MÁS DE UN MILLÓN Y MEDIO
DE PEREGRINOS ESTUVIERON
EN MADRID
Anamaría Ayala
Más de un millón y medio de peregrinos estuvieron en Madrid
Una delegación de aproximadamente 3.600 jóvenes representó a Colombia en uno de los eventos más grandes celebrados por la Iglesia Católica. Ni el intenso sol, ni la brisa incontrolable opacaron el alto grado de fe de los creyentes.
El encuentro entre el Papa Benedicto XVI y la juventud celebró su vigésimo sexta versión en la capital española entre el 16 y el 21 de agosto. Este evento, que busca ser un gran estímulo para la vida cristiana y una oportunidad de vivir en primera persona la universalidad de la Iglesia, se celebra cada tres años en distintos lugares del mundo con el apoyo de empresas privadas donantes y el gobierno nacional que haya sido escogido como sede.
La jornada fue coordinada con muchos meses de anticipación por un numeroso grupo de personas, no sólo jóvenes, españolas y foráneas interesadas en comprometerse con el lema de este 2011: “Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe”. Los asistentes podían alojarse en parroquias, colegios, centros especiales y en casas de familias españolas voluntarias. Los pases para la Vigilia, las comidas y los tiquetes de transporte fueron entregados por el comité a cada líder de los grupos. Los puntos de venta de manillas, relojes, camisetas, gorras, mochilas y demás artículos oficiales estuvieron estratégicamente ubicados. También, el comité se encargó de entregar a cada quien la mochila del peregrino que contenía la guía general de las actividades, una cerveza sin alcohol, una camisa amarilla con el logo de la JMJ 2011, un gorro, un abanico, un catecismo y un crucifijo cuidadosamente guardado en una caja de pastillas que tenía inscrito, “no requiere receta médica”.
En su homilía el Sumo Pontífice dejó tres mensajes a los jóvenes. El primero que no debían seguir a Dios por su cuenta, puesto que el que sigue a Jesús en solitario tiende a no encontrarlo o seguir a una imagen falsa. En el segundo, pidió a los jóvenes practicantes que asistieran a misa los domingos, se confesaran y rezaran habitualmente y por último, pidió que le dieran un sí al matrimonio y a la familia según el plan de Dios.
La Experiencia
Desde el acto de bienvenida hasta la invitación a la próxima jornada en Rio de Janeiro en 2013, las personas no paraban de gritar “Benedicto” y los lemas que representaban a su país. Era usual escuchar “Italiani batti le mani” y ver la bandera de Italia hondear. De Europa los grupos más representativos fueron de Italia y Portugal, y de América los grupos de Brasil y Colombia, o por lo menos esa era la impresión a simple vista porque nuestra bandera tricolor se confundía con la de Venezuela y Ecuador, además porque los colombianos hacíamos más bulla que los otros dos y nos reconocían por la canción del mundial de fútbol interpretada por Shakira.
En esta ocasión se celebró junto al Papa la Eucaristía, el Vía Crucis y la Vigilia en los lugares más representativos de Madrid, entre ellos la Plaza de Cibeles y el aeródromo de Cuatro Vientos. La Vigilia fue el mejor momento para apreciar las 170 nacionalidades y sus costumbres. Cada una de las delegaciones, diferenciadas con la bandera de su país, ocupaban lugares estratégicos para estar a corta distancia de una pantalla gigante y vivir de cerca la ceremonia, luego, bajo el sol de medio día, algunos integrantes de las delegaciones hacían largas filas para comprar bebidas y alimentos que pronto escasearon y en consecuencia hubo personas deshidratas y trasladadas en ambulancia hacia el puesto de salud más cercano. Aunque, los bomberos estaban con sus mangueras refrescando a la multitud, no fue suficiente y por instantes se vivió una batalla por el agua, que parecía no ser potable.
La noche tardó en llegar. Hacia las 8:00 P.M. ya estaba un poco oscuro y los peregrinos se alistaban para recibir al Santo Padre desde la entrada del aeródromo en su papamóvil hasta su llegada a la tarima desde donde saludó y espero firme mientras la lluvia cesaba. La fuerte brisa y los truenos no fueron motivos para que los asistentes se desplazaran a buscar refugio, todo lo contrario, se escuchaba con más fuerza la barra de los jóvenes cantando: “Esta es la juventud del Papa”.
En la madrugada el clima tampoco favoreció, hizo una brisa helada que unido a la ropa húmeda sobre el cuerpo no permitió que durmiéramos más de tres horas. A la mañana siguiente el Papa Benedicto XVI presidió la Eucaristía y despidió a los jóvenes agradeciendo su presencia y buena voluntad durante los seis días. La multitud vestida de rojo y amarillo, cansada y hambrienta, caminó hacia la salida del lugar.
No todo fue oración y recogimiento, varias personas parecían estar en el lugar equivocado. Por un lado, hubo pequeñas protestas por parte del grupo Los Indignados que se manifestaban en contra del evento por los recursos nacionales económicos invertidos y por su rechazo a la religión; por otro lado, personas ebrias, drogadas y escenas desagradables que parecían salidas de un concierto de rock.
En definitiva fue una experiencia inolvidable, cargada de sentimientos y emociones. Una oportunidad para expandir el conocimiento, vivir la solidaridad, poner a prueba la tolerancia y resistencia, valorar lo autóctono y por supuesto, arraigarse y edificarse en Cristo.
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