Gustavo Enrique Ortiz Clavijo
Creo que sería mucha tinta algo tonta discutir sobre la coyuntura ya decidida a gobernar los siguientes años políticos en Colombia. Me queda una verdad que pongo a consideración: Estamos en país sin imaginación. Y pongo a citar que el último de los imaginadores fue el humorista político y abogado Jaime Garzón. Ya veo cercano, para otra fecha de conmemorar su asesinato, algún video a recordar, comentarios de amigos y la incapacidad de la Justicia para resolver el caso. La fiesta de la nostalgia y la circunstancialidad, pero formulo una pregunta - que para algunos será como una afrenta-:¿Dónde está compilada en forma crítica la herencia discursiva de Jaime?.
Antonio Morales en un texto que publicó la revista Número es contundente en mostrar el eje transversal que nos heredó Jaime a nosotros y a la historia colombiana: "Jaime criticó el poder, símbolo del padre autoritario que nunca tuvo. Y lo criticó no sólo para ejercer el derecho a la irreverencia sino, precisamente, para parecerse a él. Al padre, al poder, al éxito. Ese álter ego del padre ausente lo acogió, le dio triunfos y una identidad. Pero el poder, en una simbiosis tragicómica, finalmente se devolvió contra él". Una gran verdad y un gran chantaje se pone al descubierto, los imaginadores son capaces de hablar con Dios y con el Diablo, de moverse no en unos límites físicos y sociales, sino en los que su discurso impone. Pertenecer al poder pero a la vez criticarlo, y al ejecutar ésto tratar de transformarlo.
Se hace conveniente revelar que seguimos en una discusión que pasó por Kant y Foucault, la que nos daría mayores luces sobre el rol del imaginador; ¿Qué es la Ilustración?. Kant la sentencia de la siguiente manera: "La Ilustración es la salida del hombre de su condición de menor de edad de la cual él mismo es culpable. La minoría de edad es la incapacidad de servirse de su propio entendimiento sin la dirección de otro". Creo que a pesar de que la vida, personajes y discurso de Jaime están enraizados con una coyuntura histórica espécifica, en el fondo discute sobre esos entramados simbólicos que sentía dentro de la sociedad colombiana. Una formación católica desde la familia y la inevitable fuerza de la izquierda en las aulas de la Universidad Nacional, van a crear un nuevo Camilo Torres- quizá a algunos moleste, es mi criterio-, un abogado con chispa que se verá reflejada en sus primeras apuestas dentro de La Nacho como el Movimiento Rotundo Vagabundo y lo que ya en TV serían Zoociedad y Quac- su más bella herencia. Alguien que divisó en su ejercicio de imaginador la mejor forma de darse a los demás, de colaborar con un mundo mejor. Ya vemos que a eso siempre le ha tenido miedo la sociedad colombiana, que prefiere la tranquilidad de una realidad reality por encima de un nuevo país para pensar.
Jaime Garzón fue consciente del inevitable rol público del crítico, del que imagina. Antonio Morales en su texto sobre Jaime -una muestra de inefable amistad- lo potencia al respecto: "Garzón trabajaba con el gobierno en el desarrollo de esta Constitución y en Zoociedad defendía ese proyecto mientras criticaba los grandes vicios de la política colombiana: clientelismo y corrupción. Sin embargo, sus sátiras se concretaban más en torno a la vida de la sociedad y no sobre la política misma."
He aquí un discurso que despega más allá de la situación y algunos personajes de la sociedad de los 90´ y pone a temblar las estructuras del ritmo de vida moderna, del individuo en sí. Michel Foucault define la labor de la crítica al tratar de responderse por la Ilustración: "La crítica es el análisis de los límites y la reflexión sobre éstos". Jaime supo pasar más allá de sus límites y estaba dispuesto a renovarse, tanto que fue incluso servidor público -alcalde menor-. En el artista el poder la política es inevitable ya que pone en cuestión la realidad que siente, vive. Entendía que debía transponer su discurso más allá de un efecto televisivo y de moda, ser alguien de un momento, a ser alguien que transformara ese momento. Pero creo que lo estamos olvidando y se hace necesario rescatar de manera responsable y académica su legado como humorista, no puede ser que su nombre se restringa a la lista de periodistas asesinados en los recientes años. Fue algo más...
Quac- fue la cumbre de su rebeldía- y Diego León Hoyos como un cómplice dilecto; en la sombra, Antonio Morales, fueron los posibilitadores de la mayor desinformación de Colombia y el Mundo, un espacio curiosamente financiado para la TV por "la familia Pastrana". Ésto me da entender la contundencia de la voz de Jaime que podía sentarse a cualquier mesa, con la prestancia y verosimilitud de sus creencias, lograba lo que fuera. La capacidad de sentarse a manteles con quien fuera es la señal de aquellos que saben poner en riesgo, hacer temblar los entramados simbólicos de una sociedad. Mientras, la realidad de éstos años, nos habla de un humor como el de Díaz Salamanca en radio o en televisión con La Banda Francotiradores, que no pasa de ser un espacio para tranquilizar nuestra minoría de edad, apaciguar las rebeldías y mantener una falsa calidad de vida, quitarnos los miedos alimentados de la circunstancialidad, mientras usted Maestro -Jaime- siempre los batalló. ¿Quién fue su asesino? Fácil, un país sin imaginación. Vivimos una época globalizada ilustrada pero no una época de verdadera ilustración.
El ethos y la actitud del imaginador moderno fueron señalados desde Baudelaire y Foucault, entre varios y Jaime Garzón fue responsable con cumplir ese papel histórico; pasar de ser un puro contemplador, ser alguien con la suficiente imaginación para inventarse y transformar el infierno de los otros. No se necesitan muchas líneas para abducir que a ésto no le apuestan las mayorías en Colombia. Este texto lo dejo como mi carta de protesta con la historia actual colombiana y como mi fidedigna adhesión a buscar imaginadores.
PD. No le demos espacio a la verdad del señor Escobar y sus ubérrimos amigos. El pasado de este país ya se sabe en el silencio u olvido de la memoria. |