'Nuevas políticas' vestidas
con ideas viejas
Mario Lamo Jiménez
De llegar a ser Barack Obama el próximo presidente de los EE. UU., la pregunta, naturalmente, es, ¿cuál sería su política respecto a América Latina?
En un reciente discurso Obama delineó la que sería su “nueva política” en América Latina a través de un “nuevo enfoque,” distinto al de Bush, el cual calificó como un fracaso, a través de la diplomacia directa por todo el hemisferio, para hacer que la democracia siga adelante y para promover los “valores e ideales americanos”, para lo cual lanzaría una asociación energética para las Américas para desarrollar energías alternativas, desarrollaría una iniciativa regional para combatir el narcotráfico y daría ayuda para promover el desarrollo de la base hacia arriba, reestableciendo un “enviado especial para América Latina”, abriendo más consulados y enviando¿ más “Cuerpos de Paz”.
Por su parte, el presunto candidato republicano, John McCain, ha dicho que Obama es “peligrosamente ingenuo” por decir que se reuniría con el actual presidente de Cuba, Raúl Castro (diplomacia directa). Teniendo en cuenta que la política de embargo de los EE. UU. ha sido un total fracaso y que los otrora todo poderosos votos de los cubanos de la Florida están divididos entre aquellos que quieren continuar las políticas del pasado (los más viejos) y los que anhelan un cambio de actitud con respecto a la isla (las nuevas generaciones), la posición de Obama está teniendo acogida entre ciertos sectores de cubanos, aunque Obama no se ofrece a levantar el embargo. Por otra parte los cubanos ya no son la mayoría del voto latino en Miami por la llegada de miles de inmigrantes de otros países de América Latina. Obama ha prometido levantar las restricciones de los viajes a la isla que ahora imperan y que tan sólo han servido para ahuyentar más a los cubanos de las posiciones de McCain, quien parece querer continuar con la misma política fracasada de Bush. También quitaría el límite de dinero que los cubanos pueden enviar a sus parientes en la isla. Sin embargo Obama no es un simpatizante del gobierno cubano y ha expresado que se reunirá con Castro en el momento que crea apropiado y para “adelantar los intereses de los EE. UU. y los de la libertad del pueblo de Cuba”.
Respecto a Venezuela, Obama ha sido crítico de las políticas de Chávez, pero reconoce que su oposición a las políticas de Bush le ha ganado el apoyo de una buena parte de América Latina (pero por las razones equivocadas). Obama desea que el pueblo venezolano no crea que los EE. UU. es la fuente principal de sus problemas y tratará de juzgar las acciones de Chávez, criticando las que cree que se desvían de las normas internacionales de democracia o que no favorecen al pueblo venezolano, pero reconociendo lo que sí se esté haciendo a favor del pueblo. Sin embargo, Obama ha dicho que estará listo a aplicar la política del garrote si se comprueba que Venezuela ha apoyado a las FARC, utilizando sanciones si fuera el caso. El problema para ello radica en que las supuestas pruebas contra Venezuela fueron obtenidas ilegalmente y que la INTERPOL en su informe ha certificado que fueron manipuladas, lo cual no parece importarle mucho a Obama, quien ha llamado a Chávez un “demagogo” con una “peligrosa retórica antinorteamericana”. En resumidas cuentas, la política de Obama respecto a Venezuela suena más como la antigua retórica y no como una nueva política que vaya a traer cambios significativos en la región.
En el caso de Colombia, la situación es aun más compleja. Uribe ya se fue lanza en ristre contra Obama por no apoyar el TLC con Colombia, diciendo que se trataba de políticas electorales. Obama le replicó que estaba totalmente equivocado ya que el gobierno de Uribe estaba bajo sospecha de “haber apoyado potencialmente actos de violencia contra sindicatos, contra los trabajadores y contra la oposición”. Obama ha dicho que tal comportamiento no debe ser premiado y que hasta que las cosas no se arreglen no se podrá seguir adelante y para ello exigirá que se cumplan con ciertos principios básicos de Derechos Humanos,¿ de derechos de los trabajadores y de protección del medio ambiente.
En su discurso de mayo 23 ante una audiencia “cubano-americana” Obama dijo que durante su gobierno atacaría todas las fuentes de “temor en las Américas”, por parte de “paramilitares de derecha”, “terroristas de izquierda” , “carteles de drogas” o “fuerzas policiales corruptas” y añadió:
“Para la gente de Colombia, que ha sufrido a manos de asesinos de todo tipo, eso significa combatir todas las fuentes de violencia. Cuando yo sea presidente, continuaré con el programa Andino antidrogas y lo pondré al día para confrontar los cambios constantes. Apoyaremos plenamente la lucha de Colombia contra las FARC. Apoyaremos el derecho de Colombia de golpear a los terroristas que buscan refugio seguro del otro lado de la frontera. Y expondremos públicamente cualquier apoyo que reciban las FARC de países vecinos. Este comportamiento debe ser expuesto a una condena internacional, aislamiento regional y en caso de ser necesario, sanciones fuertes. No se debe tolerar”.
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En resumidas cuentas, la “nueva política de Obama” es un reciclaje de la eterna política norteamericana de la zanahoria y el garrote, intervención en los asuntos internos de los demás países, ayuda para violar la soberanía de otros países bajo el pretexto de la lucha contra el terrorismo, continuación de las políticas fallidas contra el narcotráfico, todo esto maquillado con un seudo respeto por los derechos humanos y una falsa retórica de diplomacia directa que sólo servirá para adelantar los intereses de los EE. UU. en la región y obtener mayor control de sus recursos. El candidato Obama de hace unos meses ha mostrado finalmente su verdadera cara y si a esto le añadimos su servilismo incondicional con Israel y el apoyo a sus guerras genocidas, queda así completo el rostro que se esconde tras la máscara del “cambio en que podemos creer” que es su lema de campaña.
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