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GLOBALIZACIÓN Y  DESARROLLO CIENTÍFICO Y TECNOLÓGICO:

EL GRAN RETO PARA LOS PAÍSES LATINOAMERICANOS

 

 

Rubén D. Utria

 

 

En la base de los problemas y retos económicos y políticos que la actual Globalización plantea a los países periféricos —extensa y profundamente denunciados y discutidos en los ocho Encuentros anteriores— subyace uno de naturaleza estructural, no solucionable fácilmente en el corto y mediano plazos y que generalmente es soslayado por economistas y políticos: la amplia y profunda brecha tecnológica que separa dichos países de las potencias industrializadas y la forma inequitativa e imperial como éstas sacan partido de ella. Estos fenómenos inhabilitan en la práctica a los países periféricos para participar protagónicamente en dicha Globalización, así como para acceder a las oportunidades y beneficios prometidos y, mediante el “libre comercio” instaurado por ésta, acelerar el desarrollo como ha venido siendo quiméricamente prometido.

           En efecto, el eje de la Globalización es la competitividad económica globalizada basada en la agregación de valor a la producción mediante el conocimiento científico y tecnológico, recurso éste que se encuentra prácticamente en manos exclusivas de los países industrializados y sus grandes corporaciones transnacionales. Como los países subdesarrollados no disponen de este recurso —ni pueden obtenlo en menos de alrededor dos generaciones— su participación efectiva sólo puede limitarse a la exportación de materias primas y a algunas manufacturas de bajo contenido tecnológico. Esta excluyente limitación genera unos términos de intercambio injustos y poco remuneradores, como ya lo había advertido la CEPAL desde los años cincuenta y estaba previamente denunciado en toda la literatura marxista sobre el comercio internacional.

Esta limitación es de naturaleza estructural —no coyuntural, ni fácilmente superable— por dos razones principales: (i) Porque en los últimos decenios se ha producido —y sigue produciéndose— en los países desarrollados un acelerado salto científico-técnico que no les interesa ni les conviene transferir, que le otorgan la ventaja competitiva clave de la nueva Globalización y que responde a monopolios internos y externos, ventajas acumuladas durante largo tiempo y a alto costo; y (ii) Porque el conocimiento tecnológico que dicha competitividad globalizada exige no es improvisable, ni transplantable por parte de los países periféricos, sino el resultado acumulativo de un complejo proceso de desarrollo científico-técnico autónomo y endógeno, que involucra un esfuerzo sistemático, sostenido y de largo plazo e involucra alrededor de dos generaciones.

En la economía globalizada de períodos históricos anteriores las materias primas jugaban un papel importante para los países industrializados, y buena parte de la tecnología que requerían las manufacturas de dichos países no era tan sofisticada y tan costosa. En cambio hoy, con el descomunal salto tecno-científico de los últimos decenios los términos de intercambio comercial anteriores se han tornado más difíciles e injustos: dichas materias primas se producen a alta eficiencia y productividad y con significativos subsidios y grandes excedentes en los propios países industrializados. Paralelamente, el acceso a las nuevas y sofisticadas tecnologías se ha hecho casi inalcanzable, no sólo por sus elevados costos, sino también —y principalmente— por su manejo monopólico y excluyente y por la actual ausencia de capacidad tecnológica de los países subdesarrollados para incorporarlas, asimilarlas y manejarlas eficientemente. En esta situación tienen mucho que ver, entre otros, los impresionantes avances científicos en los campos de la genética, la biología molecular, las nanociencias, la física, la modelística computacional, la transgénesis, las energías alternativas, las telecomunicaciones, la informática, la computación, los nuevos materiales y los atisbos de la Tercera Revolución Industrial. Así, una nueva manera de producir, nuevos y mejores productos a precios competitivos, mercados sofisticados y otros factores complican y desafían la capacidad de los países periféricos para competir. Por tanto, éstos no pueden hacerse ilusiones con la Globalización en vigencia. El progreso científico-técnico se ha acelerado y sofisticado y un nuevo imperialismo basado en éste ha alterado y complicado aun más la quimera del “libre comercio” y sus beneficios. El desarrollo nacional es hoy y en el inmediato futuro, no sólo un problema de recursos económicos y de exportación de materias primas y artesanías sino, fundamentalmente, de ciencia y tecnología y la correspondiente voluntad política para lograrlo.

Así, para los países subdesarrollados el único camino serio a seguir para competir es el desencadenamiento de un esfuerzo endógeno, acumulativo y planificado de desarrollo científico y tecnológico nacional, entendido éste como un proceso sociocultural de generación, adaptación, perfeccionamiento, copia, asimilación y aplicación de conocimiento, basado en la educación, la investigación científica, la asociación academia-productores, la transferencia tecnológica, la valoración social del trabajo de los científicos, el surgimiento de una cultura científica y tecnológica y otros esfuerzos conexos y afines. Todo ello como parte de un gran propósito político nacional, un Plan Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico y la movilización de toda la sociedad y su talento y capacidad creadora. Así lo hicieron los países de reciente industrialización, como China, Rusia, Corea, Taiwán y otros, y así lo está intentando con éxito Cuba en Latinoamérica.

GLOBALIZACIÓN Y DESARROLLO CIENTÍFICO Y TECNOLÓGICO:

EL GRAN RETO PARA LOS PAÍSES LATINAOMERICANOS

Rubén D. Utria

1. El desempeño excluyente de la ciencia y la tecnología en la Globalización

El actual proceso de globalización no es solo la revitalización del libre comercio como base de la economía internacional y como “instrumento eficaz para acelerar el  desarrollo acelerado de todos los países”. No se trata simplemente de una práctica sana del liberalismo económico clásico y neoclásico destinada a impulsar el intercambio comercial y, por esa vía,  facilitar el desarrollo de los pueblos atrasados, como lo plantea el evangelio neoliberal y en particular el “Consenso de Washington”, y lo pregonaron inicialmente Ronald Regan y Margaret Tatcher en torno a su doctrina conocida como “reganómics” lanzada en los años setenta. También es el debilitamiento de los estados-nación y la soberanía de los países periféricos; la vulneración de sus procesos de producción, comercialización y consumo mediante la “desregulación” de los controles protectores; el desplazamiento de la producción nacional; la preponderancia de las exportaciones frente a la atención a la demanda interna, la penetración imperial de capitales extranjeros, la movilidad sin trabas de los factores de producción, excepto la mano de obra; la precarización del empleo y el desmonte de la conquistas sociales de los trabajadores; la privatización de los servicios sociales; la enajenación transnacional de los activos estratégicos y, también, el auge modernizador de las telecomunicaciones y la internacionalización de la cultura, y otros aspectos conexos. En la práctica también es —y fundamentalmente— la imposición de la competitividad económica internacional basada en la agregación de valor a la producción mediante la incorporación intensiva de conocimiento científico y tecnológico avanzado y la innovación sistemática y continua de productos y procesos de producción. Y, consecuentemente, el tratamiento discriminatorio de las materias primas sin manipulación científica, la mano de obra sin alta calificación y los productos de bajo y mediano contenidos tecnológicos de los países periféricos.

