MEDIA HORA DE AMOR
Mario Lamo JIménez
Pequeña alcoba de motel de amantes de medianoche. Una cama doble, un cuadro de mal gusto en la pared, una radio con música suave. Y todo a media luz. Vemos a una pareja en sus treintas sentada al borde de la cama.
Marcelo: Dime, Sorayda, cuánto cobras por la hora.
Sorayda: Yo no cobro por la hora, cobro por el polvo.
Marcelo: Entonces me salvé, porque yo me demoro como tres horas en echarme un polvo.
Sorayda: ¿Te echas un polvo o te echas una siesta?
Marcelo: ¿Cuánto fue que dijiste que cobrabas por el polvo?
Sorayda: ¿Y cuánto fue que tú dijiste que pagabas por la hora?
Marcelo: Verás, me… me da pena decirlo pero la verdad es que… MARCELO SE LEVANTA, SE AFLOJA UN POCO LA CORBATA
Sorayda: SE RETOCA EL MAQUILLAJE CON UNOS POLVOS DE BOLSILLO
…¿que no tienes plata?…
Marcelo: La verdad es que nunca me he acostado con una puta…
SORAYDA: RIÉNDOSE: ¿Qué hombre en su sano juicio no se ha acostado alguna vez con una puta?
Marcelo: Exactamente, ese es el problema… ARROJA LA CORBATA EN UNA SILLA, SE SIENTA MIRANDO A SORAYDA… Nunca he estado en mi sano juicio.
Sorayda: No me digas que acabas de salir de un manicomio…
Marcelo: Exactamente, ¿cómo lo sabías? ¿Se me nota mucho la cara de loco?
Sorayda: A decir verdad, no. Hasta me pareces demasiado cuerdo.
Marcelo: Acabo de salir del manicomio… del manicomio del matrimonio. Quince años de cárcel, todo por el crimen de decir una sola palabra, “Sí”.
Sorayda: ¿La dejaste o te dejó?
Marcelo: RIÉNDOSE Ninguna de las dos cosas, me conmutaron la pena. SERIO La muy puta me había engañado todos esos años y yo, ingenuamente, nunca me había dado cuenta. Fue mi novia de toda la vida. Tenía 20 años cuando nos casamos, pero por suerte no tuvimos hijos… Además de cara de loco, debo tener cara de idiota…
Sorayda: Maridos cornudos hay por todas partes, las hembras nos volvimos muy putas.
Marcelo: Luego aceptas que tengo cara de idiota…
Sorayda: Por el contrario, tienes una mirada muy inteligente.
Marcelo: Gracias… MIRANDO A SORAYDA A LOS OJOS Lo último que sospeché de ti cuando te vi en el café es que fueras una puta. Podrías haber sido simplemente cualquier chica chic en una tarde caliente.
Sorayda: O una chica caliente en una tarde cualquiera…
Marcelo: No sé, hubo algo en tus ojos que me hizo fijarme en ti… tal vez tu mirada transparente como una luna llena…
Sorayda: Gracias por lo de la mirada. Ya veo por qué eres escritor... ¿Eres también psicólogo o poeta?
Marcelo: Dicen que de músico, poeta y loco, todos tenemos un poco. Y tú, ¿has sido puta toda la vida?
Sorayda: SE RÍE, SE PONE DE PIE, SUBE EL VOLUMEN DE LA MÚSICA DEL RADIO. SE QUITA UN PAÑOLÓN Y ENVUELVE A MARCELO CON EL MISMO Y LO ATRAE HACIA SÍ. SORAYDA SE MUEVE SENSUALMENTE.
Marcelo: No me contestaste mi pregunta.
Sorayda: ¿Y qué diferencia hace? ¿No acabas de decir que tu mujer fue una puta todo el tiempo que estuviste con ella? Simplemente vas de puta en puta.
Marcelo: SE SIENTA AL BORDE DE LA CAMA, SE AGARRA LA CABEZA CON LAS MANOS. Yo la tenía en un pedestal. Para mí, era la mujer perfecta. La que iba a ser buena madre, buena esposa, buena abuela, buena ama de casa…
Sorayda: SE SIENTA A SU LADO ¿Buena amante?
Marcelo: LA MIRA FÍJAMENTE, PAUSA POR UN MOMENTO. ¿Y es que además de puta eres bruja?
Sorayda: Los dos estereotipos que le han asignado a la mujer cuando no se acoge a las normas de una sociedad que la discrimina, o es puta o es bruja.
Marcelo: ¡Además de puta, feminista! Ni más faltaba.
Sorayda: Gracias por recordarme el tercer estereotipo, ¡feminista! Entonces no era buena en la cama…
Marcelo: Sí y no.
Sorayda: ¿Sí y no? Explícate.
Marcelo: Era muy bueno echarle un polvo, pero ella parecía no disfrutar.
Sorayda: ¿Tuvo alguna vez un orgasmo contigo?
Marcelo: ¿Ahora eres tú la psicóloga? No, nunca tuvo un orgasmo. ¿Por qué no empiezas más bien a hacer ahora lo que se supone que tiene que hacer una puta?
Sorayda: Ninguna puta empieza a hacer nada si no le pagan por adelantado.
