Conglomerado educacional
Nuria Barbosa León
Periodista de Radio Progreso y Radio Habana Cuba
El inicio del curso escolar en Cuba se vuelve una fiesta de preparación para la familia, y una fantasía para el estudiante. Suele ocurrir que el uniforme escolar se aliste unas semanas antes, que se use un nuevo peinado para el primer día y algo diferente en el vestuario para impresionar a los demás.
Lo cierto es que el ciento por ciento de los niños cubanos acude a la escuela, a todos se le garantiza la continuidad de estudio ó una plaza laboral cuando se gradúen.
No es preocupante para los cubanos que en El Salvador al menos 300 000 jóvenes en
edad escolar permanecen excluidos del sistema educativo por razones económicas y por la baja respuesta del gobierno a ese problema. En Centroamérica hay más jóvenes en las cárceles que en los colegios.
Tampoco se recuerda que en Montevideo y otras ciudades de Uruguay, los maestros se negaron a iniciar el curso en el mes de marzo porque decidieron realizar un paro general para exigir aumento de salario equivalentes a la canasta familiar, jubilaciones del ciento por ciento a los docentes con más de 35 años de labor, derechos legales para los empleados suplentes y rechazo a la Ley de Educación vigente.
Pero, no es noticia, que en Argentina, la llamada canasta escolar, consistente en mochilas, calzados, artículos de plásticos, utensilios escolares y base material de estudio subió en un 30 por ciento en este curso.
Peor aún, son las cifras que emitió un equipo parlamentario de Bruselas, quienes divulgaron que más de 19 millones de niños viven en la pobreza en la Unión Europea, cantidad que representa una quinta parte de la población menor de 18 años, datos que excluye a los hijos de inmigrantes indocumentados y a los solicitantes de asilo. Esos niños europeos tampoco tienen acceso a la educación.
Con todo ello es insignificante que un grupo de padres de niños no videntes de Paraguay reclamen la apertura de la primera escuela estatal para infantes y adolescentes con ceguera. En Asunción sólo se cuenta con un salón dentro de una escuela pública con una matrícula de 70 niños.
Si a todo ello se le agrega la tristeza de los niños por asistir a clases con hambre o la no preocupación de los padres por enviar a sus hijos a los centros docentes, más las aulas hacinadas, las paredes raídas, los techos caídos, los muebles escolares sin presencia y la falta de seguridad de un niño dentro del recinto escolar, no deja espacio a las lamentaciones, porque algo se debe hacer para cambiar tanto dolor en el mundo.
Los niños y jóvenes cubanos visten el 1ro de Septiembre sus uniformes y con la mayor tranquilidad caminan hacia sus escuelas ignorando las noticias antes mencionadas y preocupados sólo por la acogida dentro de su grupo escolar.
Mucho ha sido el esfuerzo del gobierno cubano por garantizar un maestro en cada aula, esta profesión no es de las más favorecidas en la sociedad. Muchas pudieran ser las causas, primero el desgaste de voz y el tiempo parados frente al aula, más el stres para preparar la clase y no improvisar ante los educandos. A ello se le suman las condiciones materiales de las escuelas que nunca pueden complacer del todo a sus trabajadores con baños y áreas sin limpiar, comida mal elaborada y disgustos con las autoridades y funcionarios de los organismos superiores de Educación por las metas y exigencias.
Todo eso puede ser compensado cuando hablamos de maestros graduados de la universidad y postulando en una maestría, de grupos de alumnos menor de 20 en primaria, y menos de 15 en secundaria, con salones pertrechos de televisor y video, con un laboratorio de computación por escuela y de áreas para la educación física dentro de la institución.
Los más de tres millones de estudiantes cubanos asisten a la doble sesión, son atendidos por 386 000 docentes en 13 mil centros educacionales para los cuales el estado produjo más de 200 títulos en libros de textos con una tirada de más de 14 millones de ejemplares.
Sin querer extraer conclusiones a priori, cuando analizamos las cifras no queda otra opción que admirar las iniciativas implantadas en Cuba y soslayar las deficiencias porque esos males pueden ser curados en breve plazo si todos ponemos voluntad y tesón para no perder las conquistas logradas.
Escalemos hasta el último peldaño en el curso de la vida, acompañémonos de la instrucción hasta el suspiro final. Sólo un hombre con educación tiene cultura y no sólo la educación nos lleva a la cultura. Probemos, entonces, a ser más culto para conquistar el futuro. |