Conquista y destrucción de las Indias, 1492-1573
Esteban Mira Caballos
Si hay un libro que todo Latinoamericano debería leer es "Conquista y destrucción de las Indias, (1492-1573)", ya que es una de las pocas maneras de enterarse de lo que verdaderamente ocurrió a la llegada de los españoles a América: Un holocausto de proporciones gigantescas en el que podrían haber muerto entre 70 y 90 millones de nativos americanos, o sea, uno de los genocidios más grandes de que la humanidad tenga noticia.
No es de extrañar que este libro, editado en España, ya no esté a la venta y que me haya tocado importarlo a través de una librería en Bogotá a un alto precio. Cada página de este libro vale su peso en oro, ya que cuenta con las fuentes más completas donde están documentadas las múltiples masacres de los españoles y las tácticas que usaron para someter y acabar con civilizaciones más avanzadas que las de Europa, para esa época histórica.
Aunque el autor se esfuerza en ocasiones por explicar que el genocidio era algo normal para aquella época y que otras potencias colonialistas como Inglaterra, Holanda o Francia también cometieron grandes actos de genocidio, tratando de desvirtuar la llamada "Leyenda Negra", la gran cantidad de datos que aporta simplemente confirman que la "Leyenda Negra" no fue una mera leyenda sino una realidad histórica. Según el autor, la "Leyenda Negra", que acusaba a los españoles de ser unos bárbaros genocidas, fue cocinada por Inglaterra y otras potencias para "desprestigiar" a España.
A pesar de lo anterior, el autor, como ningún otro, logra documentar las masacres sistemáticas cometidas por los españoles, por diferentes razones, ya fuera para apoderarse del oro de Atahualpa, encontrar "El Dorado" o suprimir rebeliones indígenas, reales o imaginarias.
Los españoles de entonces eran lo más parecido que pudiera haber a los narcotraficantes actuales, querían riquezas rápidas y ejecutaban al que se interpusiera en su camino, de hecho, la mayoría de las masacres perpetradas en la América Latina moderna por narcotraficantes, gobiernos corruptos y dictaduras, llevan el sello de las practicadas por los españoles.
El terror, ayer como hoy, es el arma que se ha utilizado para aniquilar o someter a poblaciones enteras. Este es un aparte sobre este tema, del libro de MIra Caballos:
"Se utilizó sistemáticamente el terror como medio de sometimiento. En la plaza mayor de Cholula se cometió una de estas grandes matanzas de que estuvo jalonada la Conquista. Hernán Cortés siempre alegó que previamente los indios cholutecas habían urdido una conspiración para acabar con ellos. Y probablemente era cierto, pues, todos los cronistas coinciden en señalar toda una serie de síntomas. Para empezar, habían sacado de la ciudad a la mayor parte de sus mujeres e hijos y habían acumulado piedras en las azoteas. Y además, habían sacrificado a varios niños lo que se interpretó como parte del ritual previo al combate. Pero, con conspiración o sin ella, lo cierto es que la matanza fue brutal, despiadada y desproporcionada, dejando sin vida sobre el frió pavimento de la Plaza Mayor a seis millares de nativos. El objetivo real de tal masacre no fue frenar esa conspiración, pues con el ajusticiamiento de los cabecillas hubiese sido suficiente. Se pretendía infundir en los nativos tal temor que perdieran toda esperanza de resistencia. Uno de los españoles que participaron en la masacre. Bernal Díaz del castillo, escribió en este sentido lo siguiente:
'Que si no se hicieran estos castigos esta Nueva España no se ganara tan presto, ni atreviera (a) venir otra armada y que ya que viniera fuera con gran trabajo, porque les defendieran las puertas'.
No menos claro fue el padre Las Casas cuando dijo que la única justificación que tuvieron para consumar la masacre de Cholula fue sembrar su temor y braveza en todos los rincones de aquellas tierras".
Este mismo tipo de masacres, "para sembrar temor y braveza", se ha cometido por toda la América Latina moderna, el terror es el instrumento con que han administrado sus negocios los narcotraficantes como Pablo Escobar, los gobiernos dictatoriales como el de Pinoche en Chile y los gobiernos seudodemocráticos como el de Colombia, donde un expresidente y actual senador, Álvaro Uribe, tiene cerca de 300 procesos judiciales en su contra, algunos de ellos por masacres cometidas durante su gobierno.
