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Número 5, julio 5 de 2013

 

Fernando Gómez: El agua sin la cual no hay vida

 

(Primera Parte)

 

 

Mario Lamo Jiménez

Fernando Gómez nos narra con pasión y con orgullo una historia por la cual todos los leyvanos deberían sentir el mismo orgullo. Es la historia de un elemento, sin el cual, ninguno de nosotros estaría aquí: el agua, y, además es la historia de la gestión de un acueducto que logró preservar la microcuenca de la quebrada Chaina y proveer de agua potable a miles de usuarios, y de la cual él fue un importante artífice.

En esta parte, Fernando nos cuenta cuál era la situación que se vivía en el campo al inicio del proyecto que unificó los acueductos veredales, y cuáles era los peligros ambientales y conflictos entre vecinos que amenazaban con una guerra por el agua.

“Antes de empezar teníamos cinco acueductos que surten a 8 veredas de las 12 que tiene Villa de Leyva, cubrimos entonces un sector bastante significativo, los cinco acueductos eran independientes. Encontramos que debido a la escasez del agua, sobre todo en épocas de verano, apocaba el agua y había una típica guerra de vereda, en la que un fontanero llegaba a las 5 de la mañana y otro estaba escondido detrás de un árbol y tan pronto el otro bajaba, venía y le tapaba el tubo… la situación se estaba poniendo bastante delicada, ya que como sabes, por el agua la gente se desespera y pelea.

Por esa época empezamos a acudir a Corpoboyacá, que es la entidad que da las concesiones de agua para cada uno de los acueductos. Pero la situación estaba muy delicada, cuando eso coincidió con que nos convocaron de la Alcaldía que nos propuso colaborar en un proyecto diseñado por el Instituto Humboldt. Este proyecto era uno de 25 para el manejo del medio ambiente en Villa de Leyva. Esto se vino a formular de 2000 a 2004, fue un estudio bastante concienzudo en el que intervinieron biólogos, meteorólogos, geólogos… era para vendernos la idea para colaborar con dos fórmulas, una para asociarnos, dos para hacer un piloto de una modalidad de manejo del medio ambiente que se llama “Pago por Servicios Ambientales”, o sea “PSA”.

Antes de que existiera esta modalidad, que ya se había practicado en otros países, el manejo de las zonas sensibles del medio ambiente a las actividades agropecuarias era antes coercitiva. Por ejemplo, si en Villa de Leyva bajaba un campesino con un burro cargado de madera, se le decomisaba, y algunos iban a parar a la cárcel. Esto causaba mucho resentimiento entre los afectados, ya que ellos siempre habían disfrutado de abundancia, era gente que toda la vida había vivido en un cerro y la abundancia de recursos era tal que no se sentía el daño. Ahora, con el crecimiento de Villa de Leyva, entonces, esas fuentes aguas arriba son vitales para la gente que está aguas abajo, cual es el caso de Villa de Leyva.

Estos campesinos son muy tradicionales y les costaba mucho cambiar. Se resentían mucho y se volvían enemigos absolutos de todo lo que representara autoridad o gobierno. Hacían cosas hasta irracionales, cono tomarse una cerveza un sábado e iban y le prendían candela al cerro, para hacerles daño, según ellos, a los que les habían decomisado la madera o metido injustamente a la cárcel. Ahí perdíamos todos, incluidos ellos mismos.

Esta modalidad de “Pago por Servicios Ambientales” es llegar con ellos a un arreglo, después de un estudio del rendimiento de la tierra en que ellos estaban. Se medía el costo-beneficio de las cosechas que ellos tenían o de los ganados que pastoreaban, y se les ofrecía un poco más de lo que ellos estaban obteniendo por eso, y a cambio, se los tenía como amigos para que esos predios que ellos estaban explotando se recuperaran de una forma natural y de esa manera mantener y preservar la microcuenca y las fuentes de agua de la quebrada Chaina. Esto fue a finales de 2005. La microcuenca tiene unas 550 hectáreas, es relativamente pequeña, pero es una fuente hídrica importantísima, para que cubra 8 veredas. Esa microcuenca es muy frágil y es vital. Fue así que nos reunimos los presidentes de los acueductos y llegamos a la conclusión de que en lugar de estar ocupados en peleas desgastantes e inútiles y hasta peligrosas, lo que teníamos que hacer era encontrar la razón de la escasez de agua y cómo se podía mejorar ese caudal.

La escasez se debía entre otras cosas a que el ambiente es muy frágil. Por ejemplo, la ganadería compacta los suelos, y ya que es un terreno bastante inclinado, eso ocasionaba derrumbes y cuando llovía, el agua se desbordaba. Teníamos ganadería, agricultura y tala, las tres cosas más destructivas combinadas.

La Alcaldía nos llamó porque un funcionario del Instituto Humboldt que se llama Carlos Andrés Borda y que ahora trabaja para el Ministerio del Medio Ambiente, tuvo la paciencia de hacerle la antesala al alcalde de la época por tres meses y cuando pudo entrar a verlo, pudo mostrarle de qué se trataba el proyecto y el alcalde tuvo el acierto de comprender la importancia del mismo y le dio el aval administrativo del municipio. Eso era importante porque los funcionarios del Instituto Humboldt en las visitas de campo, habían encontrado en muchos casos abierta hostilidad. Mujeres funcionarias habían sido recibidas con amenazas y machetes. Al llamarlos de la Alcaldía Municipal y escuchar a los funcionarios de Parques, de Corpoboyacá, del Instituto Humboldt… y de escucharnos a nosotros, le daba respaldo al proyecto, ya que también se necesita la voluntad política y eso se logró, incluso de convencernos a nosotros de que había que trabajar juntos para mejorar la situación en vez de empeorarla. Todo esto se conjugó y formamos la asociación en noviembre o diciembre de 2005, y los resultados afortunadamente han sido, modestia aparte, espectaculares. Cuando nosotros empezamos, el máximo histórico en época de invierno era de 20 litros por segundo. En 2011 llegó hasta 80 litros por segundo. En épocas de meses de sequía, que fueron relativamente cortos, cuando el caudal se secaba, lo menos que llegamos a tener fue 12 litros por segundo, no tuvimos racionamientos como antes. Eso empezó a llamar la atención sobre el proyecto a niveles a los que no nos imaginábamos que llegara, no solo en el ámbito nacional, sino en el ámbito internacional.

Como el proyecto fue exitoso, entidades aquí en Colombia han tratado de replicarlo, como la Federación de Cafeteros en el eje cafetero, entidades que manejan el medio ambiente en Nariño, aquí ha venido gente del Valle del Cauca, de España, Suecia, Francia… el proyecto generó otro proyecto importantísimo en nuestro vecino municipio de Chíquiza, en San Pedro de Chíquiza, donde nace el río Cane, que allá se llama Cane-Iguaque, es el que baja por el Boquerón de Cane y el Canal de los Españoles y es el que le da agua a Villa de Leyva urbana y a tres veredas más que son bastante importantes”.

CONTINUARÁ