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ANÁLISIS
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LIBERTAD O MESIANISMO
Darío Botero Pérez
Ante la súbita y sorprendente insurgencia de los pueblos islámicos, el sionismo busca por todos los medios a su alcance aprovechar la coyuntura para azuzar la guerra.
En el caso de Egipto, no dejan de propagar la idea de que la dictadura de Hosni Mubarak será remplazada por una dictadura teocrática (tipo Irán) impuesta por la Hermandad Musulmana.
Quieren ignorar que los pueblos están despertando porque sus integrantes, los individuos comunes y corrientes sometidos al embrutecimiento colectivo por sus dirigentes, están abriendo los ojos y reivindicando su dignidad y su soberanía personales, a pesar del propósito de los tradicionales caudillos por continuar manipulándolos y utilizándolos.
Internet es la poderosa conquista de la civilización que se ha constituido en la anhelada e impensable ágora virtual donde todos los ciudadanos del Mundo concurren, sin discriminaciones ni subordinaciones de ninguna clase, a ejercer la verdadera democracia, la directa, que no suplanta a nadie y admite la expresión de todos.
Permite que cada cual se exprese y se informe a su gusto, sin prejuicios ni sesgos impuestos por quienes están acostumbrados a controlarles sus mentes e imponerles valores viles que defienden la perpetuación de las sociedades jerárquicas regidas por los potentados desalmados, inescrupulosos, genocidas y farsantes.
Las canalladas de los potentados incluyen actos como el asesinato de herejes, o el saqueo de los pueblos, o la destrucción de la biosfera, o la promoción de la guerra (preferiblemente mundial) que matará inocentes a manos de otros inocentes (como el hijo de la inolvidable Cindy Seehan), víctimas fanatizadas de esos asquerosos potentados que quieren asegurar su dominio magnificando y multiplicando las calamidades de la Humanidad y del planeta, valiéndose de los tontos e ingenuos que les creen, y de los cobardes que se les someten, y de los abyectos que los envidian y hasta les sirven sacrificando sus propias vidas.
Las sucias mentes de los enemigos universales no pueden concebir que las despreciadas masas, a pesar de la alienación y la ignorancia en que se esmeran por mantenerlas sumidas, están conformadas por seres humanos genéticamente iguales en disposición y habilidades.
A pesar del glifosato con que el imperio obliga a los gobernantes lacayos de Colombia y de otras neocolonias a envenenar las selvas y los acuíferos para que el tráfico de alucinógenos ilegalizados siga siendo un gran negocio en manos de bandidos y dirigido por la DEA; pese a la proliferación de sustancias que afectan los genes, buscando reducir el potencial biológico de las mayorías; no obstante los esfuerzos por idiotizar multitudes empleando radiaciones y ondas de radio controladas por los canallas de la Mesa Redonda -como ha quedado en evidencia a raíz del desenmascaramiento de los planes de los potentados reunidos en el club de Bilderberg y promotores del proyecto HAARP-, los pueblos siguen reproduciéndose y muchos de sus miembros son tanto o más capaces que los decrépitos que los oprimen y les impiden realizarse como modelos de Dios, o como expresiones concretas de la especie Humana, aunque sean ateos.
Lo que importa es que no sean criminales, como lo son tantos teístas hipócritas que disfrazan sus delitos de todo tipo con la máscara de la piedad religiosa sustentada en dogmas absurdos y arbitrarios que, no obstante, constituyen expresiones culturales de cada pueblo, de modo que son tan válidas como cualquiera otra, siempre y cuando no atenten contra nadie.
Independientemente de su arraigada fe islámica, el reto de esos pueblos que están deshaciendo las cadenas con que los han mantenido oprimidos durante tantos siglos, es conquistar el derecho de cada ser humano a ejercer como amo de su vida, responsable de sus actos y guía de su destino.
Si le interesa rezar, pues que lo haga, pero que no crea que eso le da derecho a despreciar a quienes no hacen esas cosas. Mucho menos se puede admitir que, fundados en los mandatos del profeta licencioso, sus creyentes se sientan autorizados para matar al hereje, o para aislar al diferente, o para apedrear a la adúltera, o para mutilar al ladrón.
