BISTURÍ 500
Héctor Peña
Bisturí 500 es un proyecto de columna de opinión o ensayo brevísimo sobre algunos tópicos de la condición humana, en particular, la colombiana.
Siendo muy niño vi las primeras gafas oscuras. Las llevaba puestas Jacqueline Kennedy el día del funeral de su marido. Se veía orgullosa y llena de misterio. Quizá era una distancia necesaria para decirle al gentío en Washington: hay un dolor que es mío y de nadie más. Después las volví a ver en el rostro de Marcelo Mastroiani en la Dolce Vita, y desde esa película he asociado el éxito en la seducción con las gafas del inolvidable paparazzo. Muchos años después, en las playas de Málaga, frente a cientos de bustos desnudos de turistas alemanas y suecas, habría de comprender la utilidad de los lentes oscuros. Caminaba con mi amigo Pacho aquel verano por esas playas repletas de turistas y yo miraba sin ser visto a través de mis gafas el maravilloso espectáculo de las mujeres besadas por el sol. Mi amigo, que no tenía anteojos, miraba hacia el mar, algunas veces al cielo y por alguno de sus gestos noté que corría el riesgo de volverse estrábico. Al cabo de un buen tiempo no aguantó más y me dijo: hermanito, préstame las gafas. Si es un lugar común afirmar que los ojos son las ventanas del alma, ¿entonces se podría decir que los lentes oscuros son las cortinas del tímido, la mampara del criminal o la persiana del miedo? Del glamour inicial se transformaron en una prenda distintiva de malhechores y guardaespaldas, útil para sus fechorías pues si esconden su propio miedo lo infunden en los demás. Las ventajas de utilizarlas son numerosas. Veamos algunas de ellas. Alguien se levanta con un guayabo terrible y debe salir a la calle, la más pequeña franja de luz matinal hiere como una aguja, entonces no hay otra alternativa que ponerse las gafas oscuras y emprender la jornada. Alguien debe caminar en la noche por una zona del centro de la ciudad, guarida de facinerosos y atracadores. La fórmula salvadora es colocarse unos lentes oscuros. Ningún atracador sensato se lanzaría contra una potencial víctima en esas circunstancias. Si el aventurero, además de los lentes, lleva ruana y sombrero el blindaje es ciento por ciento seguro. Como ya lo demostró Jackie son indispensables en velorios y entierros, sirven para ver los eclipses o quedarse ciego viéndolos, ayudan a no estar desnudos cuando vamos a formular una declaración amorosa, en fin, la única desventaja es que no podemos hacer el amor con ellas puestas, ¿será por eso que los amantes cierran los ojos?
Oscuridad. F. Sol de los malos. Cielo de los feos.
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