Marcelo: ¿O sea que ya te debo intereses? SACANDO LA BILLETERA Leí en un sitio Web que una puta cara cobraba dos millones, te parece bien eso?
Sorayda: No soy una puta cara… ¡soy carísima!
Marcelo: SE RÍE COMO UN LOCO Estás empezando a llegarme, me gusta tu sentido del humor. Tarifa de puta carísima. SACA UN FAJO DE BILLETES Y LOS PONE ENCIMA DE LA MESA DE NOCHE. ¿Y ahora, qué?
Sorayda: El cliente generalmente se desnuda y se mete debajo de las sábanas.
Marcelo: Eso sería para un cliente sin imaginación y además muy aburridor. Recuérdate que te dije que era escritor.
Sorayda: Marcelo Fernández, escritor y poeta y loco… ¿qué locura quieres hacer?
Marcelo: ¿Qué opinas si te hago un striptease?
Sorayda: Pero faltan la música, las luces… el vestuario
Marcelo: Si me esperas un minuto te doy una sorpresa… voy al cuarto de baño. SALE DE ESCENA CON UN MALETÍN EN LA MANO
Sorayda: HABLANDO SOLA Espero que no me pida que también le haga un striptease... LO PIENSA Pero, no está mala la idea, ¿cómo haría un striptease una ex monja? UNA LUZ AZUL ILUMINA EL ESCENARIO; SORAYDA SE IMAGINA QUE ESTÁ HACIENDO UN STRIPTEASE PARA MARCELO, SE ESCUCHA LA MÚSICA DE SWEET DREAMS (CON LA QUE DEMI MOORE BAILA EN SU PELÍCULA “STRIPTEASE”)
SORAYDA SE DESNUDA SENSUALMENTE, TIENE EN LA CABEZA UN TOCADO BLANCO DE MONJA. MARCELO ES COMO EL CLIENTE DE UN CLUB DE STRIPTEASE EN LA PRIMERA FILA, SORAYDA SE LE ACERCA PROVOCATIVAMENTE, MARCELO PONE UN BILLETE ENTRE SU ROPA INTERIOR. FINALMENTE ELLA SE DESPOJA DEL BRASIER Y LO LANZA A LA CARA DE MARCELO, LA ESCENA QUEDA A OSCURAS, LA MÚSICA SIGUE POR UNOS MOMENTOS. SUBEN LAS LUCES SUAVEMENTE, SORAYDA ESTÁ VESTIDA Y CONSERVA TODAVÍA SU POSE SOÑADORA
Marcelo: ENTRA EN ESCENA. SACANDO UN iPOD DEL MALETÍN Aquí está la música. ¿Te gusta Jane Birkin?
Sorayda: DESPERTÁNDOSE DE SU SUEÑO ¿Jane, quién?
Marcelo: Jane Birkin... La de la famosa canción, Je T'Aime...
Sorayda: ¿La de los orgasmos musicales?
Marcelo: La misma, pero esta es otra canción que ella cantaba. Nunca le hice un striptease a mi esposa, pero siempre tenía esa fantasía en la cabeza.
Sorayda: ¿Por qué no se lo hiciste?
Marcelo: Porque al final pasaría lo mismo, haríamos el amor mecánicamente y yo me imaginaría que no le estaba haciendo el amor a ella sino a Jean Birkin…
Sorayda: Ahora entiendo, el “marido fiel” le era infiel a la esposa en sus pensamientos…
Marcelo: ¿Acaso si me imagino que te maté tú te caes muerta? Cualquiera puede tener fantasías… el problema es actuarlas…
Sorayda: Empieza de una vez que para eso me estás pagando. ¿Tengo que darte al final una propina?
Marcelo: Solo si te gusta…
MARCELO PRENDE EL iPOD Y SUENA LA MÚSICA DE “POUR UN FLIRT AVEC TOI”.
EMPIEZA A BAILAR Y A DESNUDARSE LENTAMENTE.. SE QUITA LA ROPA, PRENDA POR PRENDA, VA ARROJÁNDOLA A LA CAMA, CERCA DE SORAYDA. QUEDA EN ROPA INTERIOR, DE ESPALDAS A SORAYDA. SE VOLTEA. SORAYDA SE RÍE LOCAMENTE.
Sorayda: APLAUDIENDO Esa es la ropa interior más chistosa que he visto en mi vida.
Marcelo: ¿Te gusta?
Sorayda: ¿Siempre andas con eso puesto?
Marcelo: No, la encontré hace unos días en una tienda y me pareció que sería divertida para un striptease.
Sorayda: Es la primera vez que veo la trompa de un elefante entre las piernas de un hombre. ¿Será para compensar por lo que no hay debajo?
Marcelo: ¿O tal vez para tapar lo que sí hay? Además, el sexo no está en el tamaño sino en la mente. Me imagino que como puta ya habrás visto de todo.
Sorayda: ¿Sabes que esta es la décima vez que me llamas una puta? Me deshumaniza.
Marcelo: ¿Acaso no eres una puta?
Sorayda: Supongamos que no.
Marcelo: ¿Es que no lo eres?
