MAR DE SANGRE, UNA NOVELA ÉPICA
DE LA HISTORIA COLOMBIANA
Álvaro Velásquez Turbay
MAR DE SANGRE, Una novela épica de la historia colombiana.
Por ALVARO VELÁSQUEZ TURBAY
El médico Colombiano Arturo Aparicio Laserna irrumpe de manera exitosa en las letras nacionales e internacionales con la publicación de una novela (Mar de Sangre) enmarcada en el estilo de una literatura épica, haciendo un extenso recorrido por las distintas facetas de los múltiples asaltos realizados por piratas, bucaneros, corsarios, filibusteros, que padeciera de manera continua la ciudad de Cartagena de Indias (Colombia), durante la época de la conquista española entre los años 1.543 y 1.741. Su interés por auscultar y transmitir en su obra todos los angustiosos padecimientos que sufriera la Ciudad Heróica, o el corralito de Piedra como algunos la designan, por los apetitos voraces de toda clase de rufianes que escuchaban las historias de que por estos territorios existían unas tribus indígenas que tenían verdaderas morrocotas de oro, con las cuales se daban el lujo de elaborar toda clase de monumentos y figuras , y las cuales en Europa tenían un amplio precio en el mercado de los negocios.
Arturo Aparicio Laserna narra, con un estilo claro, sin ambages de ninguna naturaleza, los episodios más intrincados que protagonizan este ejercito de intrépidos asaltantes entre los que sobresalen franceses e ingleses, que sin el menor respeto por la vida se lanzan sobre las aguas del Mar Caribe en sus embarcaciones, ávidos de tesoros, y que para cumplir sus objetivos criminales arrasan con todo lo que a su paso se interpusiera en la misión de atesorar las riquezas de la América española .
Sobresalen en la obra narraciones extraordinarias que enriquecen el conocimiento del lector acerca de muchos episodios desconocidos de la historia nuestra, y los padecimientos que tuvieron que afrontar los Conquistadores españoles Pedro de Heredia y su hermano Alonso, como gladiadores en defensa de la ciudad , apoyada muchas veces por la ayuda oportuna de los indios Caribes, Turbanas, y otras Tribus de la zona, que con sus flechas envenenadas produjeron bajas mortales en los asaltantes, que minaron sus tropas y que fueron baluartes importantes de apoyo para impedir la invasión de toda clase de maleantes , quienes como hienas hambrientas iban detrás de los tesoros de la ciudad de Cartagena. Como aliados en defensa de la Heroica actuaron a veces las múltiples enfermedades que aquejaban a los asaltantes por el rigor inclemente del trópico. Hicieron su aparición la disentería, la fiebre amarilla, el paludismo y otras más que minaban la salud de las tropas agresoras .
Trasluce en la obra de Aparicio , una combinación de estilo de estilo entre real y fabulesco, en razón a que en ella priman acontecimientos que elevan la atención del lector, como cuando en altamar el noble francés, convertido en pirata, Jean François de Roberval, es azotado por una tormenta que deja a la deriva su embarcación, a causa de los daños que sufriera su estructura. En medio del trance, Roberval recibe el consejo oportuno de un avezado marinero de nombre Pierre Lacroix , quien ejercía la labor de carpintero y quien le dice al oído a Roberval que, en alguna ocasión, un experto colega marinero le había transmitido un secreto: cuando una nave se encontraba perdida el altamar, debía seguir la ruta y el sonido de las tortugas, y éstas la guiarían a tierra firme. Roberval atendió el consejo de su marinero, y en efecto las tortugas le indicaron el camino hacia la costa, y así salvaron sus vidas.
De la misma manera , Aparicio dibuja en su narrativa épica los asaltos sanguinarios que realiza Roberval a la ciudad de Cartagena, apoyado y financiado por el Rey Francisco I de Francia. Después de arrasar e incendiar la ciudad de Santa Marta , se traslada con todo su tropilla de vándalos criminales hacia Cartagena, donde cumple su propósito de destruirla, barriendo con todo lo que se interpusiera a su paso feroz, acompañado de Juan Álvarez. un renegado que los guía, estimulado por la venganza que quería consumar contra el Capitán Bejines, adscrito al Rey de España, y que meses atrás lo había torturado en la plaza pública, sometiéndolo a azotes por la disputa que mantenían por los afectos amorosos de una bella y romántica dama Cartagenera. Los capitanes españoles Pedro de Heredia y su hermano Alonso de Heredia, son impotentes para contener la avalancha de piratas comandados por el Francés , lo que les originó dos juicios ante la corona Española por su responsabilidad en los desastrosos episodios .
