Carta abierta sobre la importancia de la verdad histórica en el proceso de paz

Maria Valencia Gaitán

 

 

Señor Presidente
JUAN MANUEL SANTOS
Fina atención del Vicepresidente
ANGELINO GARZÓN
Presente

Paris, 16 de mayo 2013

 

Asunto: CARTA ABIERTA SOBRE LA IMPORTANCIA DE LA VERDAD HISTÓRICA EN EL PROCESO DE PAZ.

Señor Presidente Juan Manuel Santos,
Bajo el peso de sesenta y siete años de impunidad jurídica e histórica, me dirijo a Usted, para expresarle no solamente mi sentimiento de esperanza por el proceso de paz que se adelanta bajo su gobierno, sino también para exponerle, como nieta de Jorge Eliécer Gaitán, mis reflexiones sobre el papel de la verdad histórica y el perdón en la búsqueda de una reconciliación nacional duradera.

Como es de su conocimiento, el 7 de febrero de 1947, mi abuelo pronunció la Oración por la Paz exigiéndole al presidente Mariano Ospina Pérez que ejerciera su mandato para frenar la violencia oficial que azotaba al país. Una violencia, Señor Presidente, que lejos de ser una prolongación de las guerras civiles entre liberales y conservadores propias del siglo XIX, se trató de una persecución que comenzó con el propósito de impedir la inminente llegada al poder del proyecto por la restauración moral y democrática de la República liderado por Gaitán. En 1946, esta persecución se transformó en un exterminio premeditado, sistemático y generalizado contra el Movimiento Gaitanista, con la evidente complicidad por acción y por omisión del Estado colombiano, como lo demostró mi abuelo en los tres (3) memoriales de agravios entregados personalmente al Presidente Mariano Ospina Pérez.

El magnicidio de mi abuelo, el 9 de abril de 1948, hace parte de ese genocidio y desde entonces, el asesinato se convirtió en Colombia en la forma más extrema de censura y la impunidad la norma.

Para defender sus vidas, el pueblo gaitanista, que para ese momento ya había hecho simbiosis con el pueblo liberal, tuvo que internarse en el monte y así se dio, con el tiempo y las circunstancias, inicio a la guerrilla que hoy está sentada en la mesa de negociación en La Habana. Una situación que fue pronosticada por mi abuelo en la Oración por la Paz:

..." Bien comprendéis que un partido que logra esto (Manifestación del Silencio), muy fácilmente podría reaccionar bajo el estímulo de la legítima defensa... Pero si esta manifestación sucede es porque hay algo grave y no por triviales razones".

Esta verdad histórica está ampliamente documentada en la correspondencia que recibió mi abuelo y que conservamos con cautela, ya que en gobiernos anteriores ha sido saqueada y violentada.

En 1997/98 pude comprobar estos hechos, corroborándolos con las entrevistas que durante un viaje de más medio año realicé por toda Colombia, recogiendo los testimonios de un centenar de hombres y mujeres que padecieron directa o indirectamente esta persecución estatal. Parte de este material lo comparto a través de un corto documental que complementé con un documento de 13 páginas que me permito anexarle a esta comunicación.

Con el fin de abrirle paso a esta reflexión pendiente, en el año 2011 gestioné en el Senado la incorporación en la ley de Víctimas y Restitución de Tierras, la fecha símbolo del 9 de abril como el día nacional de la memoria y solidaridad con las víctimas de este conflicto.

Señor Presidente, después de 67 años de esta encarnada violencia que padecemos lo(a)s colombiano(a)s, le solicito respetuosamente avanzar de manera sistemática, sincera y transparente con el esclarecimiento de la verdad histórica. Es fundamental sacar a la luz pública las responsabilidades nacionales e internacionales en el origen e iniciación de este conflicto y la incapacidad del Estado colombiano para frenarlo.
La verdad de estos hechos y su pública aceptación calmarían en gran parte las hondas tristezas, frustraciones, rabias y dolores acumulados en estos años de indiferencia frente al pasado que le dio origen a nuestro presente. De lo contrario, siento imposible el logro de una verdadera reconciliación y la paz duradera que tanto anhelamos.
No estoy reflexionado en nada que no haya sido contemplado en la Ley 1488 de 2011 y esbozado en el quinto punto de la agenda del Acuerdo General firmado entre el gobierno y las FARC, el 26 de agosto de 2012 para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera. Sólo insisto en el inmediato y riguroso cumplimiento de los artículos 23, 141 y 143 de la Ley de Víctimas, donde se establece que "las víctimas, sus familiares y la sociedad en general, tienen el derecho imprescriptible e inalienable a conocer la verdad acerca de los motivos y las circunstancias en que se cometieron las violaciones de que trata el artículo 3° de la presente Ley"; que el Estado colombiano debe "asegurar la preservación de la memoria histórica, la no repetición de los hechos victimizantes, la aceptación pública de los hechos, la solicitud de perdón público y el restablecimiento de la dignidad de las víctimas" y por último, "propiciar las garantías y condiciones necesarias para que la sociedad, pueda avanzar en ejercicios de reconstrucción de memoria como aporte a la realización del derecho a la verdad del que son titulares las víctimas y la sociedad en su conjunto".
Gestos similares en el mundo deben servir de espejo. Por ejemplo, en diciembre del 2012, el presidente de Francia, François Hollande, reconoció durante su visita oficial a Argelia, los crímenes que cometió el colonialismo francés en este país y le ordenó al Archivo Nacional de Francia abrir toda la documentación existente para que los investigadores avancen en el tema. Hoy en Guatemala, luego de treinta años de impunidad, el Alto Tribunal de Guatemala le ordenó a su Estado pedir perdón públicamente a los indígenas mayas-ixiles, víctimas del genocidio durante 1982 y 1983.
Señor Presidente, ya existe el marco jurídico que establece lo planteado, no falta sino su voluntad política para lograrlo.
Con la esperanza de que mis reflexiones tengan eco en su voluntad de paz, reciba mi saludo respetuoso,

MARíA VALENCIA GAITÁN
mvgaitan@yahoo.com