Sorayda: Veamos, imagínate que no soy una puta y que me quieres seducir. ¿Por qué no empezamos otra vez desde el principio?
Marcelo: ¡Pero si ya te pagué!
Sorayda: Se dirige a la mesa, toma los billetes, camina hacia la ventana, la abre y los echa a volar con el viento.
Marcelo: SE LEVANTA DE LA CAMA, MIRA LOS BILLETES CAER EN LA CALLE.
¡Botaste tu dinero y ahora hay docenas de personas recogiéndolo!
Sorayda: Querrás decir tu dinero porque nunca me lo gané. Ahora sí, empieza a seducirme y deja de llamarme puta.
Marcelo: ¡Fuera de puta, loca! EMPIEZA A VESTIRSE, SE COLOCA LOS PANTALONES Y LA CAMISA DESABOTONADA
Sorayda: ¿Cuál de los dos es más puto, la que peca por la paga o el que paga por pecar?
Marcelo: Está bien, Sor Juana Inés, no te llamaré puta más. ¿Te han dicho alguna vez que tienes una mirada hermosa?
Sorayda: ¿Solo la mirada?
Marcelo: Bueno, eres una mujer muy atractiva… si no fueras…
Sorayda: ¿Si no fuera qué? ¿Una puta? Así no se seduce a una mujer, ya veo porque tu esposa te era infiel…
Marcelo: ¿Por qué crees que mi esposa me era infiel?
Sorayda: ¿Qué tipo de libros escribes? ¿Eres famoso?
Marcelo: No contestaste mi pregunta…
Sorayda: Ni tú la mía.
Marcelo: Si te respondo, ¿prometes contestármela? SORAYDA ASIENTE CON LA CABEZA No soy famoso ni nunca lo seré, soy un escritor fantasma.
Sorayda: No me digas que eres el fantasma de Vargas Vila...
Marcelo: Verás, escribo novelas para mujeres ricas y aburridas de la vida que quieren que algo excitante pase en su existencia. Ellas pasan por grandes autoras y yo paso por un gran cheque.
SORAYDA: SE RÍE A CARCAJADAS ¿Y por qué no escribes una novela bajo tu propio nombre?
Marcelo: Me alegra que te divierta la historia de mi vida. Publiqué una novela con mi nombre. Se vendieron doscientos ejemplares. Los compré yo mismo. PAUSA Pero, nos estamos desviando del tema, ¿no se suponía que yo iba a seducirte? Ah, y además me ibas a decir por qué creías que mi esposa me era infiel.
Sorayda: ¿Fuiste su primer amante?
Marcelo: Era virgen cuando la conocí…
Sorayda: Es obvio. No la satisfacías, quería tener experiencias eróticas con otros hombres, estaba aburrida de lo mismo, quería saber si con otro hombre sentiría algo distinto. Bueno, ahora te daré una oportunidad para seducirme. Cuéntame un cuento erótico y te lo inventas sobre la marcha.
Marcelo: Contar no es lo mismo que escribir, cada acción sucede en diferentes partes del cerebro…
Sorayda: Yo te digo el comienzo y tú sigues… Un hombre de mediana edad, digamos como tú, se encuentra una mujer interesante en un café. El hombre está deprimido porque se acaba de divorciar de su mujer, entonces…
Marcelo: Ese no es el comienzo de una historia erótica, es lo que nos pasó esta misma noche… PAUSA Ah, ya veo… la mujer le sonríe y…
SORAYDA Y MARCELO SE SIENTAN EN DOS SILLAS APARTE. SIMULAN LA ESCENA DEL CAFÉ.
Marcelo: CAMBIANDO LA VOZ ¿Qué le provoca hoy, don Marcelo? CON SU PROPIA VOZ Gracias, Felipe, lo mismo de siempre. Un capuchino bien espumoso. CON LA VOZ DEL MESERO ¿Canela o cardamomo, don Marcelo? CON SU PROPIA VOZ ¿Podrías hacerme un favor, Felipe? No me llames más “don” o si no te empezaré a llamar también “don Felipe”. CON VOZ DEL MESERO Pero, do..., don Marcelo, son órdenes del jefe de cómo debemos tratar a los clientes. CON VOZ DE MARCELO ¿Acaso el cliente no tiene siempre la razón? No más “don” y con canela por favor. MIRA A SORAYDA, QUIEN SONRÍE. EN VOZ BAJA A FELIPE ¿Ya atendiste a la dama de aquella mesa? Llévale, por favor, un capuchino a mi nombre.
Sorayda: ¡Pero yo no pedí ningún capuchino! VOZ DE FELIPE Es cortesía del caballero de la mesa del frente, don Marcelo.
MARCELO LE SONRÍE A SORAYDA, ELLA LE DEVUELVE LA SONRISA, SE DIRIGE HACIA ELLA.
Marcelo: ¿Sería mucho atrevimiento sin compartimos un café juntos?
Sorayda: Encantada, siéntese. Y, gracias por el capuchino.
Marcelo: LE TIENDE LA MANO Marcelo Fernández, un servidor.
Sotayda: Sorayda Zúñiga, no sé si seré su servidora, pero estoy encantada de conocerlo.
