INVITADOS A ALMORZAR
o Molinos de viento
Escena teatral sin actos o desacatos
Mario Lamo Jiménez
La sala de una casa de familia del barrio La Concordia de Bogotá. Bernardo y Mario juegan ajedrez en la sala. Por la puerta de la misma vemos a Rafael en el patio, tratando de hipnotizar un pollo.
Bernardo: Estos ajedreces ahora los hacen tan realistas que el rey se acaba de tirar un pedo.
Mario: Jaque.
Rafael: (Agarrando al pollo por las alas y mirándolo fíjamente)
Duerma profundamente, los párpados le pesan...
Bernardo: No es justo, ese caballo estaba cojo, y así quién no se lo come.
Mario: O se concentra o pierde la dama.
Bernardo: No me importa, yo no soy celoso, soy un tipo muy liberado.
Rafael: (Con grandes alaridos) ¡Ayayai!, ¡ayayai!, ese pollo gediondo me picó un ojo.
Bernardo: (Cantando) Disfrázate de maíz pa'que te piquen los pollos, pa'que
te piquen los pollos.
Mario : Jaque mate....
Bernardo: No se puede confiar en usted, se descuida uno, y ahí mismo es a ganarme
la partida.
(Suena el teléfono, Mario contesta, Bernardo y Rafael empiezan una nueva partida de ajedrez. Rafael se rasca un ojo.)
Mario: Aló.
Voz de mujer: ¿Con quién hablo?
Mario: 832902
Voz: ¿Amparo está?
Mario: No, ¿quiere dejarle alguna razón?
Voz: Mirá, ¿me podés decir que dirección tienen allá?
Mario: Mire, llámela después que ella no está ahora.
Voz: Un momento le paso al Dr. Salazar.
Voz de hombre: Se trata de lo siguiente: La señora Amparo pidió una cita para un empleo y mi secretaria quiere entrevistarla esta tarde, para lo cual queremos confirmar la dirección. ¿Es carrera quinta…?
Mario: |
No, carrera 2 #13-80 |
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|
Voz: |
Ah, carrera segunda. (Cuelga) |
Mario: |
¡Aló! |
Bernardo: |
¿Quién era? |
Mario: No sé, pero me pareció una llamada muy sospechosa.
II PARTE
La misma sala. Sentados frente al público en el orden que se enuncia, se encuentran Alexandra (entrada en años, muy alta, de pelo cano), su hija discapacitada, María Angélica (de unos veintitantos años y parecida a la mamá) y el Dr. Salazar (un anciano de baja estatura quien parece dormitar.) De espaldas al público se encuentran: sentado en una silla Bernardo y en un sofacito Rafael y Amparo.
Alexandra: Pues sabés que al fin encontré un molino con las especificaciones que necesito. Mirá que ahora los tienen para moler piedra y les queda finitica, a éste, sin embargo le tengo que cambiar unas cribas que están perforadas.
(El Dr. Salazar se despierta y saca un cuadernito arrugado del bolsillo y dibuja rayas con un esfero, la hija lo mira y se ríe. El teléfono timbra y Amparo se dirige a una mesa cercana a la puerta que da al patio para contestarlo.)
Alexandra: Muele 30 toneladas diarias en jornada continua, claro, mi ideal eran las cincuenta toneladas pero no se consiguió con mayor capacidad.
(Mario entra en escena y se acerca a Amparo. Le pregunta en voz baja.)
Mario: Amparo, ¿quién es esa gente tan rara?
Amparo: Es una señora que conocí visitando a una amiga en la cana. Ahora entra y los saluda.
Mario: ¡¡Están como para escribir una obra de teatro!!
(En la sala principal)
Alexandra: Ernestina es una persona honesta, pero le falta mi imaginación para los negocios. ¡Es que tener ese molino sólo para moler piedras! Pero si la piedra la deja tan bien, ¡qué no hará con la cáscara de arroz!
(Entran a la sala Amparo y Mario)
/
Amparo; Les presento a mi hermano Mario
Alexandra: Ah, sí claro, el de los poemas. ¿Tú estabas en los Unites, no?
Dr. Salazar: Yo ya te había visto, esa carita es muy conocida.
(Se dan sendos apretones de mano, Mario se sienta en la silla con Bernardo.)
Amparo: Voy a revisar el almuerzo, ya vengo. (Sale de escena.)
Alexandra: Es que este negocio lo vengo planeando, desde hace más de
5 años, y ahora con esta oportunidad lo vamos a echar a marchar.
María A : No mami, ¡eso no as así!
Alexandra: Cállate nena, que te due1e la boca cuando hablas. Pensar que ella era normal hasta que le dio esa enfermedad. Yo ya tenía todo listo para instalar el molino, cuando me tocó invertir toda la plata internando la niña en la clínica.
Dr. Salazar: (Sacando un aplastado paquete de cigarrillos Pielroja.) No les ofrezco porque es e1 último que me queda.
Alexandra: Todavía no han podido encontrar qué es lo que tiene. La llevé al hospital San Ignacio y allá pensaron que tenia una infección en las encías y le sacaron todos los dientes de arriba, pero tan de malas que no era eso.
Dr. Salazar: Yo sí 1e he dicho qué es lo que tiene; el problema se arregla
con la droga que le receté.
Alexandra: No me diga. ¿Y usted cuándo le dio esa droga?
Dr. Salazar: ¿Cómo cree que hizo ella para llegar hasta esta casa?
María A: Caminando porque no había para el bus.
Alexandra: Purina me dijo que me compraba toda la producción y que me pagaba un año por adelantado. Ustedes saben, la mayoría de los insumos para los alimentos concentrados se están importando. Mi meta es exportar a Venezuela, Ecuador, Perú y
claro está, a Chile.
