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Número 17, Abril 15 de 2014
Frank y Sabrina: El Pequeño Gran Circo de París y del Mundo
Mario Lamo Jiménez
Va uno una tarde cualquiera atravesando el Parque Nariño de Villa de Leyva, y de repente ve entre la arboleda,como si fuera un cuento de García Márquez, a una joven que levita y sueña, perfectamente acostada a casi un metro del suelo. Se acerca uno con curiosidad por ver de dónde salió esa magia, y solo entonces distingue la cuerda en la que reposa la chica, como si fuera una hamaca tropical.
Su joven acompañante toca la flauta transversa y recorre con su mirada y con su música el parque. En un árbol, distingo el pequeño letrero, que también aparece como por arte de magia, una vez que uno divisa a los personajes: ”Hoy, Circo, el espectáculo ‘Sueño de una *’, 5 y 6 P.M.”
Los niños empiezan a arremolinarse y a preguntarse qué hace esa joven durmiente acostada en esa cuerda que le sirve de cama, y lo más intrigante de todo, ¿cómo hace para no caerse?
Se tratan de Frank y Sabrina, artistas callejeros del circo, que por indicaciones de un amigo colombiano, se escaparon del frío invierno parisino para llegar a Colombia. Directamente de Francia a Bogotá, y de Bogotá a Villa de Leyva. Pero para llegar a acostarse en esa cuerda, Sabrina estudió por largos años baile, teatro y acrobacia en una de las mejores academias de Francia: la “Academie Fratellini”, regida por la hija del legendario personaje de circo, Paul Fratellini (http://www.academie-fratellini.com). Se conoció con Frank hace cosa de un año, e inmediatamente empezaron a montar su espectáculo circense. Frank es músico y actor y está participando en Francia en el montaje de un libro de Víctor Hugo, ¡para el teatro callejero!
Entonces, se pregunta uno, ¿cómo se atreve un par de franceses a traer el realismo mágico al mismo Macondo? ¿No será una gran herejía? Esa misma pregunta les hago, mientras posan para una foto en una de las poco cómodas bancas de piedra del parque, donde Sabrina, con su elasticidad, apenas nota la diferencia con su cómoda cama. “¿Macondo, qué es eso?”, me responden, lo cual hace aún más mágico su espectáculo.
Mientras Sabrina sigue durmiendo tranquilamente en su cuerda floja, Frank va a la Plaza Mayor, acompañado de su saxo tenor, de sus pantalones verdes con cargaderas rosas y su chaleco blanco con flores verdes y rosas. Sabrina continúa casi flotando en el aire de Macondo. Diez minutos después, Frank regresa seguido por una docena de niños, como si fuera el Flautista de un Hamelin de los Andes.
Los niños se sientan atentos en el pasto para ver el espectáculo. Frank y Sabrina han convertido el parque en un fascinante auditorio, donde una cuerda floja y un tutu amarillo y gaseoso, marcan el escenario.
“Vengan toros al circo”, dice Frank con su acento francés. Los niños lo corrigen, “no se dice ‘toros’ sino ‘todos’”. “Ah, ya entiendo”, dice Frank, “vengan toros al circo”, repite. Después de otro par de intentos fallidos, los niños se ríen a carcajadas, pero terminan gritando a coro con Frank: “Vengan todos/toros al circo”.
Entonces comienza el espectáculo, aunque ya había comenzado desde que Frank y Sabrina se conocieron hace un año, o desde que simplemente abordaron el bus para la Villa.
La bella durmiente duerme en su cama de hilos trenzados, mientras que Frank, sentado como un encantador de serpientes, debajo de ella, con su flauta, da las primeras notas que traerán a vida a la doncella. Como en los buenos cuentos infantiles, las maravillas empiezan a pasar, pero en vivo y ante los ojos admirados de adultos y niños, pero principalmente niños, que no despegan los ojos de la pareja encantada. Ella se va despertando lentamente. Primero es una mano que cuelga, luego la otra, se despereza, dobla una pierna, luego la otra… nadie soñaría como se despierta y se levanta alguien que duerme en una cuerda floja. Tal vez sea la luz tenue de la tarde, la música suave de Frank o la energía de todos los niños extasiados lo que hace el milagro, pero Sabrina, sin apoyarse en absolutamente en nada más que en sus piernas prodigiosas, se levanta y se para en la cuerda floja.
Lo que sigue es pura fantasía, más que caminar en la cuerda floja, Sabrina flota, parece hecha de nube o de pájaro, y las notas de Frank la ayudan a balancearse, a resbalarse, ¡incluso a agarrarse de una cuerda imaginaria para balancearse en su cuera floja!
Sabrina y Frank van creando la obra a medida que la improvisan, ninguna presentación es igual a la anterior. En la segunda presentación de la tarde, Sabrina da unos saltos acrobáticos que la hacen pasar por encima del público de niños… sin contar con que un agujero en el parque está lleno de agua y allí cae uno de sus pies. Se quita el zapato, la media y retorna al escenario, como si nada hubiera pasado. ¡El circo tiene que seguir! Pero, como en todo espectáculo debe pasar algo más inesperado, un perro husmea por el improvisado escenario, y de repente, ¡decide robarse la media mojada de Sabrina! Se escapa con su presa, ya va parque abajo… sin contar con la velocidad de los niños que salen a perseguirlo… segundos más tarde, los niños devuelven la media a su propietaria, mientras que el perro con alma de circo no se aguanta las ganas de regresar por un momento para compartir la magia.
Cae el telón imaginario, los niños aplauden a rabiar, el perro rabia sin aplaudir, y Frank, pasa su sombrero de lana boyacense, “porque el circo es gratis, pero los artistas de algo tienen que vivir”.
“La diferencia entre Francia y Colombia, además del frío en esta época”, dice Frank, “es que aquí cualquier parque es un escenario, mientras que en Francia para todo hay que pedir permiso, y además, jamás habría niños solos asistiendo a un espectáculo”.
Sabrina sentada en su banca de piedra, me cuenta al final cómo cosió la ropa de ella y la de Frank. Todo combina, como sus vidas, y se puede usar al derecho y al revés.
“Y, ¿Frank también cose?”, le pregunto a Sabrina. Ella no encuentra las palabras en español para explicarme lo que hace Frank, pero, como buena actriz, pronto me dice con gestos: “Él es el que plancha la ropa”.
Frank y Sabrina son una pareja artística genial, cuyo circo tiene el nombre del lugar al que llegan, y para la función de hoy, fueron simplemente, “El Pequeño Gran Circo de Villa de Leyva”.