por Mario Lamo J.
ni la risa ni el llanto,
ni lo blanco ni lo negro,
ni el ruido ni el silencio.
Entonces, el Señor de las palabras
levantó una mano y dijo:
“Abrapalabra” y apareció el alfabeto.
Allí estaban, todas las letras, una junto a otra,
esperando a que el Señor de las palabras
les dijera qué hacer.
Entonces el Señor de las palabras dijo:
“Que la P se junte con la A
para poder decir PAPÁ”.
Y aparecieron un papá león,
y un papá conejo
y un papá pájaro
y un papá hombre.
El papá hombre miró a su alrededor y pensó:
“Me siento solo”.
Entonces el señor de las palabras dijo:
“Que la M se junte con la A
para poder decir MAMÁ”.
Y aparecieron una mamá león,
y una mamá conejo
y una mamá pájaro
y una mamá mujer.
“Nos sentimos solos”.
Entonces el Señor de las palabras dijo:
“Que la B se junte con la E
para poder decir BEBÉ”.
y un bebé conejo
y un bebé pájaro
y un bebé persona.
Y el Señor de las palabras vio
como el león rugía
y el pájaro volaba
y el bebé lloraba.
Entonces el señor de la palabras dijo:
“Que la R se junte con la I
y la S con la A
para poder decir RISA”.
Y el señor de las palabras vio
como el león rugía
y el conejo saltaba
y el pájaro volaba
y el bebé se reía.
Entonces el señor
de las palabras puso todas las letras
en un árbol y les dijo
a sus criaturas:
“Pueden usar las letras del árbol
para hacer con él todas
las palabras que quieran,
pero nunca digan palabras falsas
o el árbol no dará más palabras”.
Y el señor de las palabras vio
como el león rugía
y el conejo saltaba
y el pájaro volaba
y el papá, la mamá y el bebé hablaban.
Desde ese momento,
cada vez que una persona quería nombrar algo,
pensaba: “Abrapalabra”,
señalaba el objeto sin nombre
y del árbol de las letras brotaba la palabra
necesaria para llamarlo.
le dio hambre y entonces señaló
una hermosa naranja
y del árbol de palabras
cayeron siete letras
y se formó la palabra N A R A N J A.
Al hombre le dio sed
y señaló entonces
una transparente cascada
y del árbol de palabras
cayeron cuatro letras
y se formó la palabra A G U A.
Y la mujer sintió
que amaba y se señaló el corazón
y del árbol de palabras
cayeron cuatro letras
y se formó la palabra A M O R.
Desde entonces, el árbol nos
ha dado palabras para nombrar
todo lo que sentimos,
ya sea hambre, sed o amor
y el árbol florece y da frutos
cuando nuestras palabras
son sinceras,
pero se amarilla y se deshoja
cuando no hablamos desde
el fondo de nuestro corazón.