboratorio?