Colombia en el Smithsonian:
¡Sensacional!
Mario Lamo Jiménez
"En Antioquia se dice que arriero que no carga peinilla, es mula muerta."
Leonel de Jesús Loaiza, arriero paisa
Por primera vez desde que existe el Festival de Culturas y Tradiciones Populares del Instituto Smithsonian de Washington, D.C. Colombia ha sido la invitada de honor, ¡y con mucho orgullo! La cultura colombiana raizal ha llenado uno de los espacios públicos más conocidos de los Estados Unidos y el festival popular de mayor importancia que hay en este país.
Hoy les narraré mi primer día de recorrido por el festival: Empecé viendo la presentación de un grupo de música vallenata ¡Ayombe! ¡Ayombe! Llevó la música vallenata al público washingtoniano, empezando con la célebre "Matilde Lina". Su cantante, Reinaldo, "El Papi" Díaz, con una gran sonrisa me saludó desde el escenario. ¿Me conocía? No, solamente reconoció a un paisano que llevaba puesto, claro está, un sombrero vueltiao. Carlos Rojas, productor del disco del mismo nombre del grupo, producido para el Smithsonian Folkrecords, explicó cuáles eran los cuatro aires de música vallenata que habían interpretado: merengue, paseo, son y puya.
Los componentes del grupo, además de Reinaldo, "El Papi Díaz", cantante, son Luis Carlos Farfán, acordeonista, Efraín Díaz, cajero, Gusmaldo Kammerer en la guacharaca y en el bajo, el maestro José Vásquez. Cada cual dio una hermosa exhibición de cómo se improvisa el vallenato con su respectivo instrumento, ya fuera la voz o el acordeón vallenato. Todos los integrantes del grupo participaron en la grabación del disco Ayombe, junto con trece músicos más. Los 5 guajiros vallenatos fueron seleccionados del grupo original de 18 músicos que grabaron el disco. El vallenato colombiano no pudo estar mejor representado en el corazón de Washington y, hoy sábado 8 estará animando una gran fiesta colombiana con el grupo Aires del Campo.
Curiosamente, Aires del Campo, fue el segundo grupo que vi, tocando la música del eje cafetero. Uno de sus fundadores, Enrique Cadavid, aún toca con el grupo, fundado hace cuarenta años, el cual se ha ido renovando, con el elemento curioso de que todos sus integrantes tienen algún grado de parentesco.
Su labor ha sido de recuperación de la música tradicional, la música de los abuelos, que según explica uno de sus integrantes "ya estaba perdida" y después de todos años, ya grabaron su primer disco. Tocan "música tradicional, música de parranda y música Andina" y todos los integrantes son de Girardota, Antioquia.
La música, obviamente estaba complementada por un almorzadero tradicional, donde el público podía degustar desde las tradicionales empanadas hasta un jugo de maracuyá. Bajo el calor washingtoniano y el recorrer el extenso terreno que abarca el festival, un poco de sabor colombiano sirvió para recuperar la energía y pasar por una fantástica presentación de salsa caleña, donde el público participaba junto con los bailarines en una exhibición colectiva de alegría y movimiento. Entre las entrevistas y las charlas con los organizadores del festival, especialmente con Olivia Cadaval, el cerebro del Smithsonian detrás del mismo, de la cual publicaremos un reportaje, tuve la oportunidad de hablar con un auténtico arriero paisa Leonel de Jesús Loaiza, de Concordia, Antioquia , "donde nacieron primero las mulas que los carros, donde se trabaja duro y hay que madrugar".
Leonel de Jesús es un personaje fascinante que explica en detalle el trabajo de un arriero, y de su carriel mágico, como en un cuento de García Márquez, saca todos los implementos que carga un arriero para cumplir con su trabajo. Entre más cosas sacaba del carriel, el carriel en vez de desocuparse parecía llenarse de nuevas sorpresas: agujas de arria, barbera, yesquero, naipes, cigarrillos Pielroja, el tabaquito que no había de faltar, las tijeras para motilar al amigo, la peinilla para peinar y embellecer a la mula, la herradura de la buena suerte, la pata de venado, la cola de jabalí para los males de oído, los dados para pasar el tiempo jugando con los otros arrieros en las paradas del camino, hasta el billete de 1 peso que fuera lo que ganara en su primer día de trabajo, todo esto conservado con un amor infinito de un trabajo que ayudara a la construcción de todo un país y que creerlo o no, todavía sigue vivo en un rincón de Colombia, llamado Concordia, Antioquia.
Leonel me muestra su colección de monedas que ya no circulan sacadas de otro bolsillo de su carriel. Me recuerdo entonces de una moneda de 10 centavos que me regalara mi madrina en 1956 y que de niño metí en un carrielito que me habían dado de regalo en una Navidad. Le cuento a Leonel la triste historia de cómo perdí esa monedita y le pregunto que si por casualidad no estará en su carriel. Leonel mete la mano en el carriel y para mi sorpresa saca una moneda de 10 centavos, con fecha 1956. "Aquí está su moneda, llévesela" y me la regala. Primero me aseguro de que en su carriel mágico queden unas cuantas más y así es.
Nunca soñé encontrar un arriero paisa en el Smithsonian y mucho menos con la moneda que se me había perdido décadas atrás. El Festival de Tradiciones y Culturas populares está lleno de hermosas sorpresas, traídas del corazón de Colombia. En mi segunda crónica les presentaré otros más de estos fascinantes personajes.
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