En estas condiciones, la Globalización se constituye no sólo en la resurrección del neoliberalismo, sino también en la implantación de un neocolonialismo  —que no sólo domina mediante la asimetría de los términos de intercambio comercial— sino que excluye de entrada a los países que carecen de los recursos de la ciencia y la tecnología y entrega los mercados nacional e internacional a manos de las grandes corporaciones transnacionales, que hoy son las grandes generadoras y propietarias del progreso científico y tecnológico.

Así, en la base de los problemas y retos económicos y políticos que la Globalización plantea a los países periféricos subyace uno de naturaleza estructural no solucionable fácilmente a corto y mediano plazos, y que generalmente es soslayado por economistas, académicos y políticos: la amplia y profunda brecha tecnológica que separa dichos países de las potencias industrializadas y la forma inequitativa e imperial como éstas sacan partido de su supremacía tecno-científica.

Este factor convierte el proceso de la Globalización en una negación del espíritu y la práctica de la competitividad liberal, porque obliga a los países subdesarrollados a competir tanto en los mercados nacionales como internacionales sin la correspondiente capacidad científico-técnica.  En la práctica se trata de entregar, libremente y sin protección, los mercados nacionales a las grandes  corporaciones transnacionales y su poderoso arsenal de conocimiento científico y tecnológico y su capacidad para experimentar e innovar en nuevos materiales y productos y nuevas formas de producirlos. Como los países subdesarrollados no disponen de estos recursos —ni pueden obtenlos al menos en el corto y mediano plazos— su participación efectiva en el mercado mundial queda limitada en la práctica a la exportación de materias primas y a algunas manufacturas de bajo contenido tecnológico y bajo precio, generalmente ya desechadas por las potencias industriales.

Al mismo tiempo, la libre de importación de bienes y servicios impuesta por la Globalización y el consecuente desplazamiento de la producción nacional y su reemplazo por la importada, no favorece la búsqueda de nuevas tecnologías y los conocimientos científicos correspondientes. Esto incapacita cada vez más a los países pobres  para acelerar su progreso tecno-científico. Se genera así un adverso círculo vicioso que consolida su atraso en este campo.

Así,  estos países se ven obligados a importar masivamente productos y servicios de mediana y alta tecnologías a elevados y crecientes precios, a tiempo que sus materias primas y sus manufacturas exportables —de bajo contenido tecnológico, como fue anotado— bajan de precio, porque las potencias industrializadas han adquirido, con base en la ciencia y la tecnología, capacidad para producirlas y sustituirlas eficientemente y cada vez mejor y a menor costo. Este es el caso, por ejemplo, de los alimentos para humanos y animales, los agroquímicos, varios materiales de construcción y buena parte de las materias primas.  Esta situación no solo entraña una competencia desleal sino una grave injusticia, que perpetúa y acentúa la asimetría en los términos de intercambio comercial, denunciada desde los años cincuenta por la CEPAL y previamente analizada y condenada desde hace 165 años en la literatura marxista sobre comercio internacional.

Además, esta inconfortable situación tenderá a agravarse en el futuro mediato, cuando los commodities estratégicos  sean reemplazados por fuentes alternativa como el hidrógeno, la energía nuclear limpia y la producción altamente industrializada de etanol, biodiesel y otros energéticos y lubricantes, como habrá que hacerlo en el ámbito de las políticas de contención del calentamiento global.   También sucederá con la sustitución nanotecnológica de metales, cerámicas, vidrios, plásticos, cauchos, fibras, maderas, alimento y otros productos transformados molecularmente y otros procesos científicos y tecnológicos avanzados. Además —para bien o para mal de la Humanidad— la Tercera Revolución Industrial ya en iniciación nos ofrece ya una prodigiosa nueva alquimia más sorprendente,  efectiva y jamás soñada por los quiméricos alquimistas del pasado.

 

2. Naturaleza estructural del atraso científico-tecnológico

Esta limitación es de naturaleza estructural —no coyuntural, ni fácilmente superable— por tres  razones principales: La primera, porque a partir del Siglo XV se ha venido configurando una amplia y profunda brecha científica y tecnológica que separa en forma decisiva a los países avanzados de los atrasados. La segunda, porque en los últimos decenios se ha producido —y sigue produciéndose— en los países desarrollados un acelerado salto científico-técnico que les otorga, ipso facto, la ventaja competitiva clave de la nueva Globalización, que es la tecnología, y que no les interesa ni les conviene compartir o transferir, y que opera mediante poderosos monopolios internos y externos. Y la tercera, porque el conocimiento tecnológico que la competitividad globalizada exige no es improvisable, ni transplantable, ni importable, sino el resultado acumulativo de un complejo y costoso proceso de desarrollo científico-técnico de largo plazo, como lo explicaré adelante.

Con el descomunal salto tecno-científico de los últimos decenios las materias primas se producen hoy en los propios países industrializados a alta eficiencia y productividad, y con altos subsidios. El acceso a las nuevas y sofisticadas tecnologías se ha hecho casi inalcanzable, no sólo por sus elevados costos, sino también —y principalmente— por el manejo monopólico y excluyente de este acceso,  la ausencia de capacidad científica instalada de los países subdesarrollados para incorporarla, asimilarla y apropiarla socialmente, y porque la mayor parte y los mejores científicos que forman los países subdesarrollados son sonsacados deliberadamente por las potencias industriales y sus corporaciones transnacionales a través de la llamada “fuga de cerebros”.

En esta situación tienen mucho que ver, entre otros, los impresionantes avances científicos en los campos de la genética, la biología molecular, las nanociencias, la física cuántica, la modelística computacional, la transgénesis, las energías alternativas, las imágenes diagnósticas, las telecomunicaciones, la informática y la computación, los nuevos materiales y otros atisbos de la Tercera Revolución Industrial.

Así, una nueva manera de producir, nuevos productos, nuevos mercados y mercadotecnias sofisticadas y grandes inversiones en investigación científica e innovación en la producción —factores relativamente nuevos— complican y desafían la capacidad competitiva de los países periféricos. Y, en términos prácticos, los desplazan del escenario de la Globalización.

3. La brecha científica y tecnológica

La brecha científica y tecnológica que separa a los países subdesarrollados de las potencias industrializadas es inmensa y se ensancha y profundiza cada vez más. Éstas últimas han entrado a la “sociedad del conocimiento” porque dominan la “Nueva Ciencia” , y están ya iniciándose en la “Tercera Revolución Industrial”. Todo esto porque han entendido la importancia del desempeño del talento humano y su capacidad creadora y el alto sentido estratégico que tiene el desarrollo humano. En el caso de América Latina y el Caribe, según el Banco Mundial, la región presenta profundos déficit en productividad, educación, destrezas y tecnología. El crecimiento de la productividad de todos los factores (PTF) entre 1990 y 1999 fue sólo de 0.45% comparado con el promedio global de 0.66%, el promedio de los de los “tigres asiáticos” de 1.42%,  el de los países con abundantes recursos naturales   de 0.78%. En el campo de la educación la región tiene un déficit protuberante en matriculas, especialmente en la secundaria, así como en la calidad de la enseñanza; y los adultos en edad de trabajar tienen casi un año y medio menos de escolaridad de lo que se esperaría. El acceso a la tecnología, tanto nacional como extranjera, es bajo. La penetración de las importaciones de bienes de capital, que generalmente incorpora nuevas tecnologías, es más o menos una cuarta parte de la de los “tigres asiáticos”. El trabajador promedio latinoamericano sólo cuenta con una décima parte de capital nacional para la investigación tecnológica de las empresas (I&D), en comparación con el trabajador promedio de las economías de los “tigres” y una vigésima parte de la del trabajador en los países con abundantes recursos naturales. Igualmente, según el Anuario Mundial de Competitividad IMD, la UNESCO, la Nacional Science Fundation (NCF), del Banco Mundial y otros organismos especializados, la región presenta una situación desfavorable en aspectos tales como, el gasto total en investigación científica y tecnológica, artículos científicos publicados, número de investigadores, patentación de conocimientos, productos y procesos de producción, número de estudiantes titulados en ciencias de ingeniería, exportaciones con contenido tecnológico, premios Nobel otorgados, y varios otros indicadores. Los gráficos siguientes, elaborados en COLCIENCIAS para los trabajos preparatorios del Plan Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico y de Innovación de Colombia 2007-2019,  ilustran estas observaciones.

Artículos Científicos Publicados

Por Origen de Autor (2003) por 100.000 habitantes

Investigadores por 100.000 habitantes (2003)

Patentes Otorgadas por cada 100.000 Habitantes Residentes

Promedio 2002-2004

4. El largo y complejo camino del desarrollo científico y tecnológico nacional

4.1 El desarrollo científico y tecnológico nacional

El desarrollo científico y tecnológico de una nación podría definirse como el proceso sociocultural de acumulación de capacidades y actitudes de la respectiva sociedad para generar, incorporar, asimilar, adaptar, perfeccionar, copiar, apropiar y aplicar conocimientos y sus correspondientes tecnologías, en materia de ciencia, tecnología e innovación tecnológica. Para que constituya un auténtico y sostenido proceso de cambio sociocultural, económico e institucional debe ser de naturaleza básicamente endógena, acumulativa, sostenida y de largo plazo.

La endogeneidad no lo aísla del progreso logrado mundialmente en este campo; y la incorporación de dicho conocimiento no invalida esta endogenidad si éste es asimilado, adaptado y apropiado socialmente; y la apropiación —que es el dominio en profundidad de ese conocimiento— generalmente es seguida de su adaptación y perfeccionamiento. La copia   ha constituido a lo largo de la historia la base de todos los comienzos de este proceso, debido al carácter progresivo y acumulativo de éste, y  hoy esta práctica está institucionalizada y legitimada por el  reconocimiento de los derechos autorales y las respectivas patentes. Esto ha sido y sigue siéndolo históricamente así, porque la generación de todo conocimiento —incluidas las innovaciones radicales— se fundamenta en la acumulación y ampliación del conocimiento respectivo previo.

Este proceso se genera y sustenta por la vía del desarrollo del talento humano y su capacidad creadora; la educación y la capacitación profesional, la movilización conciente, deliberada y participativa de la sociedad; el reconocimiento y la exaltación de los valores profesionales y éticos de quienes se dedican a los quehaceres de la ciencia y la tecnología; y el compromiso moral y político de poner tales conocimientos y destrezas al servicio de sociedad y la nación y, por esta vía, de la Humanidad. Además,  todo ello como parte del proceso nacional de desarrollo social y económico, integrado en un proceso histórico de acumulación de avances sucesivos endógenos y  exógenos, enmarcados en la propia historia de cada sociedad y sus potencialidades. Y, adicionalmente, facilitado por el acceso permitido a las grandes fuentes internacionales de conocimiento. Detrás del progreso científico y tecnológico de los países considerados hoy desarrollados se esconde —a manera de sustrato e infraestructura— un complejo y dinámico proceso sociocultural de dominio del conocimiento científico y tecnológico y sus correspondientes destrezas intelectuales, ingenieriles y manuales. También una dinámica económica de alta productividad y carácter competitivo en el escenario mundial y, en ciertos casos, una capacidad internacional de poder, como lo evidencia la historia de las potencias industriales.

Por tanto, el desarrollo científico y tecnológico que requieren los países periféricos no consiste simplemente en la introducción y apropiación mecánica y repetitiva de algunos conocimientos y habilidades aislados, ni en la formación interna o externa de un grupo de estudiantes y profesionales excepcionales, ni en la instalación de algunos laboratorios, ni en la improvisación de investigaciones aisladas.  Todo lo cual es coadyuvante y útil pero no suficiente. Se trata, más bien, de generar en forma creciente y sostenida una masa crítica de vocaciones, valores, actitudes, motivaciones, expectativas, destrezas y capacidades creadoras tanto individuales como colectivas; así como las correspondientes cultura científica y cosmovisión racional que le sirvan de terreno fecundo y  atmósfera social propensa y favorable.  Todo esto constituye un esfuerzo-proceso nacional de transformación social y tiene una naturaleza estructural.

Por otra parte, el progreso científico-técnico no constituye un fin en si mismo, como acertadamente lo proclaman los científicos cubanos, sino que debe apuntar hacia el desarrollo humano en cada región.   Tampoco debe concentrarse en la satisfacción del consumismo al estilo de los países ricos.  En el caso de los países subdesarrollados —debido a los altos grados de desigualdad social, pobreza y desarrollo humano, así como los bajos niveles de educación, salud y demás servicios de interés social— este proceso-esfuerzo adquiere importantes compromisos y sociales y políticos.