Tampoco los sionistas tienen derecho a imponernos el destino que trazó el profeta Daniel; ni los cristianos, el que profetizó el apóstol Juan.
No ignoramos que la Yihad existe, así como en cada una de las religiones descendientes de Abraham existen gentes interesadas en diezmar a la Humanidad y destruir la biosfera.
Su crimen universal lo quieren interpretar como un mandato divino, lo cual los convierte automáticamente en enemigos del resto de la Humanidad, de modo que nos obliga a los demás a estar alertas y a denunciar y combatir el despropósito apocalíptico.
Si no reaccionamos, los sionistas pondrán a los cristianos a matarse con los musulmanes.
Por fortuna, antes que sionistas, cristianos o islamistas, somos humanos capaces de identificarnos como tales por encima de cualquier diferencia cultural.
Compartimos valores intrínsecos que ninguna ideología puede extirpar, aunque muchos opresores se valgan de ellas para manipularnos y reducirnos.
Así proceden, en vía de ejemplo, los curas católicos al culpar al adolescente de graves pecados contra la pureza porque se masturba, cuando no es que lo chantajean y se lo chupan, como tantos curas pedófilos alcahueteados por Wojtyla y Ratzinger.
A propósito, el par de papas destinados por Nostradamus a terminar con la dictadura eclesial del cristianismo en su condición de últimos impostores herederos de la silla de Pedro, han sido inspirados por el benemérito mexicano fundador de los Legionarios de Cristo, esa especie de Opus Dei “manito” donde impera el placer cohibido, enfermizo, masoquista y sádico, según nos enseñó el generoso marqués de Sade con sus geniales libros Justin y Juliette.
Ese Marcial Maciel también es un santo súbito destinado a los altares por sus méritos de potentado inescrupuloso y degenerado, auténtico monstruo moral. Pero el casto alemán lo está despreciando, cuando la idea era llevarlo a los altares junto a su protector, el papa polaco, tan aficionado a las Vírgenes de todas las advocaciones.
Dada la gravedad de los desafíos y la inminencia del exterminio, no estamos para estupideces ni enfrentamientos fratricidas.
La sociedad global democrática que castigue a los potentados y dé al traste con su despótico Nuevo Orden Mundial, nos obliga a establecer una convivencia respetuosa dirigida a implantar una comunidad de pueblos sin fronteras ni subordinaciones de unos por otros.
Necesariamente será plana e igualitaria, forjada por todos en una amplia discusión mundial y abierta, tan profunda y prolongada como se requiera. Su razón de ser es garantizarles el ejercicio cierta de sus derechos a todos, y asegurarse de que a ninguno se le impongan servidumbres o se le reconozcan superioridades infundadas.
Es lo que la Humanidad espera del despertar de los pueblos islamistas. Es lo que los tiempos permiten y exigen. Es el destino común ajeno a ideologías y parroquianismos estrechos y miopes.
Pero es un reto personal que cada uno tiene que resolver por sí mismo, consultando su conciencia y asumiendo sus responsabilidades indelegables con la Vida, la Tierra y la Humanidad.
No tenemos derecho a esperar que los criminales que producen terremotos y huracanes mediante el proyecto HAARP y las teorías de Nicola Tesla, alcancen a desarrollar y controlar a su antojo la capacidad de idiotizar multitudes, que es su gran sueño y una amenaza cierta, inminente y macabra para todos.
Por lo visto, la lucha es de idiotas megalómanos, sicópatas congénitos, contra la Humanidad sana y saludable. O sea, contra ese pueblo raso tan explotado y amenazado con la idiotización y la esclavitud absolutas e invencibles.
No es ciencia ficción. Es la ilusión homicida de los potentados decrépitos. Es la maldición que se cierne sobre todos y cada uno de quienes no lo son, sin importar a cuántos curas sostiene con sus limosnas, o si es ateo y calvo, o si sufre artritis.
Es la magia mafiosa que sostiene en Italia al intocable come mocos y estupra niñas, Silvio Berlusconi, cínico capo defensor del criminal dictador de Egipto. ¿Será que ya todos están idiotizados en esa provincia con forma de bota? El tiempo lo dirá.
