La verdadera cara del águila imperial
Mario Lamo Jiménez
Por primera vez, hace unos meses, tuve la oportunidad de ver en vivo y en directo un águila de cabeza blanca (bald eagle, para los angloparlantes), en su ambiente natural. Caminaba tranquilamente por una reserva natural con mi esposa, cuando dos guardias forestales que parecían sacados de una película de John Belushi por sus grandes barrigas y por su caminado alegre, se nos acercaron con un par de binóculos y la noticia del siglo: 'En ese árbol está perchado nada más ni nada menos que el símbolo de esta nación', dijeron pasándonos los binóculos y señalando un árbol lejano. Y efectivamente, al otro lado del río Americano, en un paraje desolado, reposaba en una rama en lo alto de un árbol una gran ave de cabeza blanca, pico amarillo, cuerpo negro y una cola adornada también de hermosas plumas blancas. Yo esperaba verla volar, como en las películas, desplegando sus grandes alas y batiéndolas al sol del mediodía. Sin embargo la explicación de los guardias me quitó la ilusión. 'Lleva parada ahí hace una semana y sólo baja a comer; el resto del tiempo se la pasa descansando'. Por curiosidad les preguntamos a los guardias de qué se alimentaba esa hermosa ave. 'Simplemente espera a que los salmones muertos pasen arrastrados río abajo para ella recogerlos, es un ave carroñera'.
'Ave carroñera', dato interesante, pensé. Así que decidí investigar cómo demonios un ave carroñera se había convertido en el símbolo de una gran nación. Una guía de aves de Norteamérica me dio la respuesta. El Congreso Continental del 20 de junio de 1765 la había proclamado como símbolo oficial de los Estados Unidos de América, a lo cual se había opuesto Benjamín Franklin por considerarla un ave perezosa y oportunista, que no solamente se alimentaba de carroña, sino que además era un ave pirata que esperaba a que otro pájaro realizara sus propias labores de pesca para después arrebatarle el fruto de su trabajo. En su reemplazo había nominado al pavo, animal más productivo, trabajador y sociable y hasta más atractivo. La respuesta fue obviamente rechazada, cualquier país con pretensiones imperiales no podría tener como símbolo a un simple pavo. El aspecto de un pavo no le causa temor a potenciales enemigos, pero la imagen de un águila con grandes garras y pico es un símbolo que inspira respeto, si no se sabe qué hay detrás de ese símbolo. La voz del águila de cabeza blanca parece como un quejido, algo muy poco agresivo, de modo que en los comerciales es reemplazada por una voz falsa que va mejor con su aspecto. El águila de cabeza blanca no sólo es pícara y carroñera, sino que además es un tanto cobarde, ya que hasta un pájaro pequeño la puede sacar de su territorio con tan sólo enfrentarla.
A mediados del siglo XX, el poderoso símbolo imperial estuvo a punto de ser extinguido por la acción misma de los simbolizados: El DDT, un pesticida usado generosamente en la época, como hoy se hace con el glifosato, entró en la cadena alimenticia y el cascarón de los huevos del águila se volvió más delgado y la población de águilas comenzó a disminuir: el cascarón no aguantaba el peso del ave que lo empollaba. En el siglo 18 había de 300 a 500 mil águilas de cabeza blanca, para mediados de 1950 había menos de un millar: el imperio estaba asesinando a su propio símbolo. Una vez que se prohibió el DDT, para 1980 la población de águilas de cabeza blanca había subido a unas cien mil aves. Sin embargo, la historia no para ahí, ya que una de sus fuentes principales de alimentación, el salmón está disminuyendo en proporciones alarmantes: por ejemplo, en la costa Oeste, de 775.000 en 2002 se han reducido a unos 60 mil en 2008, por exceso de pesca y por la construcción de diques que ha destruido su hábitat. ¡Esta vez si el águila imperial no muere envenenada, puede morir de hambre!
Después de ver que un ave carroñera era el símbolo de los EE. UU. llegué a pensar que el símbolo había estado muy mal escogido y que en verdad el pavo hubiera merecido ese puesto, pero después de reflexionar un poco llegue a la conclusión de que es el símbolo perfecto de esta nación, un ave pirata maquillada por los medios de comunicación para aparentar lo que no es, en fin de cuentas un mito más del 'American Way of Life'. En resumen, el símbolo es tan frágil como el país que parece querer contaminarse y destruir sus reservas naturales a nombre del capitalismo despiadado.
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