Además del desafío cognitivo, el desarrollo científico y tecnológico debe comprometerse activamente en búsqueda de soluciones a los problemas de la pobreza, la preservación de la salud y la disponibilidad de medicamentos eficaces y de bajo costo, la intensificación y cualificación de la educación, la seguridad alimentaria, el mejoramiento cuantitativo y cualitativo de la vivienda, el ordenamiento y la funcionalidad de los asentamientos humanos, la organización y prestación de los servicios de transporte colectivo y saneamiento básico, la seguridad energética y la disponibilidad de energía limpia y barata, el aprovechamiento ecológico de los recursos naturales, la preservación del medio ambiente, y varios otros objetivos sociales. También debe comprometerse con la eficiencia y el mejoramiento cualitativo de las políticas públicas, el derecho administrativo, las funciones de gobierno, la participación ciudadana y la equidad y la participación de género. Todo esto significa que la investigación científica, tecnológica e innovativa y sus objetivos deben tener en cuenta los problemas que afectan a la población, la capacidad de compra de los sectores populares y, en general, los intereses reales y las expectativas de la población.  Este múltiple compromiso le permite superar el elitismo que la han caracterizado en ciertos momentos y muchos países. La equidad y la participación de género permiten potencialmente a los países subdesarrollados incorporar el talento y la creatividad de más de la mitad de la población, la cual permanece prácticamente al margen de la ciencia, la tecnología y la innovación tecnológica.

Todos estos objetivos y compromisos de la ciencia adquieren en los países subdesarrollados un sentido especial: La defensa de los intereses de la sociedad. Y en procura de esta defensa, también surge la noción de defensa de los intereses nacionales, porque —como ha sido expuesto— en el escenario de la Globalización actual y su voracidad competitiva la ciencia y la tecnología juegan un rol importante en los propósitos de dominio neocolonial de los países periféricos. 

Por otra parte, este proceso es de naturaleza evolutiva y de carácter histórico. La experiencia de los últimos siglos permite observar, por ejemplo en el mundo occidental, al menos tres modelos representativos principales: (i) El Evolutivo, característico de Europa, con una trayectoria aproximada de cinco siglos y basado en  los aportes del Oriente [China, Persia, India, Egipto y otros]; (ii) El Trasplantado, característico de los Estados Unidos y Canadá, con una trayectoria aproximada de dos siglos [IXX-XX] y el aporte directo de la revolución científica e industrial europea y particularmente de Inglaterra; y (iii) El Planificado/Acelerado: propio de la ex URSS, China, Japón, Corea, Taiwán, India, Malasia y otros “tigrillos”, con trayectoria aproximada de 30 a 50 años, con el aporte combinado de Occidente y la tradición milenaria cultural Oriental. Esta observación deja en evidencia que este largo proceso evolutivo puede ahora ser planificado y acelerado, si los países interesados tienen la decisión política, la capacidad de gestión y la voluntad de esforzarse disciplinadamente para lograrlo.

           4.2 Organicidad y dinámica del proceso

La observación y el análisis de los últimos 100 años, permiten deducir que el progreso científico-técnico tiene una trayectoria relativamente continua y una doble y combinada dinámica: Históricamente tiende a ser lineal, secuencial y acumulativo; pero funcionalmente es imperativamente sistémico.  

La secuencialidad acumulativa, como se sugiere en el Gráfico 2, le imprime un curso de fases o “etapas” sucesivas, cada una de las cuales tiene aspectos que arrancan en la precedente y otros que se prolongan en la subsiguiente. Al mismo tiempo —e independientemente de dichas etapas, o al margen de éstas— pueden surgir algunas vocaciones y destrezas científicas y tecnológicas excepcionales aisladas, pero esto no entraña un efectivo proceso nacional de desarrollo científico y tecnológico, como fue anotado. Por su parte, la  dinámica sistémica lo convierte en un proceso de alta complejidad: holístico, multidimensional, transdimensional, interdimensional y de interrelación sistémica.

Gráfico 1

El Proceso de Desarrollo Científico y Tecnológico:

El Interrelacionamiento Sistémico de sus Componentes

 

                             

Fuente: COLCIENCIAS: Rubén D. Utria, Documentos de Asesoría. Bogotá 2006

4.3 Las etapas del proceso

La observación de la experiencia histórica muestra que esta  sucesión de etapas, ilustrada en el Grafico 2,  podría plantearse así:

 

Fuente: COLCIENCIAS: Rubén D. Utria, Documentos de Asesoría. Bogotá 2006

Una inicial, que comprende el período de promoción, gestación y consolidación de una cultura científica y tecnológica —tema sobre el cual se tratará más adelante— que impregne y transforme el conjunto de valores socioculturales, actitudes, motivaciones, expectativas, aptitudes, valoración social de la actividad científica y otros factores conexos, tanto en el plano individual como en el colectivo.

Una etapa subsiguiente, podría comprender el proceso de surgimiento y consolidación de dinámicas locales de desarrollo científico y tecnológico, que se manifiestan en el surgimiento  de vocaciones individuales aisladas y pequeños grupos interesados en la ciencia y la tecnología —tanto desde la academia como de la investigación individual aplicada— que se constituyen en una especie de embriones desencadenantes del proceso de desarrollo científico y tecnológico.   En este momento surge el potencial humano y comienza el proceso de desarrollo del talento investigativo y el desencadenamiento de destrezas individuales para la ciencia y la tecnología. Es la hora del aprendizaje académico formal para dichos individuos y grupos. Para ser más eficaz y acelerado, este proceso debe comenzar en la niñez y la juventud, momentos de la vida en los cuales generalmente hay una sensibilidad especial por los misterios del universo y la vida y su explicación, es más manifiesto el interés por el conocimiento y más propicio el aprendizaje.

La siguiente etapa parece corresponder a la conformación de auténticos grupos y centros investigativos académicos y particulares de carácter sectorial, pero con tendencia a la articulación sectorial y la integración multisectorial. Este momento refleja que el interés profesional por el conocimiento científico y la investigación ha surgido y estas tendencias e iniciativas tienden a organizarse e institucionalizarse —particularmente en torno a universidades e institutos politécnicos—  y, por tanto, corresponde al comienzo de consolidación del proceso. Es el despertar del interés cognitivo, la capacidad creadora científica y la búsqueda intencional de ampliación y profundización del conocimiento, y de su aplicación a la solución de problemas críticos de la sociedad, la incorporación y el aprovechamiento de los recursos naturales, la producción de bienes y servicios, la agregación de valor a la producción, la elevación de la calidad de vida y otros objetivos conexos.