(Entra Amparo en escena.)
Amparo: El almuerzo está listo.
III PARTE
Los personajes se sientan en una mesa redonda en el siguiente orden: Dr. Salazar,
Amparo, Alexandra, Bernardo, María A, Rafael y Mario
Alexandra: (Sirviéndose un gran plato de ensalada)
Estudios científicos han comprobado que los chinos y los japoneses sí son gente muy inteligente. ¿Ustedes sí saben por qué hay tantos chinos en la China y tantos
japoneses en el Japón? (Engullendo un gran bocado) Es porque se reproducen como conejos, y mirá que son gente bien alimentada. (Mastica fuertemente y se sirve un vaso de agua. Sorbiendo.) Yo he estudiado mucho esos países. Mirá que tienen una bebida, el sake que preparan de arroz, (Se sirve arroz de una horma) pero ellos no le quitan la cáscara al arroz como éste que nos estamos comiendo. (Se sirve otra porción y habla con la boca llena.) Ahí está el secreto. Ahora, eso es lo que pretendo usar. Llevo al laboratorio de Purina la harina de arroz y la harina de cáscara de arroz, me la analizan en el laboratorio, yo las marco A y B, y claro, me dicen la harina B es mucho más rica que la harina A. (De una sartén se sirve un par de huevos fritos.) Me preguntan que dónde conseguí esa harina, (masticando como si fuera el último huevo que quedara en el planeta) yo les digo que es de Saldaña, Tolima, pero claro, el secreto es la cáscara de arroz. (Suelta un sonoro eructo.)
María A.: No mami, el huevo no me lo como que me desbalancea el metabolismo.
Rafael: ¿Quién se quiere comer el huevo de Angélica?
Alexandra: Es la albúmina lo que le cae mal a la nena. (Se limpia los dientes con un palillo.)
Bernardo: ¿Por qué no le saca la albúmina y se come el resto?
Dr. Salazar: A mí no me importa comérmelo
Rafael: No se preocupen que yo hipnoticé el huevo antes de fritarlo y le saqué la albúmina.
(Amparo le pasa el huevo al Dr. Salazar.)
Alexandra: Para encontrar esta fórmula tarde más de un año, trabajando todos los días en el molino que teníamos hasta la una de la mañana. Nosotros éramos dueños de Vita-Arrechalina, pero mirá que nos la embargaron, pero como el banco que nos embargo no hizo nada con la fábrica ni nosotros tampoco, eso ya prescribió. (Sirviéndose una ensalada de frutas.) Lo que necesito ahora es un abogado que se encargue del caso...
Mario: Tocará esperar a que Bernardo se gradúe.
. ' "
Dr. Salazar: ¿En que semestre vas?
Bernardo: En tercer semestre, pero a lo mejor con el consultorio jurídico podemos hacer algo.
Alexandra: No, no, no, porque lo que hay de por medio son millones. Pero bueno, eso ya no me importa porque los planes que tengo son estupendos.
Dr. Salazar: Pero en la imaginación.
Alexandra: Acaso qué cree que fue lo que lleve al laboratorio de Purina, ¿ah? Y si tengo licencia del lCA para producir concentrados no es gracias a la imaginación, antes estaba en cero, pero ahora con el molino...
Dr. Salazar: Está en cero más uno.
Alexandra: ¡Qué va! Si antes doña Ernestina me dijo: “¿Por qué no me pasas la formula?” Yo le contesté: “Si vos me firmás un cheque por un millón de pesos te la paso”, poniendo ese molino vamos a ganar por lo menos, líquidos, 150.000 pesos diarios. Ah, sí no me importa nada, se pueden quedar con la buseta que nos tienen embargada. Yo he hablado mucho con doña Ernestina, claro que ella me quiere mandar pero yo no me dejo, además la he analizado muy bien. ¿Les molesta si repito la ensalada?
María A: Yo también la he analizado y...
Alexandra: Mire nena, si usted no se puede analizar a sí misma mucho menos que va a analizar a los demás. Este negocio es seguro.
María A :Yo quiero que nos devuelvan el cuadro que nos embargaron.
Alexandra: Con mi fórmula secreta las gallinas ponen hasta tres huevos diarios, las terneras entran en celo con anticipación. Ésta sería una de las soluciones al problemas de alimentos que aqueja la humanidad…pero miren que por hablar tanto, ustedes ya están acabando y yo casi no he comido nada. (Dirigiéndose a Mario.) ¿Y tú qué es lo que estudias?
Mario: Antropología
Dr. Salazar: (Sarcástico) ¿Y esa carrera si tiene futuro?
Mario: Futuro no sé si tenga, pero sí tiene mucho pasado.
Dr. Salazar: Pensar que somos descendientes del Papio anubis o del silenus radiatus, ¿tú como antropólogo qué opinas?
Bernardo: Pues por aquí somos descendientes del mico criollo.
Dr. Salazar: (Saca otro paquete arrugado de Pielroja) Perdonen que no les
ofrezca, pero es el último que me queda.
Bernardo: ¿A los concentrados también les echan harina de pescado?
Alexandra: Mirá que eso viene del Perú y lo costoso que sale, mi fórmula va a reducir los costos. Amparito, ¿trabajás conmigo?
IV PARTE
El Dr. Salazar duerme en un asiento, María A. despulga a un gato, Mario clava dardos en un blanco, Rafael retira la mesa, Amparo y Alexandra discuten acerca del negocio, Bernardo barre la sala.
Bernardo: (Al público) Cualquier día viene gente a almorzar y resultamos todos soplando para ver si se mueven los molinos de viento, ¡qué vida! Se aleja barriendo.
FIN