ENIGMA Y TIERRA FIRME
Eduardo Gómez
Vivimos al borde de una ausencia absoluta
y viajando sin meta por el espacio infinito.
Demasiado absurdo nos acecha cotidiano
para rechazar la claridad en lo accesible
y empastarnos en la sensación o el grito.
No hay otro cielo ni otro infierno
que los deparados por la historia.
ANÓNIMO
El hombre aquel no tenía madre.
Tenía manos golpeadas
paisajes entrevistos
y una guitarra oscura
que acariciaba largamente.
El hombre aquel
—el Juancho
el Pablo—
dijo en silencio que tenía hambre
hablaba solamente con las venas henchidas
de la pasión de amar.
No tenía madre.
Caminó siempre aturdido
—el pobre!—
por una quieta llanura
de crepúsculos heridos.
Tal vez alguna noche
casi pudo saber.
Tal vez
mas no se supo.
No tenía madre. |