Otra etapa parecería corresponder al momento en el cual los anteriores grupos y centros de investigación entran en contacto con empresarios dinámicos e innovadores de los sectores privado y público y comienzan a trabajar juntos, con énfasis en las conocidas actividades de “investigación y desarrollo” (I&D) que deben conducir a procesos de innovación tecnológica,  con fines de elevación de la productividad y la capacidad competitiva, ya sea por razones académicas o empresariales. En este momento el proceso adquiere su mayor dinámica, trasciende los claustros académicos y los laboratorios individuales y tiende a proyectarse hacia el sistema productivo. Todo ello fundamentado en la generación, la transferencia y la adaptación de nuevo conocimiento básico y su aplicación sistemática en la innovación tecnológica, con lo cual se acelera el desarrollo de la capacidad creativa al impulso de la realización intelectual y profesional en marcha. Es también la hora del desarrollo empresarial motivado por la idea de generar nuevos y mejores productos y elevar la productividad de las empresas, así como del reconocimiento social de los científicos y su trabajo, no solo en la academia sino en el sistema productivo en general.

Y una etapa culminante la constituiría el proceso por el cual los logros de la etapa anterior permiten organizar y operar grandes conjuntos integrados de investigación y producción científica y tecnológica en torno a la complementaridad multisectorial, a la capacidad instalada regional y local, la comunidad de intereses empresariales y a la asociación operativa en torno a “alianzas estratégicas”.  Este es el caso de los grandes conjuntos científicos y tecnológicos de los Estados Unidos, Europa, Japón, China, e India y, en cierta medida Brasil y Cuba en el ámbito latinoamericano y caribeño. Y estos son —en el caso de las actividades científicas y tecnológicas— los clusters y las alianzas estratégicas de los cuales hablan Porter y Enright proyectados hacia el desarrollo tecno-científico y que están de moda en el marco de la globalización de la economía. Es la hora de la competitividad organizada y, en general, de la aceleración del desarrollo económico y el desarrollo social.

Obviamente, y debido a la naturaleza sistémica, el anterior proceso secuencial —cumplido históricamente en términos generales así en el Siglo XX— no constituye la única vía. Es posible que fuerzas exógenas, coyunturas históricas y circunstancias excepcionales puedan acelerarlo y abreviarlo, particularmente en estadios avanzados de desarrollo económico y social nacional. Pero este no parece ser el caso de países del Tercer Mundo.

4.4 Función y objetivos del proceso

Consecuentemente, y en razón de su trascendental y compleja función, este desarrollo científico y tecnológico está íntimamente relacionado, al menos, con las siguientes funciones, objetivos y procesos principales:

El desarrollo del talento humano y la liberación de la capacidad creativa en los campos de la ciencia y la tecnología y, por esta vía, contribuir a la realización personal de los seres humanos, tanto en el plano individual como en el colectivo.

La transformación y el perfeccionamiento del aparato productivo nacional, con base en la agregación sistemática de valor mediante la contribución del conocimiento científico y tecnológico y con capacidad competitiva de nivel internacional.

El desarrollo humano y social de la población fundado principalmente en la equidad, la elevación de la calidad de vida de la población, las oportunidades reales para la liberación y el desarrollo del talento humano y su capacidad creadora para todos los sectores de la población.

La solución de los problemas críticos de la sociedad, particularmente los derivados de la pobreza, la exclusión social, la inequidad, la violencia y los consecuentes conflictos sociales, políticos.

La incorporación adecuada y el aprovechamiento eficiente y sostenible de los recursos naturales, económicos y humanos al desarrollo nacional y regional.

La satisfacción de las expectativas de la sociedad nacional en el campo de la cultura tecno-científica que caracteriza a la civilización contemporánea.  Y,

A través de los anteriores objetivos contribuir al progreso de la Humanidad.  

Así, por su naturaleza y su función, el desarrollo científico y tecnológico puede convertirse en uno de los procesos fundamentales para el progreso de la sociedad nacional. Particularmente ahora cuando se dá por sentado que el mundo —incluidos los países subdesarrollados— navega inexorable y aceleradamente hacia “la sociedad del conocimiento” y que el conocimiento científico y tecnológico constituye el más importante factor de poder económico y político, así como de competitividad económica internacional. Pero sobre todo, porque apunta básicamente a la realización de la persona humana, el realce de su dignidad, el desarrollo de sus capacidades creadoras, la liberación de sus potenciales personales, y la transformación del sistema productivo nacional.

           4.5 Los factores determinantes del proceso

Por tanto, el objetivo y el desafío en este campo para los países periféricos, es la aceleración y consolidación de dicho proceso en los contextos nacional y regional. Todo ello como parte y como resultado de, al menos, los siguientes factores principales:

Una cultura científica y tecnológica en la sociedad nacional que valore el conocimiento científico, tecnológico nuevo, que rescate los conocimientos ancestrales válidos, y que genere y consolide los correspondientes valores socioculturales, actitudes, motivaciones, destrezas, aptitudes creativas, expectativas, cosmovisiones y otros factores conexos en  relación con el progreso científico y tecnológico  y sus implicaciones éticas, sociales y políticas.

Un nuevo y avanzado sistema educativo nacional profundamente comprometido con la ciencia, la tecnología y la innovación tecnológica, que se inicie en el comienzo de la vida misma de los niños y los jóvenes —para aprovechar la época de la curiosidad congnitiva y el interés entusiasta por el conocimiento del universo que nos rodea, así como el proceso de conformación cerebral— que incorpore y valore adecuadamente los aportes de la ciencia, la tecnología y la innovación tecnológica en pro del desarrollo del talento humano y el beneficio de la nación y de la sociedad. Esto incluye todos los niveles del sistema educativo: primario, secundario, técnico, universitario y avanzado.

El compromiso de las academias, sociedades científicas, asociaciones profesionales y demás círculos intelectuales, de sumarse al esfuerzo-proceso nacional de desarrollo científico y tecnológico y su PNDCTI.

El desencadenamiento programado de dinámicas locales y regionales de desarrollo científico y tecnológico que se traduzcan en vocaciones, iniciativas y procesos concretos de aprendizaje e interés profesional y destrezas investigativas, que conduzcan al aprovechamiento científico y tecnológico de los recursos y a la integración regional en función de recursos comunes y objetivos de transformación de los respectivos aparatos productivos.

Una cosmovisión racional que supere la tradicional concepción metafísica y esotérica de nuestra población y dé cabida a otra científica del universo físico, social, económico, cultural e histórico en el cual se encuentra inmersa.