VOLVEMOS A LA ESCENA DEL MOTEL
Marcelo: Hablan por media hora de cosas triviales. Empieza a llover y él se ofrece a llevarla a su casa. Cuando están en el auto, ella lo toca suavemente entre las piernas, el hombre se excita y de pronto se da cuenta de que en verdad está con una puta y le propone si quiere ir a un motel…
Sorayda: Ahí está el punto central de tu escena erótica. Ella lo acaricia y él decide que si lo está acariciando debe de ser una puta…
Marcelo: ¿Quieres decir que en verdad no eres una puta?
Sorayda: Si soy una puta… desde que te conocí en el café. Me gustó tu forma de tratar al mesero y presentí que eras una persona interesante… Para decirte la verdad, nunca me he acostado con un hombre…
Marcelo: SORPRENDIDO ¡No me digas que además eres virgen!
Sorayda: Estuve en un convento por diez años. “Las Adoratrices de las Llagas de Cristo”. No sé cómo lo pude soportar. Mi esposo moral era Jesucristo y había decidido que a él dedicaría mi vida. En ese convento pasaban cosas raras.
Marcelo: ¿Cómo qué?
Sorayda: Lo supe por el jardinero… me dijo que había fetos enterrados entre las rosas del jardín… No quise creerlo, hasta que un día, desapareció una hermana. Era joven y atractiva. Había sangre en su habitación. El cadáver fue encontrado mutilado y desmembrado días más tarde. Acusaron del crimen a su compañera de alcoba… pero según el jardinero, había sido un crimen pasional y la otra monja no había tenido nada que ver, la habían usado de chivo expiatorio… al poco tiempo despidieron al jardinero… mucho más tarde, la otra hermana fue puesta en libertad por falta de pruebas y nunca se encontró al verdadero culpable…
Marcelo: SE ACERCA A ELLA, LA MIRA FIJAMENTE, LA TOMA ENTRE LOS BRAZOS. LE ACARICIA LA CARA, EMPIEZA A RECORRER SU CUERPO CON SUS MANOS, LA BESA EN EL CUELLO, TRATA DE BESARLA EN LA BOCA
Sorayda: SE LEVANTA DE LA CAMA Escuché los gritos aquella noche. Había una gran tempestad y estaban cayendo rayos. Me asomé a mi puerta y alcancé a distinguir la figura de un hombre, un hombre de sotana que salía de la habitación de Sor Alicia… La policía me interrogó, pero no les dije nada, sabía que si hablaba, la otra muerta sería yo… LLORA, SE AGARRA LA CABEZA CON LAS MANOS
Marcelo: SE LEVANTA DE LA CAMA, SE ACERCA A SORAYDA, EN SU iPOD PONE UNA CANCIÓN, SE ESCUCHA UN BOLERO, “SABOR A MÍ”. BAILAN HASTA QUE TERMINA LA MÚSICA, SIGUEN ABRAZADOS. Tu historia en verdad me ha conmovido. Querías servir a Dios y estabas sirviendo al diablo.
Sorayda: Nunca había bailado amacizada con un hombre… algo vibró en mí, pero mi mente se niega a aceptarlo…
Marcelo: ACARICIA LA BARBILLA DE SORAYDA; LA MIRA FÍJAMENTE A LOS OJOS El demonio de la carne. La religión convirtió el sexo en pecado y penalizó el placer. Mira lo que crearon en verdad con sus prohibiciones, demonios vestidos de ángeles. La religión nos hizo sentir culpables por sentir placer… ¿Alguna vez te has masturbado? ¿Has tenido un orgasmo?
Sorayda: No, pero sé lo que es el deseo. En mis sueños un hombre apuesto entraba en mi celda y me encontraba desnuda en la cama, masturbándome con una vela bendita. El hombre se desnudaba y yo sentía su miembro que me penetraba hasta lo más profundo del alma. Cuando estaba a punto de tener un orgasmo, abría los ojos y el hombre guapo se había transformado en un demonio. Sus ojos eran de fuego y era mitad humano y mitad animal. Me tenía atrapada con sus cuernos contra la almohada. Trataba de gritar y no me salía la voz. El hombre me besaba y su lengua, bifurcada como la de una culebra me atravesaba la garganta. Finalmente, lograba alcanzar la vela bendita que se había caído al piso y lo golpeaba con ella… entonces, el demonio se desvanecía, y yo me despertaba sudorosa y temblando… y con una vela bendita resquebrajada en la mano… SORAYDA LLORA
Marcelo: TOMA A SORAYDA EN SUS BRAZOS, LE ACARICIA EL CABELLO Por suerte solo era una pesadilla, no te voy a decir que no llores porque así logras sacar todos esos sentimientos encontrados que llevas dentro. La religión te hizo ver el sexo como algo demoníaco y eso te producía esas pesadillas… Verás, cuando yo me masturbé por primera vez me sentí infinitamente culpable. Me sentía sucio y pecador. Yo estudiaba en un colegio de curas y había aprendido muy bien la lección: masturbarse era un vicio y un pecado…
Sorayda: Eran algo más que pesadillas, cuando me despertaba sentía chorrear de mi vagina un hilo de leche blanca…
Marcelo: Si un demonio te hubiera eyaculado por dentro, ¿no crees que en algún momento habrías quedado embarazada?