El reto es universal y nos incumbe a todos y cada uno de nosotros, entendámoslo o no. No lo olvides. Tu participación es tan importante como la de cualquiera. Pero tiene que ser voluntaria y libre, no como la de los “espontáneos” defensores de Mubarak, siervos pagados por el déspota decadente que no engañaron a nadie.
No son sólo los pueblos islámicos -amenazados por un fundamentalismo anacrónico y catastrófico, como el que los ayatotas le han impuesto a Irán y los talibanes anhelan instaurar en los países que caigan en sus garras y restaurar en los que recuperen de los invasores occidentales-, sino toda la Humanidad la llamada a derrotar a los déspotas potentados, en todo el Mundo y simultáneamente, pues su decadencia y su carácter de enemigos de la Vida son universales. No hay potentados buenos que merezcan una segunda oportunidad.
Es la obligación de todos, no de alguno en particular, quitarles el poder y la riqueza que siempre han monopolizado.
Se trata del patrimonio común que ningún individuo (o grupúsculo de tales) puede seguir apropiándose para negárselo o limitárselo a los demás, condenándolos a la miseria y la discriminación fundadas en la capacidad adquisitiva o de consumo, una forma de segregación absolutamente artificial pero usual en todas las sociedades mercantiles conocidas por la moribunda Historia y expoliadas por los banqueros particulares, casi todos ellos sionistas.
Establecer la sociedad universal adecuada para la aldea global, es la oportunidad democrática que ninguna generación anterior tuvo a su disposición, pues era imposible contar con el concurso de todos los ciudadanos para tratar los asuntos comunes que a todos los afectan.
Ahora, es algo cotidiano ser protagonista social, de modo que no hay ninguna justificación para que continúen esas formas transicionales y transaccionales o convencionales de falsa democracia (“representativa”, “participativa” y demás imposturas).
El afán no es elegir algún gobernante y el parlamento correspondiente, acatando las fórmulas liberales clásicas impuestas por la burguesía, de modo que toca sufrir la inestabilidad y los saqueos propios de los gobiernos de partido que se turnan el manejo de los países.
La realidad tecnológica que a todos nos habilita como ciudadanos capaces de expresarse directamente, nos exige creatividad y dignidad por montones, si aspiramos a construir ese mundo maravilloso que supere el asqueroso que han construido los potentados, tan imbéciles, egoístas e ineptos. Todo lo resuelven con violencia y perversidad, pero ya no engañan a nadie.
Dada las amenazas inminentes de extinción y la creciente y acelerada destrucción de la biosfera con sus nefastas consecuencias sobre la Vida, causadas por los potentados que quieren desatar la guerra mientras producen catástrofes y diseminan pestes y hambrunas, todos los humanos de buena voluntad estamos obligados a intervenir, independientemente de las creencias, las costumbres y los gustos que nos caractericen y diferencien,
Tenemos todo el derecho a participar en la toma de las decisiones trascendentales, estables y duraderas que resuelvan los graves problemas derivados del consumismo, el capitalismo y los presuntos socialismos, todos tan depredadores e incapaces de garantizar un futuro.
Es el mayor reto común para la sociedad humana civilizada que remplace las criminales y depredadoras imperantes hasta ahora.
Con su creación se busca garantizarles a todos y cada uno sus derechos plenos a una vida digna, sin privaciones, saludable, en la que cada uno pueda desarrollarse y disfrutar sin otro límite que el que nos enseñó Benito Juárez: el respeto al derecho ajeno.
No es cuestión de ideologías sino de Vida y de Justicia. Por eso, es indiferente en qué creas o que no creas nada. No importa que reces o que te burles de quienes lo hacen, lo cual los ofende mucho pero no los autoriza a castigar al superficial burletero aunque sus dogmas lo ordenen y haya fanáticos que los apliquen al pié de la letra. Esto sí es intolerable.
En cualquier caso, tus derechos serán inalienables en esa sociedad global democrática que estamos construyendo entre todos y a la cual los hermanos musulmanes pueden aportar bastante en este momento, aprovechando el concurso de quienes quieran ejercer su ciudadanía sin sometérsele a nadie ni delegar su autoridad personal ni su soberanía individual.
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