DE LA A a LA Z
Luis Germinal Muñoz Salvador
El señor X se despierta desempleado y asqueado de la vida, tiene resaca. Enciende la televisión, las noticias hablan sobre el desempleo, los candidatos a las próximas elecciones, bla bla bla.
El señor X extiende la mano a la mesita de noche y saca un revolver, apunta el cañón hacia la boca mientras busca una razón para no repintar las paredes con sangre. No encuentra ninguno pero no tiene el valor para apretar el gatillo. Sale a la calle, camina mirando los camellos en las esquinas, le gustaría comprar un poco de polvo para levantarse el ánimo, pero está en la ruina. Compra una botella de ron barato, esa será su pareja esta noche como ocurre hace varios meses.
La situación es difícil, no hay trabajo, dinero, suerte ni futuro y mucho menos ganas de luchar. Mira por la ventana, el mundo esta tan jodido como él.
Amanece como todos los días y el sol ajeno a los problemas de los mortales calienta la tierra, el señor X tiene ojeras y ojos rojos, no ha dormido nada. La botella de ron está intacta se paso toda la noche pensando mientras veía las desgracias en la televisión.
A lo lejos se escuchan las campanadas de la iglesia llamando a sus fieles, hace años que el señor X no visita dicho lugar. Saca el revólver de la mesa de noche y sale a la calle. El cielo se ha vuelto oscuro de repente, empieza a llover pero al señor X no le importa. Mientras camina mira a la gente, la mayoría son viejos o lo parecen, caras de desánimo, cansancio y aburrimiento, da igual si son jóvenes o viejos todos parecen igual de agotados.
Hay un desamparado durmiendo en un cajero, una señora bajo la lluvia mendigando a la salida de una tienda y un camello conocido en una esquina mientras la policía pasa de largo. El señor X ignora todo, está harto de todo y de todos.
Camina hasta llegar a la iglesia, el edificio se ve imponente a simple vista pero a la vez le parece inútil, la contradicción marea. Entra en la iglesia, el cura a terminado el sermón, se había formado la cola para recibir la comunión el señor X camina hacia el altar, hay una mujer embarazada esperando en la fila. El señor X piensa en la criatura, otro niño que nacerá en un mundo sin futuro, decadente y sobrepoblado, seria más humano evitarle el sufrimiento. El señor X levanta el arma y dispara a la mujer, justo en la cabeza, la bala atraviesa el cráneo y la mujer cae al piso sin vida. Si todos los niños van al cielo acababa de crear un ángel justo en la casa de Dios.
El señor X pasea la mirada viendo las caras de sorpresa y miedo, el cañón aun humeante del arma apunta hacia un anciano, en su cara hay sorpresa pero no miedo. El señor X decide liberarle de este mundo y dispara. La gente grita, corre, el tiempo parece congelado, el señor X se dirige al altar, frente a la estatua del Cristo crucificado coloca el arma en su boca, si Dios existe lo verá en unos segundos, no tiene miedo, no siente nada, no escucha los gritos tras él, el vacío absoluto y una calma inimaginable le invade, aprieta el gatillo la bala le atraviesa la piel, músculos, hueso y demás tejido conduciéndolo a una muerte inexorable.
La noticia causa revuelo, los periódicos y la televisión se vuelcan en el trágico suceso dejando de un lado los chismes de política. Mientras tanto el señor Y se pregunta “¿En qué mierda de mundo vivo?” mientras prepara un lazo con dos metros de cuerda como tantas otras letras del abecedario.
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