En el año de 1.565 Cartagena padece nuevamente los violentos asaltos del pirata Inglés John Hawkins, conocido en el caribe con el seudónimo de Juan Acle, al que los defensores de la ciudad derrotaron, por segunda vez, en su intento de tomarse la ciudad, gracias a las estrategias defensivas que planeara el Gobernador Martín de Las Alas, amparado en las fortalezas que había dejado construidas su antecesor Antón Dávalos, y con el acompañamiento de un riguroso entrenamiento de sus hombres para el combate, que al final obligaron a la huida del pirata invasor .
De la misma manera la ciudad de Cartagena soporta los ataques del Corsario inglés Francis Drake, quien como carta de presentación en su hoja de vida no solamente había conquistado enormes riquezas de oro , plata y joyas , sino que también había dibujado toda la costa del mar del sur, desde el estrecho de Magallanes hasta California, por instrucciones de la Reina Isabel I, que incluían la misión de combatir a España y tomar nuevas posesiones para Inglaterra .
Aparicio Laserna describe a Sir Francis Drake como un “perro de mar” mimado por Isabel, quien recibiría la sexta parte del botín que resultara del ataque a la ciudad Heroica efectuado el 9 de febrero de 1.586 con una artillería compuesta por 23 naves y más de 3.000 hombres, un miércoles santo. Drake torturó a la mayoría de los habitantes , y obligó al Gobernador a pagar rescates de aproximadamente 3.000 gramos en oro, para que no siguieran destruyendo la ciudad. Ante la noticia de que la armada Española al mando del Capitán Alonso Flórez, venía en camino a rescatar Cartagena, y afectados sus hombres por la disentería y la fiebre, Drake emprendió la huida .
Mar de Sangre relata cómo se repiten los asaltos a la ciudad. Cartagena es codiciada por los apetitos voraces del rey y monarca Frances Luis XIV. El rey Sol le aporta barcos y soldados al pirata Jean Bernard Desjeans, Barón de Pointis, prestigioso marino cuyo valor había quedado demostrado en Trípoli, en Argel y en Genova. Pontis sufre en su empresa contra Cartagena una derrota moral, al estrellarse por la neblina de una tormenta su embarcación contra unas rocas, en las que encalla, y de las cuales tuvo que ser rescatado .
El barón de Pointis reagrupa a sus hombres en otras embarcaciones y vuelve y ataca la ciudad de Cartagena, de la que se apodera el 4 de mayo de 1.697. Exige los fondos de la real hacienda, el oro, la plata y las joyas de los ciudadanos, y a continuación iza la bandera de Francia. Permaneció en Cartagena casi un mes , y también la fiebre negra y el vomito hicieron mella en la salud de sus hombres. Los daños que dejó en la estructura de la ciudad tardaron varios años en ser reparados. Con los esclavos negros, los indios, los españoles y los criollos se emprendió la tarea de convertir a la Heroica en la ciudad amurallada, la plaza fuerte más segura del mundo contra posibles ataques a futuro de piratas y maleantes .
Así quedó demostrado el 5 de marzo de 1.741. Esta vez no son piratas sino la más grande flota de guerra que el mundo había conocido, la que se lanza contra la ciudad de Cartagena, bajo el comando del Almirante inglés Edward Vernon. Las murallas aguantan el asalto de las más de veintinueve mil hombres embarcados en las ciento ochenta naves de Vernon, y los valerosos defensores de la ciudad, comandados por el Virrey Sebastián de Eslava, el general Desnaux y don Blas de Lezo, derrotan en épicos combates a los invasores. Arturo Aparicio Laserna, narra en un cuadro magistral el célebre episodio del “Milagro en la Iglesia de Santo Toribio”. En horas de la mañana se celebraba la sagrada eucaristía en todas las iglesias, cuando una joven de 18 años de repente cayó desmayada sobre el cuerpo de una vecina que también oraba, por efectos del susto de un cañonazo. Los feligreses inmediatamente pronosticaron que se había producido un milagro por la indignación que provocó en Nuestro Señor el salvaje ataque inglés. Ese milagro habría originado que la pólvora de los piratas ingleses se mojara y que sus cañones dejaran de disparar, para beneplácito de los habitantes de la ciudad.
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