DE LA EYACULACIÓN PRECOZ
Hécto Peña
Bisturí 500
El problema de la eyaculación precoz no parece ser tan grave en la intimidad de la pareja pues, al fin y al cabo, las mujeres con su natural comprensión de los hombres —que nunca dejan de ser niños— son benevolentes y, si de verdad quieren a su compañero, están dispuestas a resolver esa incontinencia entre los dos. Lo catastrófico del asunto es que cuando los eyaculadores precoces salen de sus habitaciones y se van por el mundo a mostrar lo que son capaces de hacer, el síndrome se multiplica en proporciones geométricas y en cuestión de días se vuelve una pandemia. Más aún, quién lo creyera, las mujeres, que son inmunes a ese mal en su vida personal, ya en la calle son alcanzadas por él y se vuelven tan vulnerables como los hombres. La enfermedad se expresa de muchas formas y frente a las cosas más cotidianas: un carro que se le cruza a otro, un pasajero reclamando sus vueltos al taxista, gente en una fila peleando con un avivato que se quiere colar… casi siempre el que no tiene la razón grita y, a falta de argumentos, insulta y si es un chofer bocina sostenido y con estridencia. Pero lo más grave y común en nuestro medio: como muchas personas andan armadas la discusión es zanjada cuando el eyaculador precoz vacía su pistola contra la humanidad de su ocasional contradictor. Si no nos damos tiempo para complacer al otro en la intimidad, mucho menos lo tendremos para escucharlo en la vida pública. El síndrome se expande y desde las altas esferas el mal ejemplo abunda. La incontinencia verbal se vuelve pan de cada día y en lugar de estadistas reflexionando en los problemas públicos, nos tropezamos con camorreros expertos en diatribas y descalificaciones personales. Quizá sea necesario diseñar un examen para detectar a tiempo los eyaculadores precoces, por lo menos, aquellos que tienen algún grado de autoridad o responsabilidad política. No obstante, la máxima expresión de la eyaculación precoz es la guerra, unos y otros se quieren liquidar a toda costa y en el menor tiempo posible. A ellos se suman los que justifican la vía armada y los que marchan pidiendo la aniquilación del enemigo. Así como se obvia el tiempo de las caricias tan necesario para una comunicación plena entre los amantes, nos queremos ahorrar el tiempo del diálogo y el debate democrático tan indispensable para una paz verdadera. Mezclando las cosas podríamos decir que el silencio de los fusiles es la estación de las caricias y que contra toda retórica, los guerreros son pésimos amantes.
Eyaculación. F. descarga involuntaria. Precocidad.
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