La contribución efectiva y entusiasta del empresariado privado, el cual tiene a su cargo en la práctica la transformación productiva basada en el valor agregado del conocimiento científico y tecnológico y en la competitividad.

La capacitación masiva de investigadores nacionales en el exterior y su retorno y radicación estimulados en el país, con los atractivos económicos y científicos correspondientes.

El significativo  aporte extranjero, mediante la inmigración selectiva y estimulada de un amplio contingente de científicos y académicos procedentes del exterior, que quieran radicarse en los países periféricos para contribuir al desarrollo científico nacional.

Una planificación prospectiva integral, de largo plazo y viable del desarrollo científico y tecnológico e innovativo del país, que permita orientar, canalizar y desencadenar el proceso de desarrollo nacional  en el campo de la ciencia, la tecnología y la innovación tecnológica.

Un sistema de apropiación social de la ciencia y la tecnología, que permita llevar el conocimiento científico al sistema educativo, la academia, todos los actores del sistema productivo y a la población en general en todos sus estratos y regiones, en forma democrática y equitativa.

Un Sistema Institucional de alta eficiencia, inspiración y compromiso, capaz de integrar a todos los actores y conducir y coordinar con eficiencia el proceso de desarrollo científico y tecnológico.

La cooperación técnica y financiera internacional, mediante el suministro de infraestructura, becas, misiones de investigadores y académicos y la organización de visitas de estudio a países con actividades de desarrollo científico y tecnológico exitosas.

La inversión extranjera directa (IED) de empresas de alto nivel tecnológico que quieran asociarse a esfuerzos nacionales de investigación y desarrollo (I&D).

El firme Compromiso Político del Estado y el liderazgo económico, político y social del país para adoptar y ejecutar el PNDCTI y sus respectivas estrategias, políticas, programas y proyectos. Esto incluye el correspondiente Proyecto Político Nacional que canalice los esfuerzos de todos los colombianos y la disposición de los recursos institucionales, políticos y financieros requeridos.

5. Desarrollo científico-tecnológico y desarrollo nacional

Por todas las razones anteriores, se puede reafirmar que el desarrollo científico-técnico es  la base y el instrumento clave del desarrollo nacional contemporáneo. Sin este dominio del conocimiento científico, tecnológico e innovativo de la producción y sin el desarrollo humano que este genera y fortalece, los países periféricos no pueden avanzar por la senda del desarrollo; y cada vez quedarán más a merced a la voracidad competitiva de las potencias industriales. Consecuentemente, tampoco podrán participar en la competitividad globalizada. Y, paralelamente, dicho progreso científico-técnico sólo puede surgir y consolidarse en medio de un proceso acelerado de desarrollo nacional y como parte inseparable de éste. Poner en acción este círculo virtuoso es el reto fundamental, y es también la única manera de enfrentar los desafíos inequitativos que les plantea la nueva Globalización.

Es la activación de este círculo lo que puede conducirlos a una sociedad del conocimiento que emerja de la propia entraña creativa y la dinámica interna de la sociedad nacional, y no simplemente de la inversión extranjera, el trasplante artificial y oneroso de conocimiento foráneo y la copia improductiva de tecnologías extranjeras. Es decir, una sociedad del conocimiento capaz de generar endógenamente capacidades para recuperar, generar, asimilar, transformar y aplicar conocimientos y destrezas, no sólo para “agregar valor a la producción material” sino también a la política, la intelectualidad y la espiritualidad de la sociedad nacional, así como a la vida misma. 

6. Las opciones estratégicas para el desarrollo científico y tecnológico

Ya los países desarrollados hicieron su opción científico-técnica, desde hace más 100 años los más avanzados y de 40 años los de desarrollo reciente: Se involucraron decisivamente en la conquista del conocimiento científico y tecnológico y su aplicación sistemática a la innovación tecnológica de productos y procesos de producción. Últimamente se ingeniaron la tesis de la Sociedad del Conocimiento, la cual debe estar regida por la búsqueda incesante del conocimiento y su aplicación sistemática como regla esencial del juego social, económico y cultural; adoptaron el enfoque unitario e integrado de la Nueva Ciencia para la búsqueda del conocimiento; se adentraron en los albores de la Tercera Revolución; se encuentran en pleno debate sobre la adopción del Modo 2 de la Ciencia. Y para poner a su favor todas estas conquistas de la Humanidad, nos impusieron la llamada Globalización y su competitividad industrial y comercial discriminadora basada en la agregación de valor a la producción por la vía del conocimiento. Además, idearon la falacia de que dicha Globalización y el libre comercio conducen inexorablemente al desarrollo de los países subdesarrollados.

Corresponde ahora a los países subdesarrollados hacer su opción. Frente a este ineludible desafío surgen, al menos,  cuatro caminos a seguir:  

El primero, consiste en confiar en que si —como afirman Williamson y  Stiglitz y otros gurues de la Globalización— hacemos las cosas disciplinadamente y en conformidad con las tesis de la Riganomics y el Consenso de Washington, en un futuro no lejano llegaremos al desarrollo económico y al dominio de la ciencia y la tecnología en el lomo de la ola de la competitividad globalizada. Esta falacia nos hace recordar la respuesta de Keynnes a los neoliberales de su tiempo cuando criticaban su impaciencia y le argumentaban que había que esperar pacientemente los efectos del libre comercio para resolver los problemas del empleo y de la economía inglesa y europea: “En ese plazo estaremos todos muertos.” Parafraseando a dicho eminente economista hoy podemos decir: Para cuando la Globalización nos dé sus frutos, no estaremos muertos pero nuestros países serán más dependientes y nuestras economías serán más débiles y subdesarrolladas!  Cada vez es mayor el número de economistas eminentes que piensan que la Globalización no es el camino adecuado.

El segundo  —que se algunos lo presentan como realista y pragmático— consiste en aceptar que nuestros países no podrán alcanzar dicho dominio y que deben contentarse con consagrarse exclusivamente a uno o varios rubros competitivos de la producción en los cuales puedan existir algunas ventajas tanto comparativas como competitivas. Esta opción probablemente conducirá a una especialización restringida y, por tanto, a la perpetuación de las asimetrías en los términos de intercambio comercial y el subdesarrollo. Mientras tanto los países que la acojan habrán perdido un precioso tiempo para lograr su desarrollo científico y tecnológico.

El tercero, corresponde al compromiso de emprender el largo, complejo, esforzado y estructural esfuerzo-proceso de cambio socio-cultural que fundamente y genere el desarrollo científico y tecnológico —el camino del salto tecno-científico acelerado y planificado expuesto a lo largo del presente ensayo— que se integra y compromete con el desarrollo nacional en un lapso de una o dos generaciones.

