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PARA PENSAR

           

            Una mirada hacia la paz

Felipe Guillenea Duque

(13 años. Colegio los Reyes Católicos

de Bogotá, Colombia)

Todo comenzó en la ciudad de Mocoa, en el departamento del Putumayo, en el año 1.985, bajo el gobierno del Presidente Belisario Betancourt. Una tarde de abril, mientras don Fausto cumplía sus 91 primaveras, empezaba una nueva vida, un nuevo ser comenzaba a nacer, Gloria entra en gritos y dolores de parto, muere  con la ilusión de que su hijo sea un hombre de bien. Con un montón de paja por cama y su hermana de partera, nace Michael. Mientras es lavado con agua helada en una ponchera y con una totuma, su madre es velada en un lote cercano. A medida de que el tiempo transcurre, se dan cuenta de que Michael no puede ver. Su padre, un hombre desleal y cruel, era jefe de uno de los frentes más importantes, las FARC; el pequeño es criado por su hermana mayor, aprende a caminar y a otras cosas, pero sigue sin ver, siempre se preguntaba y le preguntaba a su padre

-Papá ¿por qué matar gente?

La respuesta era una bofetada y un insulto, eso a él le dolía, pero no un dolor superficial del golpe sino saber que su madre estaba muerta y que su padre lo odiaba; ese dolor era como estaca de tristeza e incertidumbre que inundaba su alma y carcomía su espíritu. En ese momento, y por la desesperación que sentía, Michael huye, coge 3 ciruelas, agua, pan integral y una lata de atún y se marcha.

Fueron dos días caminando, hasta que llegó al pueblo; como no conocía a nadie, durmió en la acera, esa noche fue la peor de toda su vida.

A la mañana siguiente, una voz dulce y sincera lo despertó, era una mujer, bella por el grosor de su voz y la calidad de la misma.

Pasaron 4 años y Alicia, como se llamaba aquella mujer de la acera y Michael, estaban casados y con un hijo de 1 año y medio de edad, tenían un buen trabajo y un buen salario.

Aunque a veces  en las noches se preguntaba como estará su padre, y guarda  la ilusión de que algún día se capacite y encuentre soluciones a sus problemas y que dentro de su corazón  halle al fin la paz y así mismo, en el corazón de cada uno de los guerrilleros, para poder poner fin al conflicto armado que tanto daña nuestro bello país, ésa es la esperanza que anhelamos, esa es la mirada hacia la paz.