Las masacres de líderes de izquierda en América Latina semejan a las masacres de los caciques indígenas por parte de los españoles, con una diferencia, los españoles los sustituían por otros que les obedecieran sin resistencia, como se expresa en este pasaje:
"Hubo, asimismo, un exterminio sistemático de caciques y de líderes indígenas que eran sustituidos por sus propios hijos o sobrinos, ya leales al Emperador. Los ejemplos se cuentan por decenas. Así, cuando, en 1524, Pedro de Alvarado se adentró en territorio quiché lo primero que hizo fue ajusticiar a los jefes indígenas Tecum Umal y Tepepul, quemando sus pueblos. Acto seguido, para evitar el vacío de poder, les quitó las cadenas a sus respectivos hijos y los proclamó ofícialmente como nuevos caciques. Y todo ello lo hizo, según contó él mismo Hernán Cortés, para bien y sosiego de esta tierra. Con no menos saña se comportó el metilense Gonzalo de Sandoval que, al norte de México, en la región de Pánuco, quemó en la hoguera a 400 caciques, hecho que fue elogiado después por su paisano Hernán Cortés".
En Colombia los líderes de izquierda y los líderes sociales han sido exterminados sistemáticamente por parte de la derecha, heredera directa de las tácticas de los genocidas españoles. No es de extrañar que Colombia haya vivido más de 500 años de genocidio, en verdad 1492 munca terminó.
Este libro, más que un libro histórico es un juicio histórico contra una sociedad violenta, la española, que a nombre de su religión, su Dios y su rey, aniquiló millones de personas con el único fin de hacer riquezas fáciles y rápidas, acabando con los seres humanos, el medio ambiente y cometiendo también un gran acto de etnocidio, quemando los libros mayas que condensaban siglos de sabiduría. Este es el clásico ejemplo de cómo una civilización inferior (la española, la europea) destruye a una civilización superior para apoderarse de sus riquezas, al igual que los españoles de hoy en día, los estadounidenses, destruyen países para apoderarse del oro moderno: el petróleo.
La "destrucción de las Indias" no fue solo eso, fue también la destrucción del futuro de la humanidad, ahora condenada a perecer en unas cuantas décadas por la voracidad del modelo de explotación capitalista, el cual está destruyendo el planeta porque su lógica es la acumulación de riquezas así tengan que destruir al que las produce y al mismo medio que nos permite subsistir.
No es de extrañar que este libro, editado en España, ya no esté a la venta y que me haya tocado importarlo a través de una librería en Bogotá a un alto precio. Cada página de este libro vale su peso en oro, ya que cuenta con las fuentes más completas donde están documentadas las múltiples masacres de los españoles y las tácticas que usaron para someter y acabar con civilizaciones más avanzadas que las de Europa, para esa época histórica.
Aunque el autor se esfuerza en ocasiones por explicar que el genocidio era algo normal para aquella época y que otras potencias colonialistas como Inglaterra, Holanda o Francia también cometieron grandes actos de genocidio, tratando de desvirtuar la llamada "Leyenda Negra", la gran cantidad de datos que aporta simplemente confirman que la "Leyenda Negra" no fue una mera leyenda sino una realidad histórica. Según el autor, la "Leyenda Negra", que acusaba a los españoles de ser unos bárbaros genocidas, fue cocinada por Inglaterra y otras potencias para "desprestigiar" a España.
A pesar de lo anterior, el autor, como ningún otro, logra documentar las masacres sistemáticas cometidas por los españoles, por diferentes razones, ya fuera para apoderarse del oro de Atahualpa, encontrar "El Dorado" o suprimir rebeliones indígenas, reales o imaginarias.
Los españoles de entonces eran lo más parecido que pudiera haber a los narcotraficantes actuales, querían riquezas rápidas y ejecutaban al que se interpusiera en su camino, de hecho, la mayoría de las masacres perpetradas en la América Latina moderna por narcotraficantes, gobiernos corruptos y dictaduras, llevan el sello de las practicadas por los españoles.
