Colin Fraser (1935-2008)
Alfonso Gumucio Dagrón
Hoy, sábado 20 de septiembre, a las 15:30 hora de Italia, es el funeral de Colin Fraser en la iglesia de San Egidio, en el pueblito medieval de Tolfa, donde vivía con Sonia Restrepo, su esposa. Colin falleció en la mañana del lunes 15, acompañado por Sonia y sus dos hijos, Lain y Stuart, pocos días antes de cumplir 73 años, pues había nacido el 29 de septiembre de 1935.
Tolfa está en medio de un bucólico paisaje de verdes colinas. A vuelo de pájaro desde Google Earth trato de reconocer, o más bien imaginar, la casa de Colin y Sonia en el número 12 de Via del Calderaro. Me imagino sus viñedos con cepas especiales que él importaba clandestinamente de todas partes del mundo. La búsqueda de la vida apacible del campo, del buen vino y la buena comida llevó a Colin a vivir en este lugar suficientemente aislado y a la vez cercano a Roma. En 2005 publicó su libro “Working with Bacchus”, donde expresa su amor por el proceso de elaboración del vino.
La última vez que lo vi, siempre con Sonia, fue precisamente en Roma, durante el Congreso Mundial de Comunicación para el Desarrollo (WCCD) en octubre del 2006. Recuerdo en particular una intervención suya, en plenaria pero desde la sala, lamentando que la comunicación para el desarrollo hubiera perdido terreno en las organizaciones de las Naciones Unidas, y señalando que hoy se habla de comunicación para el desarrollo sin saber exactamente lo que es. En uno de sus mensajes me dice que el uso generalizado de la comunicación, como algo que incluye de todo, incluso la “comunicación corporativa”, ha desnaturalizado la comprensión de la comunicación para el desarrollo, y en los últimos diez años ha confundido aún más las cosas.
Antes de vernos en Roma nos juntamos en Bellagio, en la magnífica propiedad de la Fundación Rockefeller a orillas del Lago Como, en una reunión que organizamos del 20 al 24 de mayo de 2002, para discutir lo que podría ser una maestría con énfasis en comunicación para el desarrollo y el cambio social. A esa reunión convocamos a algunos de los más importantes especialistas de la comunicación para el desarrollo en el mundo. Colin, por supuesto, pero además Everett Rogers (USA), Juan Díaz Bordenave (Paraguay), Louie Tabbing (Filipinas), Alfred Opubor (Benin), Daniel Prieto Castillo (Argentina), Jan Servaes (Bélgica), y John Downing (UK), entre otros.
Los encuentros con Colin y Sonia fueron siempre esporádicos, separados por el tiempo y el espacio, en Bellagio, en Roma o en Bogotá, siempre con la promesa nunca cumplida de vernos con mayor frecuencia. Un texto de Colin y Sonia no podía faltar en nuestra Antología de Comunicación para el Cambio Social. Thomas Tufte y yo escogimos un capítulo de su libro “Communicating for Development”. Es una pena que ya no verá la edición en castellano de la Antología, que sale en estos días de la imprenta.
Si alguien sabía de comunicación para el desarrollo, ese era Colin Fraser. Si el debate todavía existe es gracias a él. Desde su puesto de director en la FAO, entre 1969 y 1985, Colin le dio un impulso inédito a la comunicación para el desarrollo. Gracias a él la FAO tuvo un liderazgo entre las agencias de Naciones Unidas en el campo de la comunicación, liderazgo que ha ido perdiendo paulatinamente. Su trabajo como consultor en más de 70 países lo convirtió en una referencia esencial.
Colin tuvo la iniciativa de crear la Mesa Redonda de Comunicación para el Desarrollo, que cada dos años reúne a agencias de desarrollo para debatir los avances y retrocesos en el campo. En su novena edición, en Roma, en septiembre de 2004, los participantes en la mesa redonda subrayaron la necesidad de contar con políticas y recursos adecuados de comunicación en los programas de desarrollo. Era un llamado muy general, las grandes burocracias para el desarrollo no se dieron por aludidas, como tampoco se sintieron aludidas por el “Consenso de Roma” aprobado al término del Congreso Mundial de Comunicación para el Desarrollo. |