Y una cuarta opción, podría consistir en una combinación de la tercera y la segunda opciones, que permite apuntarle a la sociedad del conocimiento y el pleno dominio de la ciencia y la tecnología y, al mismo tiempo, ir aprovechando  sobre la marcha los frentes y coyunturas en los cuales existen ya algunas posibilidades de avanzar. Es el camino más difícil y de largo plazo, pero es el que —como en el caso de los países de reciente desarrollo tecno-científico: China, Rusia, Corea, India, Taiwán y  y en cierta manera algunos tigrillos asiáticos— puede garantizarnos en una o dos generaciones lograr el salto científico y tecnológico que nos permita participar equitativa, remuneradora y favorablemente en la competitividad globalizada y, sobre todo, desencadenar y desarrollar el talento y la creatividad de nuestros pueblos y asegurar nuestra dignidad de países libres. Esta opción entraña una ruptura con las estrategias convencionales que no apunten a la construcción de un verdadero salto tecnológico, y  con aquellas que quiméricamente piensan que este puede ser logrado en el marco de la Globalización de hoy y mediante tratados inequitativos de libre comercio (TLCs) con las potencias industrializadas.

Obviamente, esta última opción exige como condición sine qua non un Proyecto Político Nacional para la conquista de la ciencia y la tecnología y del desarrollo nacional, así como el respectivo Plan Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico. Asimismo, la voluntad política y el apoyo de toda la sociedad nacional para poner en marcha los esfuerzos y sacrificios que este propósito demanda. Y, obviamente también, que las potencias industriales no nos cierren el acceso al conocimiento acumulado hasta ahora por la Humanidad.

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(*) Rubén D. Utria, Arquitecto y Planificador, miembro de la Academia Colombiana de Ciencias Económicas, la Sociedad Colombiana de Arquitectos y del Consejo Directivo de la Sociedad Colombiana de Economistas. Ex Asesor Internacional de las Naciones Unidas en Planificación del Desarrollo Nacional por más de 20 años.

   Los ocho Encuentros Internacionales de Economistas sobre Globalización y Problemas del Desarrollo realizados hasta ahora y los cinco Foros Sociales Internacionales “Otro Mundo es Posible” han permitido el análisis y la identificación de evidencias sobre estas características e impactos de la nueva Globalización. Testimonios de numerosos propulsores iniciales de esta política reconocen sus efectos perjudiciales, hoy formulan ácidas críticas y se esfuerzan por ofrecer correctivos. Véase al respecto, por ejemplo Joseph Stiglitz: El Descontento en la Globalización. Taurus, Madrid 2003; y Cómo Hacer que Funcione la Globalización. Taurus, Madrid, 2003.

   Véase All Gore: An Inconvenient Truth. The Planetary Emergency of Global Warming and What Can Do About It. Rodale, New York, 2006.

   Véase Stephen Wolfram: A New Kind of Science. Wolfram Media Inc. Champaign Ill. USA, 2002.

  Banco Mundial: Cerrar la Brecha en Educación y Tecnología. Banco Mundial – Alfaomega. Bogotá 2003 (pag.42)

  Se hace referencia a países como Australia, Canadá, Finlandia, Nueva Zelanda, Noruega y Suecia.

Véase Plan Nacional de Desarrollo Científico, Tecnológico y de Innovación 2007-2019. Informe de Avance Propuesta de Trabajo para Divulgación y Concertación. COLCIENCIAS, Bogotá, Noviembre 30 de 2006.

 Véase Conciencias: El Desarrollo Científico y Tecnológico y su Planificación. Rubén D. Utria, Documentos de Asesoría. Bogotá 2005.

   Los europeos copiaron, asimilaron y adaptaron el conocimiento del Oriente y del norte de África; los norteamericanos hicieron lo mismo con el conocimiento europeo y particularmente de Inglaterra; los japoneses, los chinos, los coreanos y taiwaneses hicieron otro tanto en el Siglo XX con base en su tradición cultural milenaria y el conocimiento norteamericano y europeo.

   Véase, por ejemplo, T.S. Kuhn: La Estructura de las Revoluciones Científicas. Fondo de Cultura Económica. Quinta Edición, México-Bogotá 2000; y Maurice Daumas: Las Grandes Etapas del Progreso Técnico. Fondo de Cultura Económica. México-Bogotá 1999.  

  De ahí la importancia del “Indice de Creación de Capacidades de Ciencia y Tecnología”, propuesto por la Fundación Rand, en el      cual Cuba y Brasil están a la vanguardia en Latinoamérica y el Caribe.

   Véase Investigación Sobre Ciencia, Tecnología y Desarrollo Humano en Cuba 2003.CIE-PNU, La Habana 2004.

   Rubén D. Utria: El Desarrollo Científico y Tecnológico y su Planificación: Un Enfoque conceptual y Metodológico. COLCIENCIAS, Documentos de Asesoría. Bogotá, 2003.

   Japón puede ser incluida en esta lista sólo en cuanto a la planificada y acelerada reconstrucción de de su economía destruida y anulada durante la Segunda Guerra Mundial, porque este país había logrado desarrollarse científica y tecnológicamente mucho antes de dicho conflicto bélico.

   En efecto ningún proceso de cambio y transformación estructural de una realidad se produce en forma estrictamente lineal, porque los diferentes actores, factores y circunstancias involucradas casi nunca actúan coordinada y sincrónicamente. Al contrario, unos impulsan el cambio y otras lo frenan; unos le imprimen un rumbo determinado y otros lo desvían de éste; unos lo estimulan y otros le oponen resistencias y demoras. Además, a cada acción se le enfrenta una reacción y ésta genera retroalimentaciones. Todo ello porque en la práctica cada actor, factor o circunstancia actúa sobre cada uno de los demás, en una interacción directa, recíproca y circular, en conformidad con la Teoría General de los Sistemas. En este complejo y dinámico contexto, lo que resulta aparentemente lineal es el resultado final de la combinación de fuerzas involucradas y el correspondiente balance entre sinergias y entropías en cada  fase o “etapa”, si todos los actores, factores y circunstancias y sus desempeños e impactos en el proceso han sido bien dispuestos y programados en su intervención. Y este es el rol de la Planificación: “la programación del tránsito de una situación dada a una situación deseada” en dirección de escenarios viables proporcionados por la Prospectiva.  Esta secuencia parece cumplirse en el proceso general, independientemente de que en cada etapa, o al margen de éstas, surjan algunas vocaciones y destrezas científicas y tecnológicas excepcionales y aisladas.

