El PROCESO DE NEGOCIACIÓN:
NORUEGA, UN TESTIGO ÚNICO
Y EXCEPCIONAL
Humberto Vélez Ramírez
Por estos días, 17 y 18 de octubre, en Oslo para precisar los aspectos de los cuatro puntos pactados en la Habana, pero que quedaron cortos o mochos (el afinamiento de los Equipos, sobre todo, asuntos de mecánica procesal y de relaciones con los Medios), se ha realizado la fase final de la primera etapa exploratoria de pre-negociación, pero, al mismo tiempo, se han inaugurado las conversaciones formales a partir de sendas Conferencias de prensa de los equipos negociadores. Pero, antes de que se marchen para la Habana, importa significar el profundo valor político y moral de esta corta transición por Noruega.
Como necesario contexto de este Atisbos importa reiterar hasta el cansancio en el sentido y los alcances de la tesis que señala que “la justicia social es el nombre sincero de la paz, una paz encaminada a cambios substanciales y no cambios cosméticos”. De un lado, conviene recordar que mientras en la tierra subsista una huella de esa incorregiblemente conflictual interacción entre humanos, la construcción de paz será un reto de todos los días, a toda hora y a todo momento; y por el otro, cada vez es más claro, que la pre-negociación que se inició en la Habana no es más que un esfuerzo por hacer la dejación de la armas de tal manera que en el régimen político pueda hacer presencia la política desarmada, una política civilmente rebelde orientada a crear una cultura democrática, así como una sociedad socialmente equitativa sea el que sea su signo ideológico.
Cuando en 1964 surgieron las Farc no existía el 64% de la actual población colombiana, lo que significa que 26 millones de colombianos, el segmento más joven de los habitantes, no han tenido un solo día sin conflicto interno armado (1964-2012); y como contraste a la negativa, para esa fecha la población existente apenas estaba saliendo de la tragedia necrófila de unos partidos cuyas directivas la había obligado a despedazarse, física y mentalmente entre sí, pugnando por imponer el sentimiento de azul-conservador y rojo-liberal(1946-1957). Como lo ha destacado Jorge Orlando Melo en muchos de sus escritos, en Colombia en los últimos veinte años ha muerto por mano de sus propios prójimos casi medio millón de personas, más que en Bosnia o Yugoslavia, más que en la guerra del Vietnam; como lo ha destacado Melo, un país así, “es un país muy especial”. Tan especial, por su parte, como lo he enfatizado en muchos Atisbos, como para pensar que esa perversidad ha entrado a hacer parte intrínseca de la propia organización social colombiana.
Entonces, he ahí el esfuerzo al que Noruega, de cara a Europa y al Mundo, servirá de testigo político y moral: el que el Estado colombiano y las Farc colombianas- en el espíritu del acto estará allí también el ELN- han decidido iniciar un proceso de negociación orientado a pactar unos acuerdos para jalarle al aprendizaje de dejarnos de matar.
Pero, ¿por qué en OSLO-NORUEGA?
Por ser la Ciudad-Paz; por ser la Capital mundial del Premio Nobel; por ser la Capital de los Vikingos, ese clásico pueblo guerrero y navegante que, entre los siglos VIII y XI, asimiló una cultura entre guerrera y pacifista fundando y reunificando pequeños imperios en la Europa primigenia; pero, sobre todo y ante todo, porque el Estado y la Sociedad noruega han mantenido izada en lo más alto de su política exterior la bandera de la paz para todos los rincones de la tierra.
En la misma actual Europa, Noruega es un caso especial: no hace parte de la Unión Europea ni de la zona euro, con nadie tiene problemas limítrofes y, desde hace medio siglo, su economía está respaldada por la explotación de sus enormes reservas petroleras. Entonces, utilizando sus excedentes derivados del petróleo se ha dedicado a recorrer el mundo cooperando en el tratamiento de los conflictos. Así ha sido en Chipre, Sudán, Palestina, Myanmar, Aceh, Haití, Sri Lauka, Guatemala, Filipinas etc… y desde abril del 2011 han tomado contactos con Colombia.
El pasado mes de septiembre Gahr Stoere, Ministro de Relaciones Exteriores, se despidió del cargo saludando “la valentía” del Presidente Juan Manuel Santos y de las Farc y ofreciéndoles “lo que se requiera en apoyo facilitador”. Para abordar el caso Colombia, los noruegos han dispuesto un tinglado que comprende dos funcionarios del Ministerio de Relaciones Exteriores, el Instituto para la Investigación para la Paz de Oslo y un conjunto de Ongs noruegas que trabajan con similares colombianas.
Para aprenderle a los noruegos, destaquemos lo que le dijo a El Tiempo un funcionario del gobierno noruego, vamos “tejiendo sin afán y sistemáticamente, el contexto de formación, información, intercambio de experiencias, e investigación, que finalmente propicia un clima de confianza, idóneo para que las partes protagonistas enfrentadas decidan sentarse a negociar”.
Digamos finalmente, que no obstante tratarse de un proceso dificultoso, delicado y complejo, el hecho de haber pasado por Noruega constituye una garantía o seguro de buena ruta. Así sea…
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