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              DOCE LENGUAS DE CUENTO

  

Pacho Centeno

     

Ya llega el Festival Iberoamericano de Cuenteros “Abrapalabra” en su duodécima versión. Como todos los años, los organizadores esperan que el público de Bucaramanga se convoque alrededor de esta importante fiesta de la cultura que celebra la narración oral de cuentos en el mundo, y que está en mora, por parte de las instituciones oficiales, de ser declarada patrimonio cultural de la ciudad. La imagen del festival fue diseñada por el Maestro Jorge Mantilla Caballero y el eslogan será “Doce lenguas de cuento”, pues doce son los invitados especiales para este año.

Contar cuentos es un oficio antiguo, tan antiguo como el hombre mismo. El hombre ha contado cuentos desde siempre para provocar la reunión y el acercamiento con los otros, o para acercarse a los misterios del universo en un intento por develarlos. Contar cuentos es un arte, pero también es la exaltación del fenómeno de la comunicación en su forma más simple, aquella que nos permite ser personas y convivir en la diferencia con el otro. ¡Qué otra cosa es contar cuentos sino un diálogo ampliado del cuentero con su público! A través de los cuentos se contraponen las ideas y las diversas maneras de percibir el mundo y la vida misma. Al narrarlo, el cuentero convoca su cuento y éste al cuento de cada uno de los presentes, y se puede estar de acuerdo o no, pero si el cuentero es bueno, su historia será respetada y escuchada, y a medida que la enuncia cada uno de los asistentes estará también escuchando su propia historia en diálogo con la historia del cuentero.

Hace poco ví a un cuentero que contaba la historia de su primer amor, y a medida que la narraba se iban escuchando suspiros en el público. No sólo de mujeres a quienes la naturaleza les otorgó el don de suspirar con mayor facilidad, sino también de hombres hechos y derechos a quienes aquel relato les traía profundas nostalgias y recuerdos imborrables. Era evidente que allí se estaban contando múltiples historias de manera simultánea. Esto me lleva a pensar que quizá esta sea una de las grandes motivaciones que tienen las personas que asisten a los espectáculos de cuenteros: a lo mejor el cuentero les cuenta su propio cuento.

Todos somos cuenteros de una u otra forma. Todos hemos echado el cuento en algún momento. Sin embargo, de lo que se encarga el Festival Iberoamericano de Cuenteros “Abrapalabra” es de mostrarnos cada año a aquellos cuenteros que hacen del hecho de contar cuentos un acontecimiento artístico, escénico y excepcional. Hay muchos cuenteros en el mundo trabajando por recuperar este maravilloso oficio, y muchos festivales y muestras que les permite encontrarse. El de Bucaramanga es un festival que se ha ganado un enorme prestigio en el mundo de los contadores de cuentos. Cuentero que se respete sueña con ser programado en “Abrapalabra” para contar con el público de esta ciudad, catalogado por ellos mismos como el mejor del mundo en el arte de escuchar. Para ese público, “Abrapalabra” ha seleccionado para este año a un grupo de los mejores cuenteros nacionales e internacionales. Además de Colombia, participan de la presente versión cuenteros de España, Brasil, México, Ecuador, Cuba y Argentina.

Una de las figuras más destacadas del grupo de participantes es el actor y dramaturgo gallego Cándido Pazó, considerado uno de los tres mejores cuenteros españoles. Cándido es dueño de un exquisito humor escénico y del estilo característico de los contadores de su tierra: contar historias a través de otras historias. Su desparpajo es tal que nos hace sentir el ambiente tabernario de los puertos de la costa de Morte, allí donde se creía que quedaba el fin del mundo antes de que los avezados navegantes demostraran lo contrario. Cándido es un personaje de Galicia, en donde ha cosechado innumerables e importantes premios de las artes escénicas españolas.

