Jesús Mario Murillo
Al Gore ha luchado desde hace tiempo para conseguir que Estados Unidos y el mundo se interesen por mejorar el ambiente, y su pasión ha sido el tema del calentamiento de la tierra. Se candidatizó a la presidencia de los EE. UU. en 1988, cuando solo tenía 39, muy joven para los votantes tradicionales de este país. Fue vicepresidente de Clinton por 8 años. Y después volvió a postularse para presidente en al año 2000. Sabemos cómo Bush y las componendas de los cubanos en Florida y la Corte Suprema Republicana, le robaron el triunfo. Él ganó, por mayoría, en el país (perdió por los votos electorales).
Tomó entonces mucho tiempo hacer oír su voz. Finalmente en el 2005 al ex vicepresidente Gore le llegó el momento de hacerse escuchar.
Gore, 58, llegó a ser un improbable favorito de Hollywood con la distribución de su película sobre el cambio de clima “Una verdad inconveniente”. Tratar de vender tiquetes para una película de un tema tan complejo y poco atractivo, era casi una misión imposible; pero después de las olas del Katrina y de la indiferencia de la Casa Blanca por el problema ambiental, el público pareció estar listo a escuchar.
Y tanto lo escuchó que se han vendido hasta ahora 39 millones de dólares en entradas; y acaba de ganar el Oscar; dos por falta de uno, a mejor documental y mejor música. Su libro, compañero de la película, está muy alto en la lista de best seller del New York Times.
La reaparición de Gore ha dado motivo para que se hable de su candidatura para el 2008. El insiste que no tiene planes de presentarse para la presidencia, cosa que solo se verificará a su debido tiempo. Sea que se presente o no, el recién recobrado político está en camino para abrir el gran debate verde, de modo que no hay figura política, incluido él mismo, que lo haya hecho antes.
El debate para limitar las causas que ocasionan este malestar en el medio ambiente tiene que ver con los grandes intereses de corporaciones, de fábricas, de negociantes y traficantes contra los cuales no se ha enfrentado ningún político y menos un Presidente. Al Gore parece estar dispuesto a hacerlo con valentía y profundo conocimiento del problema. |