Sorayda: Yo no quedé embarazada, pero a otra hermana que nunca había tenido relaciones con ningún hombre de repente le empezó a crecer el vientre… había tenido mi misma pesadilla… además, yo soy estéril… decidí entrar a un convento después de que tuve una histerectomía. Quería ser una mujer como todas las mujeres, tener un esposo, ser madre y de repente mis sueños se fueron a la deriva, como una hoja arrastrada por el viento…
Marcelo: LA ATRAE HACIA SÍ Y LA ABRAZA Una mujer siempre será mujer, ningún ser humano está definido por el aparato reproductivo que tenga o no tenga. Hay mujeres estériles que se casan y adoptan hijos, viven la maternidad y son abuelas, llevan una vida completamente normal…
Sorayda: SE APARTA DE MARCELO No me consueles. Mi vida ya pasó, y aquí estoy, contándosela a un perfecto desconocido que vio en mí una puta y la trajo a un motel para satisfacerse con ella. Nada te hace mejor que el demonio de mis sueños. Debo marcharme. Llamaré un taxi.
Marcelo: ¿Puedo confesarte algo?
Sorayda: Confiesa lo que quieras, pero no soy cura para absolverte. Entonces llamaré el taxi.
Marcelo: Me estoy enamorando de ti.
Sorayda: Ya lo sé. Quieres tu media hora de amor y después deshacerte de mí con cualquier excusa. Voy a llamar el taxi.
Marcelo: Pensé al principio que la que quería media hora de amor eras tú. Yo no te puse primero mi mano entre tus piernas. No lo puedes negar, me deseaste y ahora el demonio de la religión quiere que me golpees en la cabeza con la vela bendita de la negación del deseo… ¿No tiene sentido? Sorayda, mírame a los ojos. No soy ningún demonio. Está bien, lo acepto, pensé al principio que me acostaría contigo y que te pagaría por ello. No te estaba viendo como un ser humano… ahora te veo con otros ojos… los ojos del amor…
Sorayda: SE RÍE Señor escritor, ¿no se da cuenta de que el guión de su historia es muy predecible? Usted acaba de sufrir una decepción amorosa, se siente solo, busca compañía. Confunde la soledad con el amor y le dice a la primera mujer con la que tiene la oportunidad de estar solo que se está enamorando de ella… Tal vez sienta lástima de mí, tal vez usted necesite compañía, pero, ¿amor? ¿Cómo me va a amar si apenas me conoce?
Marcelo: Ahora me tratas de “usted”… pero te tengo que confesar algo más. No era completamente cierto cuando dije que nunca había estado con una puta…
Sorayda: SE RÍE ¡El gran marido fiel sí andaba de putas! Y, ahora dice que me ama…
Marcelo: Por favor, un momento, no saltes a conclusiones. Fue mucho antes de casarme. Tenía 18 años y acababa de ingresar a la universidad. Mis amigos se burlaban de mí porque era virgen… así que un día hicieron una colecta y me invitaron a una casa de citas. Por fuera parecía un bar, con portero, luces y sitio para parquear. Todo estaba en penumbra, nos llevaron a una salita y las mujeres comenzaron a desfilar frente a nosotros, éramos tres, conmigo. Nos decían sus nombres y se sentaban en la sala a esperar para ver si las elegíamos. En esa oscuridad escasamente se podían ver sus caras. Parecían mujeres normales, como las que uno se encontraba en la calle. No estaba maquilladas en exceso ni vestían ropa para excitar a los clientes. Solo quería salir de allí. Una de las mujeres se me acercó y me dijo: “¿Quieres subir conmigo?” Me dio pena rechazarla. Se llamaba Alexis. Subimos a una pequeña habitación. Yo me empecé a desnudar. Me quité la ropa interior y ella se quitó el vestido, se quedó con los pantaloncitos y el brasier puestos. Nos trajeron media botella de aguardiente. Bebimos una copa. Yo traté de tocarle los senos y ella me dijo: “Por favor, no me toques los senos que estoy amantando”. Entonces, empezó a contarme la historia de su vida. Había sido desplazada por la violencia, el hombre con el que vivía la había abandonado embarazada y ahora tenía que sostener a su pequeña hija. Recuerdo que dijo que era de Zacatecas, parecía más interesada en hablar que en hacer el amor. Su historia me fascinó. Entonces decidí volverme escritor, escuchar lo que la gente tenía para contar y ponerlo por escrito. Solo hablamos, sentí pena por ella, ¿cómo podría yo hacerle el amor por dinero a una mujer que tenía que vender su cuerpo para poder amamantar a su hija? Le pagué el dinero y le agradecí que me hubiera contado la historia de su vida. Ella, sin saberlo, estaba cambiando el rumbo de mi vida…
Sorayda: Ya lo veo. Ahora sientes compasión por mí, escribirás una historia que llamarás “Media hora de amor” con lo que yo te he contado y se la venderás a alguna de esas mujeres ricas y desocupadas que quieren ser escritoras famosas. Es muy claro el paralelo… la puta de tu juventud y la puta sin virtud… y a ninguna de las dos le hiciste el amor…
Marcelo: Sentí compasión por Alexis, por ti no siento compasión. Veo algo muy intenso dentro de ti, el amor contenido por años de represión en un convento, adorando a un Dios que nadie ha visto y rodeada por demonios con sotana. ¿Será que tu alma se está rebelando por haberle prohibido las caricias a tu cuerpo?
