"La segregación racial ha caracterizado
el devenir norteamericano"
Juan Revelo Revelo (*)
Cuando empecé a leer “Los sueños de mi padre”, la imagen que tenía de Barack Obama, era la del afro-americano bien vestido y con oratoria convincente, que fue ascendiendo en la campaña electoral hasta ganar las elecciones para la presidencia del país más poderoso del mundo, y a quien vimos por la televisión, con rostro satisfecho, el día que prestó juramento, frente a una multitud que lo ovacionaba en la explanada que va desde el Capitolio hasta el monumento a Abraham Lincoln, en Washington.
Al terminar la lectura, sin embargo, esa imagen de hombre poderoso, cambió por completo, y empecé a verlo como el ser humano que tuvo que superar muchos obstáculos y grandes retos: La discriminación racial que siempre estuvo a su lado, desde los tiempos de estudiante; la indiferencia y el hastío de sus “hermanos de raza”, como él los llama; la adicción a las drogas, rechazada a tiempo; la sombra de un padre que lo abandonó siendo niño, y el recuerdo de lo que su madre le contaba sobre él: su origen humilde en un pueblo de Kenia; su gran inteligencia, y la beca que le permitió doctorarse en la exclusiva Universidad de Harvard.
RECUERDOS Y CATARSIS
Barack Obama demuestra en este libro, que siendo un “autor primerizo”, como el mismo se autocalifica, sabe llegar al alma de los lectores con una narración amena y sencilla, a veces enriquecida con alguna frase de buen nivel literario; pero sobre todo, prueba que es un hombre sincero, que conoce que la franqueza es un don, y que él puede ejercerlo. Por eso, en algunos capítulos desnuda su vida íntima y nos cuenta episodios difíciles de su infancia y adolescencia; recuerdos no muy gratos de la época cuando vivió con los abuelos maternos, después de permanecer en Indonesia, junto a su madre y padrastro asiático; y también nos habla de su lucha interna por tratar de descubrir qué fantasmas genéticos, negros o blancos, prevalecían en él, y al final nos revela un secreto: el colapso de la imagen de su padre que era su ídolo, cuando, después de su muerte, supo que a su regreso a Kenia, la burocracia, las frustraciones, la vida disipada y el alcoholismo, convirtieron en polvo todos sus sueños.
Obama escribe: “Con ese torrente de recuerdos (…) rechazaba la idea de exponer mi pasado en un libro; un pasado que hacía que me sintiera vulnerable e incluso un tanto avergonzado, no porque ese pasado fuera particularmente perverso, sino porque habla de aspectos personales que conscientemente rechazamos y que están en contradicción con el mundo que ahora vivo”
EN EL PAIS MÁS RICO DE LA TIERRA
Cuando escribió esto, vivía en Chicago, acababa de cumplir 34 años y estaba recién egresado de Harvard. En esa época, ni él ni nadie, imaginaban que un afro-americano podría llegar a ser presidente de Estados Unidos. Era el año de 1995 y la publicación de “Los sueños de mi padre”, tuvo pocos ejemplares vendidos. Parece que ni siquiera sus amigos más cercanos lo leyeron. En ese tiempo, empezaba a trabajar como abogado, representando a víctimas de la discriminación racial, actividad que se le facilitó porque en los primeros tres años que vivió en Chicago, antes de ir a Harvard, se dio a conocer en los barrios marginados, como “organizador comunitario”, ayudando a la gente a exigir del gobierno, mayor atención a las necesidades primordiales de la población negra, desatendida por décadas.
En varios capítulos del libro, habla sobre la segregación que sufren los afrodescendientes; sobre su marginalidad y pobreza en el “país más rico de la tierra”; sobre la decepción que sienten cuando después de prometerles empleo y vivienda, los dineros van a parar a otras manos; y también nos habla sobre lo difícil que es convencer a la gente que ha sido marginada por varias generaciones, para que trabajen y luchen por el cambio. Por eso, la esencia de este libro, por encima de la historia de su padre, es un análisis (contado con anécdotas y reflexiones diversas), sobre la actitud vapuleada y poco optimista de los negros de Estados Unidos y sobre “la segregación racial que ha caracterizado el devenir norteamericano" como él escribe en alguna parte del libro.
