DEL LIBRO "OTROS SIGNOS"
Laureano José Alba Camargo
Nace en Tibasosa (Boyacá). Haciendo parte del grupo de teatro de la Universidad de los Andes viaja, muy joven a Alemania donde participa en el Festival Internacional de teatro de la ciudad de Erlanguen. Su actividad como actor la continúa en Cali con el grupo de teatro Grutela, que estudia a Grotowski y Stanislavski.
Últimamente ha estado interesado en la pintura. Su exploración ha sido especialmente en el músico y pintor Paul Klee
ESTO ES LA PATRIA
A cada paso un muro
que intentó levantarse
hasta convertirse
en una Torre de Babel,
o por lo menos un cobertizo
para cubrir los deseos
de una pareja joven
con los sueños volando, apenas.
Pero allí está convertida
en polvo, en argamasa, o espuma
de una ilusión baldía.
¡Esto puede ser la patria!
Pero también
es una llanura de verde intenso
con matices como los de una pizarra
en arco iris.
O un páramo que embiste a los cielos
buscando el honor del planeta
que está en mengua.
Si, esto también puede ser
la patria.
DESPIADADO AMOR
Antes de que llegaras la ciudad estaba sola,
era como un alma en pena con sus miserias y sus mugres,
que ponen frío al más caliente corazón.
Y entonces apareciste
-con tus desesperos de cualquier mortal
que mata a su sombra- para que la semilla
de un horizonte tan siquiera soportable se pudriera.
Fuiste llegando con la lentitud de un amanecer.
No podía faltar el sabor que tienen los humanos
(su escondida tragedia de un pasado amargo)
Y fuiste entonces pareciéndote tanto
a la ciudad -que he estado mirando
por un agujero de mi memoria derrotada-
con las imprecaciones de los choferes de bus
y las revendedoras de la plaza de mercado,
y sus buses urbanos que viajan hasta el cielo,
llenos de enamorados que se tocan,
pero también con sus vendedoras de rosas
y sus artistas callejeros que viven del milagro
Entonces nada más puedo decirte
que he de seguir amándote como un fierro viejo,
con todo el corazón que me cabe en medio
de los días que mejor me sientan
Sin rencores ni miedos, como debe ser el amor,
de los que estamos enamorados,
así: ¡despiadadamente!.
ALGÚN DÍA SEÑOR
Algún día Señor diremos:
¡Estuvimos en guerra!
Y el dolor regresará
como un eco lento
sobre la tierra
que amamos.
Y alguien desde
esa penumbra dirá:
Yo también estuve
en esa lejanía de sombras
y misterios, en esa pérdida.
Yo también estuve
en esa confusión de lenguas,
perturbado y sin descanso.
Yo he estado también allí,
pero hubo un rostro,
pero hubo un canto,
que encendió las calles
de las ciudades.
Hubo un rostro
y una mano bajo las sombras.
Yo también estuve allí, Señor
LAS MUJERES
DE MANTOS AZULES
Por entre las hojas de los naranjos
vienen mujeres con sus mantos azules.
Por entre esas hojas
que curan los insomnios
vienen las golondrinas
que habían jurado no volver.
Bajo el claro y la penumbra
de esas plantas
vienen las mujeres
que se mantuvieron
anhelantes,
con los ojos abiertos
ante el desastre.
Sin dar su espalda para
que fuera más verídica
su alucinación.
Por entre las hojas
de los naranjos
vienen las mujeres
de reboso y manto.
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