Sorayda: Está bien, acaríciame…
Marcelo: ¿Alguna vez te han besado?
Sorayda: Solo el perro del jardinero.
Marcelo: No tienes por qué insultar al jardinero…
Sorayda: ¡El jardinero tenía un perro! MARCELO SE RÍE Y ABRAZA A SORAYDA
Marcelo: Te entendí perfectamente, solo quería hacer un chiste… LA ATRAE HACIA SÍ Y LA BESA INTESAMENTE EN LA BOCA. SE ESCUCHA DE NUEVO EL BOLERO “SABOR A MÍ”. MARCELO LA SIGUE BESANDO CON PASIÓN. BAJA LA MÚSICA, SORAYDA SE DESPRENDE ÉL.
Sorayda: Ahora soy yo la que te tiene que confesar algo…
Marcelo: Puedes confesarme lo que quieras, será como una catarsis para sacar de tu alma lo que te esté atormentando…
Sorayda: Todo empezó cuando me fui a confesar con uno de los sacerdotes que iban al convento a oficiar misa. A las adoratrices nos inculcaban o más bien lavaban el cerebro, diciéndonos que éramos las novias espirituales de Cristo, que nuestra virginidad era el mejor regalo que le podíamos dar al Señor y que los deseos sexuales eran la lucha entre el demonio y la carne… El confesionario era tan solo un reclinatorio cubierto por un velo transparente. Yo empecé a contarle al sacerdote los sueños que me atormentaban, cuando sentí que su mano subía por mis piernas hacia mis muslos, por debajo del hábito. Me quedé congelada, no sabía qué hacer. La capilla estaba en penumbras, solo las velas de las adoratrices alumbraban tenuemente la imagen de Cristo. No podía correr, no podía gritar. Cuando sentí sus dedos en mi vagina y levanté la vista, vi al demonio de mis sueños, entonces salí corriendo de la capilla y me acosté en mi celda a llorar…
MARCELO SE ACERCA A SORAYDA; LA TOMA SUAVEMENTE DE LA MANO.
Sorayda: Me sentía desesperada, un hombre me había tocado y ahora yo no sería nadie a los ojos de Cristo, tan solo una pecadora más. Pensé en suicidarme, me clavé las uñas en las muñecas y comencé a sangrar. En ese momento sentí que golpeaban a mi celda. Abrí la puerta y era la hermana Camila. Me dio un abrazo y me dijo que lo había presenciado todo desde una esquina oscura de la capilla. Me besó en las mejillas y me dijo que me tranquilizara. Me vendó las muñecas y me dijo que no fuera a cometer una locura. Comenzó a visitarme cada noche, me contó la historia de su vida y me dijo que iba a abandonar el convento. Estaba ahora tan decepcionada como yo con la vida religiosa… entonces pasó lo que nunca pensé que me pasaría… empezamos una relación lesbiana, solo nos besábamos y nos tocábamos… pero eso hizo que me remordiera aún más la conciencia… entonces decidí abandonar el convento. Y aquí me ves, la vida pasó por mí sin que yo pasara por la vida.
Marcelo: MARCELO LA ATRAE HACIA SÍ, LA BESA EN LOS LABIOS LE ACARICIA EL CABELLO Todavía eres muy joven, todo eso ya quedó atrás, ahora vas a empezar otra vida…
Sorayda: Lo siento, no puedo seguir. Me siento como una puta dejándome besar por un desconocido. Además, ahora tú sabes más de mí que lo que yo sé de ti.
Marcelo: ¿Te gustó el beso?
Sorayda: ¿Cuál de los dos?
Marcelo: Sólo te di un beso largo.
Sorayda: Te olvidaste de la vez que me besó el perro del jardinero.
Marcelo: SE RÍE Sabía que tenías buen sentido del humor…
Sorayda: Confieso que me gustó, por eso no te pude seguir besando…
Marcelo ¿Por qué?
Sorayda: Porque terminaríamos haciendo el amor y yo dejaría mi virginidad tirada en un motelito, en las manos de un desconocido que no sé si jamás volvería a ver…
Marcelo: No soy un desconocido. MIRA EL RELOJ Nos conocimos hace dos horas, 38 minutos y 33 segundos…
Sorayda: Quiero saber más de ti. ¿Por qué te casaste con tu mujer? ¿Cómo se llama? ¿Qué te gustaba de ella? ¿Qué libros escribes?
Marcelo: ¿No quieres saber también si tengo un perro?
Sorayda: ¿No me quieres contestar?