De ese segregacionismo racial, refiere que en la época cuando sus padres se casaron, en 1960, aún existía en Norteamérica, la prohibición de matrimonios “mixtos”, la cual sólo fue derogada en 1967, por el Tribunal Supremo de Estados Unidos, que declaró que esa prohibición violaba la Constitución. Dice Obama que si en el momento en que ellos se casaron, hubieran vivido en el sur del país y no en Hawai, su padre negro podría haber sido colgado y su madre blanca, obligada a abortar o a dejar el hijo en un convento para que alguien lo adoptara.
Sobre la discriminación racial, anota varias anécdotas que él vivió en carne propia, respecto a la actitud que tienen los blancos norteamericanos con las personas de color, indiscriminadamente, sean negros, latinos o asiáticos; pobres e ignorantes, o gente como él, con alto nivel académico, con un inglés perfecto y bien vestidos, y al respecto, Obama escribe con evidente tono de indignación: “Nunca nos hemos sentido mas ultrajados que cuando un taxista pasa de largo, o cuando una señora se aferra a su bolso en el ascensor cuando te ve cerca”.
Y sobre el desaliento de los afroamericanos ante su penosa situación, menciona varias reflexiones, como la que hace, después de oír a un viejo comerciante que le dijo: “Los negros hemos trabajado durante tanto tiempo para nada, que por eso, ahora pensamos que no tenemos que rompernos la espalda sólo para sobrevivir. Eso es lo que les digo a mis hijos”. Y cuenta Obama, que al oír esta opinión tan amarga y pesimista, se preguntó: “¿cómo podremos remediar una cultura desesperada, una vez que se ha rasgado?”
EJEMPLO DE SUPERACION
En este punto del libro, es cuando uno comprende, que las metas que Barack Obama se trazó para liderar el cambio, nacieron cuando empezó a tener contacto con esa población desesperanzada, en los barrios marginados de Chicago, Los Ángeles y Nueva York. Y uno también comprende, al terminar la lectura, que después de sus experiencias en esas ciudades y en Kenia, a donde viajó a conocer la historia de sus ancestros africanos, se fijó como objetivo, poner en práctica la premisa de que por la vía pacífica se puede lograr el cambio, y que los cambios sólo son factibles con la conquista del poder.
Ahora ya sabemos cómo transcurrió su vida después de la publicación de este libro: Primero, logró la confianza de la gente marginada y de los líderes de las iglesias cristianas de Chicago; luego tomó como propias las palabras del reverendo Wright sobre la “Audacia de la Esperanza” y logró ser elegido senador por Illinois (cargo desde el que se opuso a muchas acciones nefastas del gobierno de Bush, como la invasión a Irak), y finalmente, conquistó el apoyo de las grandes minorías: negros, mulatos y mestizos latinoamericanos y asiáticos, y también el apoyo de millones de blancos que deseaban el cambio, y que finalmente (en un acto sin precedentes en la historia de Estados Unidos), lo ayudaron a conseguir el primer sueño que él se había propuesto: Llegar a la cima del poder. Ahora sólo falta comprobar que su segundo sueño, el de lograr ese cambio, lo puede cumplir.
Pero lo que queda más claro, es la reflexión de que la vida de Barack Obama, sin lugar a dudas, es un ejemplo para los jóvenes de la clases menos favorecidas de todo el continente, al demostrarse que con una firme voluntad en los propósitos, con un buen nivel académico, y con indeclinables deseos de superación, se puede triunfar; inclusive en las condiciones más adversas como las que él tuvo que vivir como afrodescendiente en un país multicultural y multirracial, en donde confluyen las mayores contradicciones del mundo, tales como el respeto a la libertad de expresión y a la democracia, junto a las más indignantes muestras de xenofobia y segregación racial.
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JUAN REVELO REVELO: revelo2000@hotmail.com |