El terror, ayer como hoy, es el arma que se ha utilizado para aniquilar o someter a poblaciones enteras. Este es un aparte sobre este tema, del libro de MIra Caballos:
"Se utilizó sistemáticamente el terror como medio de sometimiento. En la plaza mayor de Cholula se cometió una de estas grandes matanzas de que estuvo jalonada la Conquista. Hernán Cortés siempre alegó que previamente los indios cholutecas habían urdido una conspiración para acabar con ellos. Y probablemente era cierto, pues, todos los cronistas coinciden en señalar toda una serie de síntomas. Para empezar, habían sacado de la ciudad a la mayor parte de sus mujeres e hijos y habían acumulado piedras en las azoteas. Y además, habían sacrificado a varios niños lo que se interpretó como parte del ritual previo al combate. Pero, con conspiración o sin ella, lo cierto es que la matanza fue brutal, despiadada y desproporcionada, dejando sin vida sobre el frió pavimento de la Plaza Mayor a seis millares de nativos. El objetivo real de tal masacre no fue frenar esa conspiración, pues con el ajusticiamiento de los cabecillas hubiese sido suficiente. Se pretendía infundir en los nativos tal temor que perdieran toda esperanza de resistencia. Uno de los españoles que participaron en la masacre. Bernal Díaz del castillo, escribió en este sentido lo siguiente:
'Que si no se hicieran estos castigos esta Nueva España no se ganara tan presto, ni atreviera (a) venir otra armada y que ya que viniera fuera con gran trabajo, porque les defendieran las puertas'.
No menos claro fue el padre Las Casas cuando dijo que la única justificación que tuvieron para consumar la masacre de Cholula fue sembrar su temor y braveza en todos los rincones de aquellas tierras".
Este mismo tipo de masacres, "para sembrar temor y braveza", se ha cometido por toda la América Latina moderna, el terror es el instrumento con que han administrado sus negocios los narcotraficantes como Pablo Escobar, los gobiernos dictatoriales como el de Pinoche en Chile y los gobiernos seudodemocráticos como el de Colombia, donde un expresidente y actual senador, Álvaro Uribe, tiene cerca de 300 procesos judiciales en su contra, algunos de ellos por masacres cometidas durante su gobierno.
Las masacres de líderes de izquierda en América Latina semejan a las masacres de los caciques indígenas por parte de los españoles, con una diferencia, los españoles los sustituían por otros que les obedecieran sin resistencia, como se expresa en este pasaje:
"Hubo, asimismo, un exterminio sistemático de caciques y de líderes indígenas que eran sustituidos por sus propios hijos o sobrinos, ya leales al Emperador. Los ejemplos se cuentan por decenas. Así, cuando, en 1524, Pedro de Alvarado se adentró en territorio quiché lo primero que hizo fue ajusticiar a los jefes indígenas Tecum Umal y Tepepul, quemando sus pueblos. Acto seguido, para evitar el vacío de poder, les quitó las cadenas a sus respectivos hijos y los proclamó ofícialmente como nuevos caciques. Y todo ello lo hizo, según contó él mismo Hernán Cortés, para bien y sosiego de esta tierra. Con no menos saña se comportó el metilense Gonzalo de Sandoval que, al norte de México, en la región de Pánuco, quemó en la hoguera a 400 caciques, hecho que fue elogiado después por su paisano Hernán Cortés".
En Colombia los líderes de izquierda y los líderes sociales han sido exterminados sistemáticamente por parte de la derecha, heredera directa de las tácticas de los genocidas españoles. No es de extrañar que Colombia haya vivido más de 500 años de genocidio, en verdad 1492 munca terminó.
Este libro, más que un libro histórico es un juicio histórico contra una sociedad violenta, la española, que a nombre de su religión, su Dios y su rey, aniquiló millones de personas con el único fin de hacer riquezas fáciles y rápidas, acabando con los seres humanos, el medio ambiente y cometiendo también un gran acto de etnocidio, quemando los libros mayas que condensaban siglos de sabiduría. Este es el clásico ejemplo de cómo una civilización inferior (la española, la europea) destruye a una civilización superior para apoderarse de sus riquezas, al igual que los españoles de hoy en día, los estadounidenses, destruyen países para apoderarse del oro moderno: el petróleo.
La "destrucción de las Indias" no fue solo eso, fue también la destrucción del futuro de la humanidad, ahora condenada a perecer en unas cuantas décadas por la voracidad del modelo de explotación capitalista, el cual está destruyendo el planeta porque su lógica es la acumulación de riquezas así tengan que destruir al que las produce y al mismo medio que nos permite subsistir.