   En la observación histórica de dicho proceso es fácil identificar ciertos "tramos", "momentos", "períodos", "eras", "olas" "fases", "etapas", etc, fenómeno que los más autorizados historiadores y analistas del desarrollo CTI (Khun, Daumas, Wolfram, Hacyan, Medina, Sanmartin, Castels, Pregogine, Juma y Lee-Cheong, sólo para citar los mas conocidos en Colombia), así como los numerosos autores e instituciones que han estudiado los "milagros" económicos, científicos y tecnológicos de Japón, Corea, Taiwan, China, URSS, Israel y varios otros países, como la UNESCO, LA ONUDI, el UNDP. Todos ellos y muchos otros hablan de "etapas" para delimitar las porciones de "tiempo" o de historia que "gastó" cada progreso científico y tecnológico. La activa relación sistémica de los factores y actores que intervienen en el proceso de desarrollo CTI (y sus acciones, reacciones, retroalimentaciones, demoras, etc., y la conjugación de fenómenos sinérgicos y entrópicos involucrados en dicho proceso, no eliminan la dimensión temporal e histórica en la cual todo ello se produce. De ahí que no hay que tener miedo de observar simultáneamente el desarrollo CTI en sus dimensiones sistémicas y temporales, en conformidad con Maturana. Por otra parte, dicho proceso es altamente complejo y requiere muchos factores previos, presentes y futuros de fundamento y que, por tanto, no se produce con acciones puntuales sino con acciones previamente preparadas, eslabonadas y acumulativas. Por esto, dicho desarrollo científico y tecnológico no es susceptible de improvisación, importación, transplante, buenos deseos, infundada autoconfianza, ni se produce espontáneamente. Esto significa que debe ser planificado y construido sistemáticamente. Y que esto demanda de una a dos generaciones como mínimo como tiempo de gestación, desarrollo y consolidación, amen de otros factores exógenos, como se comprueba en los casos de China, URSS, Corea, Taiwan, India, etc.

   Las experiencias de Japón, China, URSS, Corea y Taiwán, en las cuales el interés por la ciencia se estimula desde el jardín infantil, confirman esta práctica. En Francia ya es famoso el programa “Mains a la Pate” (Manos a la Masa) que lleva la ciencia a la primera infancia.

   Michael Porter: La Ventaja Competitiva de las Naciones. Javier Vergara Editor S.A. Buenos Aires, 1991; y  Ventaja Competitiva: Creación y Sostenimiento de un Desempeño Competitivo. Compañía Editorial Continental S.A. México 1987.

   Por ejemplo, la aceleración del progreso tecnológico de países pequeños del Pacífico Asiático, como Taiwán, Corea del Sur y enclaves comerciales e industriales como Hong-Kong y Singapur fue impulsada desde afuera como parte de la estrategia de Guerra Fría destinada a tender un muro de contención contra China, Corea del Norte y el extremo oriental de la URSS.

   En la reciente literatura propulsora de la Globalización es frecuente la mención de países como Irlanda y Finlandia que, se dice, están logrando un salto tecnológico al pasar “de la producción y exportación de papas y tomates a la de software y telefonía celular”. Pero se olvida que estos países, como el conjunto de Europa, ostentan desde hace varios decenios elevados niveles de desarrollo humano y económico. También se omite considerar que esta especialización sectorial no representa un desarrollo científico y tecnológico a fondo y de naturaleza estructural. 

   Véase COLCIENCIAS, Rubén D. Utria. Documentos de Asesoría, ob. cit.

   Véase COLCIENCIAS, Rubén D. Utria. Documentos de Asesoría, ob. cit.

   Los países que están teniendo éxito en la aceleración de su desarrollo científico y tecnológico han acudido a este recurso. China ha enviado al exterior más de 50.000 estudiantes; India 30.000, Corea 20.000, Taiwán 20.000, Cuba 10.000.

   La historia muestra que todos los países que lograron desarrollarse científica y tecnológicamente contaron y siguen contando con un importante aporte de científicos extranjeros. Por ejemplo, Inglaterra hizo posible su progreso científico atrayendo a los mejores exponentes del la ciencia europea; Estados Unidos ha nutrido su imperio científico con los mejores cerebros del mundo entero; China ha acelerado y profundizado su desarrollo científico con el concurso de conocimientos y tecnología soviética, japonesa y norteamericana. Colombia perdió la oportunidad de la diáspora europea generada por las dos guerras mundiales de la primera mitad del Siglo XX; también lo hizo con la impulsada por la Guerra Fría y volvió a hacerlo con la derivada del colapso del Campo Socialista. En América Latina Argentina, Brasil y México deben buena parte de su progreso en este frente al aporte de inmigrantes italianos, alemanes, ingleses y japoneses que arribaron en los últimos 150 años. 

  Véase, a manera de ejemplo, Javier Medina Vásquez: Bases Estratégicas para el Programa Colombiano de Prospectiva Tecnológica e Industrial. En La Prospectiva Tecnológica e Industrial: Contexto, Fundamento y Aplicaciones. Javier Medina Vásquez y Gladys Rincón, Editores. Conciencias-CAF, Bogotá, 2006.

   Al respecto debe distinguirse entre la IED que se limita a comprar con fines especulativos empresas ya existentes en el país mayormente financieras y comerciales y con poca innovación tecnológica y la que llega a instalar y promover actividades de innovación tecnológica e investigación científica, así como la correspondiente transferencia tecnológica.

   Véase Calesstous Juma y Lee Yee-Cheong: Innovación: Aplicación de los ]Conocimientos al Desarrollo. Conciencias –UNDP. Bogotá 2005.

   Véase al respecto Meter F. Drucker:La Sociedad Post Capitalista. Grupo Editorial Norma. Bogotá 1994.

  El profesor de la Univeridad de Harvard y Premio Nobel de Economía Dani Rodrik afirma que “Las negociaciones sobre el comercio global deberían centrarse en erguir nuevas barreras en contra de la globalización y no en desmontarlas” (En The Wall Street Journal, New York,, El Tiempo, Bogotá 28 de Marzo 2007. Joseph Stiglitz, uno de su promotores iniciales no ha dudado en cuestrionar la Globalización. Véase, por ejemplo: El Malestar en la Globalización. Edit. Taurus. Bogotá 2002; y  Cómo Hacer que Funcione la Globalización. Distribuidora y Editora Aguilar. Bogotá 2006; Beethoven Herrera: Mondialisation Economimique. Le procesus Réel et Financier, son Impact en Amerique Latine et en Colombia. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá 2003.

 Esta es la opción que algunos países, como Chile, Finlandia, Irlanda, Nueva Zelanda han adoptado.