HISTORIAS DE CAPTURA DE RENTAS
PÚBLICAS EN LOS LLANOS ORIENTALES
Bernardo Përez Salazar*
∗ Investigador de la Corporación Nuevo Arco Iris – CNAI-
Presentación
De las cerca de 100.000 entradas que contiene el Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia Española –RAE–, apenas ocho se asocian semánticamente a la voz extraer.
Entre las acepciones relacionadas con esta acción se encuentran la de sacar en el juego de lotería algunos números con sus respectivas suertes, la averiguación de cuáles son las raíces aritméticas o algebraicas de un número, y la separación de algunas de las partes de las que se compone un cuerpo químico. Una de sus formas como sustantivo se usa para referir el origen familiar y social, usualmente articulado con adjetivos como baja o humilde, y otra, para designar el resumen que se hace de un escrito en el que se expresan en términos precisos lo más “substancial”. En cuanto a adjetivos asociados a este campo semántico, el único registrado por la RAE es el término extractador que presumiblemente califica al
artefacto utilizado en la mentada acción.
Resulta curioso que ninguna de las entradas haga referencia a la acción de explotar yacimientos o riquezas naturales, una de las principales actividades realizadas en las
colonias del Nuevo Mundo desde poco después del descubrimiento de América hasta el presente. En contraste, el término potosí sí es aceptado en su acepción figurativa por el
diccionario para referir una “riqueza extraordinaria”, como la constituida por los miles de millones de onzas de plata que se estima habrían sido extraídas del “Cerro Rico”, al pie del
cual fue fundada la ciudad de Potosí en 1545, a unos 4.000 metros de altitud en lo que en la actualidad corresponde al altiplano boliviano.
El nombre de Potosí no refiere únicamente la noción de un esplendoroso tesoro como el aludido en nuestro diccionario. En la literatura especializada la expresión también se asocia
a un tipo de crecimiento económico y social efímero, generalmente asociado con actividades de extracción de riquezas naturales, a las cuales en adelante referiremos como
“extractivas” con la venia de la RAE, del cual Potosí es un ejemplo académico clásico: de un asentamiento pujante –boom town– que 30 años después de su fundación ya contaba con 120.000 habitantes, y que un siglo después, cuando Londres contaba alrededor de 500.000 habitantes, llegó a reconocerse como una de las ciudades más pobladas del mundo occidental con aproximadamente 160.000 habitantes, Potosí devino a principios del siglo XX a contar escasamente 20.000 almas entre sus pobladores y hoy sobrevive penosamente como un “pueblo fantasma” –ghost town– de incierto futuro.
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