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                           RELATO

         

                    ESCAPAR PARA ESPERAR

         

Luis Germinal Muñoz Salvador

En un viejo bar de un destartalado pueblo, un viejo sargento veterano de guerra bebe con los camaradas. Todos soldados retirados de los que ya no queda ni recuerdo de sus días jóvenes, llenos de sangre, muerte y con muy poca gloria. Al contrario de lo habitual hoy se les veía callados, taciturnos, como quien espera mala noticia. Fue un día gris aunque sin lluvia, un noche seca pero no calurosa, las viejas heridas duelen, el brazo amputado molesta y el viento trae consigo un pesado karma que a los viejos veteranos solo les recuerda a la vieja muerte.
La puerta del viejo bar se abre, los clientes habituales ven entrar a un desconocido los veteranos le miran, bajan la cabeza y mantienen el silencio. No hace tanto calor pero el forastero se observa sudoroso y un poco agitado. Se acerca a la cantina y pie un trago e whisky, apura la bebida. Pide un segundo trago y paga. Se queda mirando el liquido en el vaso. Segundos después la puerta del bar se vuelve a abrir, un hombre alto vestido de azul oscuro y con sombrero se queda en el umbral, ni dentro ni fuera, la luz deja ver la figura, pero huye de su rostro. El sargento le mira discretamente con el rabillo del ojo. Los demás veteranos evitan mirarle, uno de ellos incluso inicia una oración en baja voz, casi imperceptible.
El hombre en la barra suda profusamente, sus manos tiemblan, su respiración se agita aun mas, no pasa mucho tiempo, pero el ambiente lo hace parecer una eternidad. Toma el vaso frente a el y termina la bebida de un trago, se levanta y se da vuelta, camina dos pasos temblorosos, mira al recién llegado de pie en el umbral intentando inútilmente ver su rostro, esboza una sonrisa forzada cual mueca de teatro, se desploma en el suelo sin vida. Los clientes se acercan al hombre a examinarle, esta muerto. Los veteranos permanecen en su mesa silenciosos. El hombre en el umbral se da la vuelta deja cerrar la puerta y se aleja.
Mientras todos los demás llaman al hospital e intentan inútilmente reanimar al forastero, los veteranos se miran unos a otros.
-¿del 68?- Pregunta uno de ellos.
-Probablemente.- contesta el sargento .
-Al menos tuvo el valor de mirarle.- murmuro otro.
El sargento se levanta de su asiento, pasa junto al recién fallecido, hace el símbolo de la cruz y se encamina a la puerta. Afuera el ambiente se había tornado frio, las viejas heridas de la guerra ardían. El sargento pasa junto al hombre de azul que estaba en la puerta del bar. Esta de pie junto a un poste del tendido eléctrico.
- He esperado 30 años, puedo esperar un poco mas. Pero por favor, no tardes mucho.- dice el sargento con voz cansada.
El hombre saluda levantando levemente su sombrero de forma respetuosa. El sargento mira al oscuro cielo, deja escapar un suspiro y sigue su camino.