Marcelo: Sí, se llama Tarzán, es medio pastor alemán y medio despistado…
Sorayda: Ahora sí llamaré el taxi. TOMA SU CELULAR, MARCA UN NÚMERO
Marcelo: Conocí a una mujer en la universidad. Fue un encuentro verdaderamente casual. SORAYDA INTERRUMPE LA LLAMADA Y GUARDA EL CELULAR Era mi primer semestre de universidad y vi un letrero acerca de una reunión del grupo de teatro de la universidad. Querían nuevos actores. Era una noche de lluvia, la reunión era en una capilla antigua en lo alto de una colina. Solo llegamos dos nuevos aspirantes a actores, Verónica y yo…
Sorayda: Verónica… ¿Te casaste con ella?
Marcelo: Lo sabrás cuando caiga el telón. Cuando conocí a Verónica me sentí como si estuviera inmerso en una película francesa. Parecíamos predestinados a encontrarnos y en el sitio más inesperado del mundo. Tenía los ojos verdes y tristes, el cabello largo y negro, era menuda y sutil… me enamoré de ella al verla…
Sorayda: Parece que te enamoras con facilidad…
Marcelo: Más bien con felicidad… pero, ¿quieres que te siga contando?
Sorayda: No te interrumpiré más.
Marcelo: Empezamos a salir juntos, y ella me contó la historia de su vida. Era de una familia burguesa, adinerada, pero vivía descontenta con las desigualdades del mundo. Yo también lo estaba, había visto mucha miseria e injusticia con solo ir por las calles. Esa visión del mundo nos unía. En aquella época yo todavía era virgen y rebelde. Jamás había besado a una mujer ni tenido una novia. Verónica era como un sueño para mí. Me enamoraba de ella cada día más y más… sin atreverme a confesárselo…
Sorayda: ¿Eras muy tímido?
Marcelo: ¡Timidísimo! Participamos juntos en una obra de teatro, escrita por el grupo mismo. Ambos teníamos ideas libertarias… el grupo de teatro era maoísta…
Sorayda: ¿Un grupo de teatro maoísta en una universidad burguesa?
Marcelo: Eran los años setenta, la fiebre de la liberación hacía erupción en todos los movimientos estudiantiles del planeta. Juntos íbamos a manifestar y a lanzarle piedra a la policía. Nunca supe si fuimos novios o qué éramos. Salimos juntos por dos años. No me atrevía a confesarle mi amor…
Sorayda: Por lo menos la besarías…
Marcelo: Jamás le di un beso ni le toqué una mano… Me contó que la habían violado siendo una niña. El trauma de la violación la había dejado recelosa de los hombres. Se había casado, se había divorciado y ahora tenía un novio… pero no era yo.
Sorayda: Una combinación perfecta, un tímido sexual con una mujer desconfiada de los hombres. ¿En qué acabaron?
Marcelo: Todo pasó como un relámpago. Tenía un amigo gringo, un joven que estudiaba español en la universidad y me invitó a pasar un fin de semana en un balneario con otras estudiantes gringas…
Sorayda: Me lo imagino, tu virginidad se la llevó el mar…
Marcelo: Si ya te lo imaginas todo, paro de contar…
Sorayda: Discúlpame, no te interrumpiré más…
Marcelo: Eran como tres o cuatro chicas, más o menos de mi edad. Estuvimos tomando tequila, yo masticaba el inglés y ellas rasguñaban el español, en verdad no sé cuánto nos entendíamos. El caso es que al final una de ellas resultó conmigo en la cama. Me besó tiernamente. Sentí como si el universo entero me entrara y me saliera por el cuerpo. Ella tenía una blusa sin brasier y unos shorts con la cremallera abierta. Nos desnudamos… sentí sus senos cálidos como un par de azucenas meciéndose al sol del mediodía… puse mis dedos entre su vagina y entonces su aroma sexual me enloqueció, se apoderó de todos mis sentidos. Era una sensación que jamás había sentido, era un almizcle de hembra en celo que me hizo perder la noción del tiempo y del espacio. Tenía que probarla con mi boca y su aroma sexual se penetró por cada uno de los poros de mi cuerpo… después, ella puso mi pene en su boca y le mordió la punta suavemente… entonces me dijo que esperara un momento, iba a hacer algo que no entendí. Regresó a los pocos minutos y me dijo algo más en inglés a lo que yo asentí. Había llegado el momento de la verdad… y yo no sabía exactamente que hacer… traté de penetrarla, pero por más que intentaba no lograba encontrar el sitio exacto donde estaba la vagina. Ella tomo mi pene entre sus manos y se lo introdujo… sentí su vagina cálida y jugosa y tuve inmediatamente un orgasmo. ¡No habíamos empezado a hacer el amor cuando ya habíamos terminado!
Sorayda: Querrás decir que tú habías terminado…
Marcelo: Pero eso no fue lo peor, lo que me había dicho en inglés fue que no le eyaculara adentro. Me preguntó en inglés: “Te viniste”, yo le contesté que sí. Vi su cara de angustia: “Pero te advertí que no lo hicieras”, me dijo. Solo se había puesto una espuma anticonceptiva y no quería quedar embarazada… Nuestra relación empezó y terminó esa misma noche… jamás la volví a ver…
Sorayda: ¿Qué pasó con Verónica?
