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Número 15, Febrero 15 de 2014

 

 

Un poema de Víctor Paz Otero

 

 

      

 

El comité editorial de www.villavivavive.com le da la bienvenida al escritor y poeta Víctor Paz Otero como colaborador de nuestras páginas.

Su amada compañera Dora Jaramillo Campo, falleció el 27 de diciembre de 2013.
Muy sentidas condolencias para Víctor.

Dos días antes, él le escribe estas líneas:

 

Siempre lo supe al encontrarte:
Los dos nacimos el uno para el otro
Y ahora con el paso hermoso y continuo de todos estos años compartidos
Ni a ti ni a mí nos caben dudas
De que los dos nacimos el uno para el otro.

Hemos vivido todo en este tiempo:
El amor sin máscaras, la tibia transparencia de los días;
La incertidumbre a veces de algunas horas que seguramente fueron grises y sin alas.
Me enseñaste el esplendor de lo sencillo.
Las espléndidas mañanas del verano: la alegría.
Y también me enseñaste a conversar con la tristeza
Cuando venía de visita con las amables lluvias
A nuestra casa de jardines y metáforas.

Soportaste y entendiste mis inviernos
Así como mis pequeñas temporadas en el oscuro infierno.
Descifraste y mitigaste el caos de mis delirios y locuras.
Pusiste hermosas flores en mi alma al intuir que por momentos podría estar vacía.
Has sido y serás siempre bálsamo en todas mis heridas.
Has derramado en mí tu ternura

Como el agua.
Nunca jamás me has amado con rutina.
Has creído con fuerza incorruptible en mis poemas
Y junto a ti convertimos en libros nuestros sueños compartidos.
Recuperaste para mí la fe perdida.

Te has ido metiendo y fusionando en forma tan callada y delicada
Con la música secreta de mis huesos
Y has sido tan tibia y tan violentamente generosa con tu cuerpo
Y tan estrafalariamente derrochadora con tu alma,
Que ahora creo que no sólo nacimos el uno para el otro,
Sino que somos sólo uno sin dejar de ser nosotros.

Me has amado a pesar de lo que digan aquellos seres que han muerto sin haber amado.
Y en este amor indestructible y nuestro que nunca tuvo epístolas,
Me has amado enfermo y también en la alegría.
Y estoy casi seguro, nos seguiremos amando más allá de la sonrisa inexorable que en nuestras vidas escribirá la muerte.