Este año es la primera vez que Brasil participa en la historia del festival, y lo hace con una de sus más destacadas narradoras orales: Benita Prieto. Esta carioca siempre está de fiesta dentro y fuera del escenario, pues lleva en la sangre la alegría propia de este hermoso pueblo que es mucho más que samba y ‘futebol’. Otro que nos acompaña por primera vez es el mexicano Jermán Argueta, un concienzudo investigador de las tradiciones orales de su país y un recopilador juicioso de la memoria urbana del D.F. En calidad de antropólogo, Jermán se metió en el mundo de las prostitutas del barrio Las Mercedes a quienes enseñó a contar cuentos a través de talleres de resocialización. De ese trabajo surgió el espectáculo que presentará en “Abrapalabra”.

 

El festival también servirá para volver a contar con tres excelentes narradores que han participado en versiones anteriores: Raymundo Zambrano de Ecuador, José Campanari de Argentina y el cubano Pedro Mario López. El año pasado, caminando por las calles de Guayaquil con Raymundo, una mujer se le acercó y le dijo en tono muy serio: “Usted es malo en la vida real”. Yo le pregunté al Raymundo que si tenía algún problema con aquella mujer, y éste me dijo que no, que lo que pasaba era que él hacía un programa en la televisión ecuatoriana que se llama ‘La vida real’, y que casi siempre tenía que hacer papeles de malo. Raymundo también es humorista; con su amigo y colega Lucho Mukay protagonizan el dúo ‘Tuco y Manuco’, una especie de ‘Tola y Maruja’, pero a la ecuatoriana.

En cuanto a José Campanari, se le reconoce como uno de los mejores cuenteros argentinos. El humor de Campanari interpela la inteligencia y el buen gusto, y  su finura y pulcritud nos recuerda al emblemático grupo de comediantes argentinos ‘Les Luthiers’. Por su apretada agenda de presentaciones, Campanari reside actualmente en Europa.

Pedro Mario López acaba de presentarse como invitado en el Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá. Es un cuentero clásico que proviene del movimiento de narración oral escénica fundado por el Maestro Francisco Garzón Céspedes. Sus narraciones son impecables tanto en la forma como en el propósito de los relatos, lo cual no le resta capacidad para divertirnos durante el tiempo que permanece en la escena.

Con respecto a Colombia, este año el festival ha querido rendir homenaje a la oralidad de las costas, por eso sus invitados nacionales provienen de pueblos y ciudades de las regiones pacífica y atlántica de nuestro país. Si algo caracteriza a estas dos zonas es el realismo mágico presente en el relato, ese que llevó a Gabriel García Márquez a ocupar el sitial más alto de la literatura universal. Al margen del discurso literario, el realismo mágico es una característica innata del modo de vida de los habitantes de las costas colombianas; en esos lugares se vive como se cuenta y se cuenta como se vive.

Basta escuchar a la escritora y narradora Amalia Lú Posso para sentir y entender la cadencia del currulao, el ritmo fundamental del pacífico, y la sensualidad que brota de los negros y las negras del Chocó cuando lo bailan; dependiendo de donde lleven el ritmo los bailadores, allí Amalia hará surgir un relato extraordinario lleno de erotismo y buen humor. Igual pasa con los relatos de Mauricio Linares, quien viene de Buenaventura para contarnos lo que pasó aquel día que La Virgen estuvo en el puerto enloqueciendo a los estibadores y marineros. O Alberto Borja, ese curtido actor cartagenero que ha estado en un buen número de películas colombianas, pero que no por ello ha dejado de hacer lo que más le gusta: contar cuentos; pero no de cualquier manera, sino con esa alegría propia de quienes tuvieron la fortuna de haber nacido mirando hacia El Caribe.

No podía faltar Reynaldo Ruíz, un sabanero de Córdoba, quien se ganó el apelativo de “rey del costumbrismo”, y que nos recuerda al “flechas”, ese personaje que hiciera famoso la pluma de don David Sánchez Juliao, otro de los grandes escritores costeños. Completa el grupo de colombianos, Manuel Sánchez, un barranquillero por adopción, encargado de deleitar a los niños de los colegios en donde hará presencia el festival; y Nicolás Lubo, un guajiro que heredó de las matronas ‘guayus’ el oficio de contar historias.

El festival promete ser una bonita fiesta como todos los años y la refundación del propósito de hacer de la cultura un acontecimiento en la ciudad. Que no se lo cuenten.