Marcelo: Terminé inmediatamente esa relación que no existía. No me podía imaginar cómo había pasado dos años de mi vida sin recibir siquiera un beso y en una noche lo había recibido todo, de una perfecta desconocida. Entonces conocí a Raquel en una fiesta, fue amor a primera vista. Nos enamoramos locamente y nos casamos cuando terminamos la universidad. La mejor parte de mi juventud junto a ella y al final resultó que ni siquiera la conocía.
Sorayda: Como a mí…
Marcelo: No, los años han pasado y con el tiempo, uno aprende a leer el alma de la gente. Como dice uno de los versos de Neruda: “Nosotros los de entonces, ya no somos los mismos”.
Sorayda: ¿Te gusta la poesía?
Marcelo: Vivía enamorado del amor. Antes de enamorarme escribía versos hasta en los vidrios empañados en las tardes de lluvia…
Sorayda: ¿Has publicado algún libro de versos?
Marcelo: SE RÍE Lo último que publicaría en mi vida es un libro de versos, cualquier cursi con un teclado y una conexión a Internet escribe un verso y lo publica.
Sorayda: ¿No serás tú uno de esos cursis?
Marcelo: No sé si soy un poeta cursi, mi primer verso lo publicaron cuando tenía 16 años. Y, sí, décadas después lo puse en Internet.
Sorayda: ¿Me lo recitarías?
Marcelo: Primero me baño desnudo en la plaza pública que declamar un verso, soy malísimo para ello…
Sorayda: Podrías leérmelo de Internet…
Marcelo: ¿Para qué buscar en Internet lo que tengo guardado en la cabeza? Te lo diré, pero no lo declamaré, me echarías tomates…
Sorayda: Soy toda oídos…
Marcelo: MIRANDO EL RELOJ ¿Sabías que ya son las tres de la mañana?
Sorayda: Y cantan los gallos en la montaña. ¿Es ese el verso?
Marcelo: Está bien, ganaste. Pero recuerda que es un jovencito de 16 años el que dice estas palabras… ¿prometes no burlarte de mí?
Sorayda: LE ACARICIA LA MANO SUAVEMENTE SE LA BESA Tienes unas manos muy delicadas, parecen haber sido hechas para acariciar… por favor, empieza…
Marcelo:
Óyeme, afuera está lloviendo
Y hace frío, es de noche
¡Qué oscuro está!
Mas aquí adentro, amor mío
Mi corazón calienta ya…
Sorayda:
Cómo suspiro,
No sé que hacer,
Tu amor me consume
invade mi ser…
Marcelo: ¡Es imposible! ¿Cómo te puedes saberte ese verso?
Sorayda: Lo encontré en Internet, me gustó y me lo aprendí… ¡No puedo creer que haya sido exactamente tu verso!
Marcelo: ¿Es esto una coincidencia o una locura?
Sorayda: A lo mejor ambas cosas a la vez.
Marcelo: ¡Pero hay miles de páginas en Internet con millones de versos! ¿Cómo encontraste el mío?
Sorayda: Estaba buscando poemas de Neruda y encontré una cita de uno de sus versos en un libro de poemas: “Para mi corazón basta tu pecho, para tu libertad bastan mis alas”. Después seguía tu poema… lloré de alegría al leerlo… ¿continúas?
Marcelo:
Si la lluvia está cayendo,
Mi alma en ardor inunda,
Mas mi corazón en penumbra,
No sabe llorar, ¿por qué?
Sorayda:
Siento frío, también pena…
¿Me consuelas?
Marcelo:
¡Te consuelo!
Sorayda:
Siento miedo,
De perderte a llegar puedo
Marcelo:
Si no puedo contener
Esta pasión, este ensueño
Que me hizo enamorar
Ambos:
De ti, de todo lo más bello
¡Que lo bello supo dar!
SORAYDA Y MARCELO SE BESAN APASIONADAMENTE. SE ESCUCHA UNA MÚSICA ROMÁNTICA. EN UN TELÓN ILUMINADO VEMOS LAS SOMBRAS DE LA PAREJA BAILANDO. POCO A POCO LAS PRENDAS QUE LLEVAN PUESTAS VAN CAYENDO AL PISO. LAS MANOS DE MARCELO ACARICIAN SUAVEMENTE EL CUERPO DE SORAYDA. OÍMOS LAS RESPIRACIONES AGITADAS Y EL JADEO CADA VEZ MÁS INTENSO DE SORAYDA. HACEN EL AMOR DE PIE. EL JADEO DE SORAYDA SE CONVIERTE EN UN GRITO ORGÁSMICO… SEGUIMOS VIENDO LA SOMBRA DE DOS CUERPOS ABRAZADOS, LA ESCENA SE OSCURECE LENTAMENTE MIENTRAS SE ESCUCHA UNA CANCIÓN:
Solo quiero media hora…
Media hora de amor
Media hora de ternura
Media hora de locura
Media hora de pasión
Media hora es un siglo
Cuando espera el corazón
Media hora es una vida
Si se vive con pasión
Media hora de ternura
Media hora de locura
Media hora de pasión
Solo quiero en esta vida
Media hora de tu amor
Y que nunca se termine
Y que paremos para siempre
En medio de un beso ardiente
Los relojes del amor…
Media hora de ternura
Media hora de locura
Media hora de pasión
Media hora de tu amor…
FIN
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