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       COLOMBIA: ELECCIONES 2010

         

            ¿QUÉ HACE UN MERCENARIO

        YANQUI DE ASESOR EN LA CORTE

               DEL REY JUAN MANUEL?

          

Mario Lamo Jiménez

Para la gran mayoría de colombianos, el nombre "James Carville" no les querrá decir absolutamente nada, tal vez ni sepan que es el principal asesor de la campaña de Juan Manuel Santos. En los Estados Unidos James Carville es muy bien conocido, ya que fue uno de los artífices, junto con Paul Begala, del triunfo electoral de Bill Clinton. Aunque ya hace cerca de una década que no significa nada en el panorama político estadounidense, se ha dedicado a "asesorar" candidatos, desde Afganistán hasta Bolivia, pasando ahora por el reino de Macondo. Participó en la campaña de Hillary Clinton a la presidencia, pero, según parece, sin el carisma de Bill Clinton, Carville no pudo cambiar la imagen de mujer fría y calculadora que rodeaba a Hillary. Carville, por su cuenta, tiene el mismo atractivo que podría tener un papel de lija como tratamiento para las arrugas de la piel y a pesar de que supuestamente es "demócrata", vende como cualquier virgen de medianoche sus servicios al mejor postor. En Afganistán, su candidato fue derrotado, con o sin fraude en las elecciones recientes. En Bolivia, su candidato, Gonzalo Sánchez de Lozada, fue triunfador y es hoy en día es un fugitivo de la justicia. Está acusado de crímenes de lesa humanidad, pero ha recibido asilo político en EE. UU. donde vive cómodamente, dictando conferencias en universidades gringas y de América Latina. En Israel también estuvo de asesor político en una campaña electoral: en resumen, Carville es un milusos que a cada campaña trae la misma fórmula, sin importar el país, de lo cual hablaremos más adelante. La pregunta, naturalmente, es ¿qué hace un mercenario yanqui en la corte del rey Santos? Su sola presencia ya delata dos hechos: Carville es un tipo carente de principios éticos o de cualquier tipo de moral. Como mercenario político, los principios no le interesan sino los resultados. Así como ayudó a que Bill Clinton fuera elegido, de la misma manera se vende a candidatos de derecha o extrema derecha, con tal de recibir su salario. Por el lado de la campaña de Santos, su presencia revela que Santos quiere llevar a cabo una campaña electoral estilo yanqui, lo cual implica el uso de todas las técnicas electorales, limpias o sucias que se usan en EE. UU., que lo ayuden a llegar a la presidencia. Obviamente Carville no sabe un pepino de Colombia, ni necesita saberlo, ya que es un experto en mercadeo, en mercadeo de seres humanos. Ha sido contratado para vender un producto y en este caso da la casualidad de que el producto es un candidato. Pero según parece, le está sucediendo lo mismo que le sucedió con Hillary: su candidato carece de carisma, es un camaleón político que se acuesta al sol que más caliente, y si fue él que le aconsejó que hablara de las pesadillas que traería su gobierno, se descachó de cabo a rabo. Ya hemos vivido 8 años de pesadilla y Santos promete más de lo mismo, sin dejar de ser curioso que su primera propuesta no sea de salud, ni de educación, ni de justicia, sino de más guerra. Santos el candidato, sigue hablando como un ministro de guerra y parece que a Carville se le olvidó aconsejarle que tiene que hablar como un candidato a la presidencia ante un pueblo que está harto de falsos positivos, corrupción, y pagos millonarios por traer cadáveres desmembrados para ser ofrecidos como trofeos de caza. Por eso no es de extrañar que el movimiento verde esté subiendo como espuma y que le represente a Santos una verdadera amenaza a sus aspiraciones presidenciales. Santos no inspira confianza, proviene de la casta oligárquica que ha gobernado al país por casi 200 años. Jamás ha sido elegido por voto popular en ningún cargo público, todos los privilegios de clase los ha tenido a la mano para llegar a donde está, incluidos los medios de comunicación que lo encumbraron y de los cuales su familia forma parte. Las técnica que trae Carville a su campaña, son las técnicas de lavado de cerebro, empezadas por los nazis y refinadas en Madison Avenue. Básicamente la estrategia electoral de Carville se basa en tres principios básicos: 1- Simplicidad del mensaje, es decir apelar al mínimo común denominador intelectual y decirle al votante su mensaje en una sola oración, por ejemplo: "Retroceder no es una opción". 2- Relevancia, destacar lo que el producto o en este caso, el candidato ha hecho a favor del consumidor, en este caso el votante, por ejemplo decir que él es el único capaz de combatir el terrorismo y que otros candidatos no están capacitados para ello (mensaje ya diseminado por Uribe y Uribito), o en boca del mismo Santos: "El próximo gobierno va a ser una pesadilla para los narcoterroristas". 3- Repetición, o sea, como ya lo vimos en el punto anterior, repetir el mismo tema hasta la saciedad, de modo que el votante quede saturado, atacando constantemente al adversario, sin darle tiempo para responder. Además de esto, uno de los principios de la propaganda nazi, ejecutada por Joseph Goebbels, era la de establecer un "enemigo único", en Alemania fueron los judíos, en Colombia son los "narcoterroristas", ignorando de paso cualquier otro problema social que pueda existir fuera del "narcoterrorismo", tal como la injusticia social, la corrupción administrativa, la desigualdad económica y diez mil males más que puedan afectar a la sociedad colombiana. En resumen, las tácticas de Carville están ya siendo usadas en la campaña de Santos, es un simple guión que el "cabeza de culebra", como se le conoce en los EE. UU. le está aplicando al pueblo colombiano, para que compre a su candidato de turno. Sin embargo, si la historia nos enseña algo, así como Carville no pudo mejorar el problema de imagen de Hillary Clinton, ya que fue derrotada finalmente en las primarias por Barack Obama, por consiguiente, es muy probable que tampoco le pueda crear a Santos una imagen positiva dentro del pueblo colombiano, que tal vez lo más positivo que recuerde de Santos, son los "falsos positivos".