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   LA BUENOS AIRES CONTEMPORÁNEA:

          

         VOZ Y PRESENCIA DEL INMIGRANTE      

               MARGINAL EN LA NARRATIVA

                  DE WASHINGTON CUCURTO

                  

                   

ALVARO A. BERNAL*

Washington Cucurto, seudónimo de Santiago Vega, se ha convertido en un escritor y poeta reconocido dentro de las nuevas voces de la literatura argentina. Considerado jocosamente como el “Rey del realismo atolondrado”, Cucurto entroniza la participación del inmigrante trabajador de clase baja dentro de la sociedad argentina, en particular en la ciudad de Buenos Aires. En su obra brillan los nuevos espacios de la capital argentina en la que aparecen ciudadanos bolivianos, paraguayos, peruanos y hasta dominicanos que diariamente luchan por cimentar un lugar dentro de una ciudad cada vez más multicultural y fragmentada. La narrativa de Cucurto enseña una realidad concreta que se observa en ciertos sectores de Buenos Aires y a la vez su estilo es precursor de un tipo de realismo entre hilarante y grotesco. Los personajes que se observan en su prosa están claramente emparentados con la dura vida del inmigrante pobre que llega a Buenos Aires y encuentra un mundo ajeno que por diversos motivos y circunstancias lo rechaza.


Este breve artículo busca identificar algunos de los rasgos distintivos de la prosa del autor y a la vez esos espacios multiculturales con los que la Buenos Aires contemporánea cuenta a partir de la aparición reincidente de este tipo de inmigrante que ha traído toda una nueva cultura a la ciudad y por ende a la sociedad argentina. Igualmente, en Cucurto el lenguaje es un elemento fundamental para entender esta nueva avalancha cultural que hace presencia por medio de este ciudadano inmigrante urbano.


La historia de la Argentina está inminentemente vinculada con la aparición del inmigrante, en particular del ciudadano europeo transterritorializado desde que se asentó primordialmente en la capital, lugar esencial en este proceso. Por motivos económicos principalmente, el país abrió desde entonces sus fronteras a un tipo de inmigrante pobre en su inmensa mayoría que se integraría y participaría de la economía de la nación. La capital argentina fue el destino principal y es desde el siglo XIX que Buenos Aires brilla como una urbe ya multicultural para esa época, un espacio urbano que en ese aspecto aventajaba a las otras capitales suramericanas. A finales de 1800 se acentúa la integración del inmigrante europeo dentro de la naciente sociedad criolla y Buenos Aires avanza notoriamente para convertirse en un centro urbano y cultural, líder único en su momento para la región. Estos fenómenos obviamente se reflejan en las letras y es así como el inmigrante extranjero y sus aventuras en su proceso de adaptación al nuevo país, a la nueva ciudad se leen en la literatura de la época. Según Graciela Villanueva en el espacio temporal comprendido entre 1880 y 1910, la literatura argentina relaciona y narra las vivencias del extranjero en tierra nacionales y de este fenómeno aparecen también dos tesis opuestas en las que se mira al extranjero como una influencia positiva que ayudaría a construir nación y aquella que reza que su presencia es perjudicial y su aparición es una política de estado errática. Dentro de estas dos perspectivas ideológicas que surgen frente a la figura del extranjero en la literatura argentina de esa época, Villanueva nombra algunos autores y obras que ilustran tales actitudes como Bianchetto de Adolfo Saldías (1896), Promisión de Carlos María Ocantos (1897), Libro extraño de Francisco Sicardi (1894-1902) y Los gauchos judíos de Alberto Gerchunoff (1910), textos éstos que brindarían una visión progresista y tolerante ante la incursión del nuevo ciudadano. Por su parte libros como ¿Inocentes o culpables? de Antonio Argerich (1884), En la sangre de Eugenio Cambaceres (1887) y La Bolsa de Julián Martel (1891) ofrecerían una perspectiva xenófoba ante le fenómeno. Finalmente, Villanueva nombra las siguientes obras como aquellas que presentarían una “tesis del crisol de razas”, o sea una visión más balanceada entre las dos perspectivas. En ese marco sobresaldrían textos como La gringa de Florencio Sánchez (1904) y Marco Severi de Roberto Payró (1905), resaltando que esta ideología integracionista y democrática tendría su fuerte en el corpus de sainetes, obras de teatro y narrativas breves, apunta Villanueva. En décadas siguientes la inscripción del inmigrante extranjero en la literatura local continúa y se solidifica la idea de la transformación de Buenos Aires como urbe cosmopolita. Recordemos también que tanto Alberdi como Sarmiento obviamente ven con muy buenos ojos la inmigración europea como camino al progreso y la llamada “civilización”. Son muchos los ejemplos en los que la figura de ese tipo de inmigrante aparece en la literatura argentina, podríamos citar por ejemplo a Roberto Artl, cuyos escritos describen descarnadamente la vida de los recién llegados, su viacrusis tortuoso del desarraigo y la adaptación a la nueva sociedad. En ese camino histórico por la literatura argentina, tendríamos que nombrar también algunos textos de escritores tan reconocidos como Cortázar y Borges.
Todo lo anterior como un paneo general de la aparición del inmigrante dentro de la historia y la literatura argentina y sin duda más que pretender hacer un detallado estudio de ese proceso lo que nos interesa es la representación del inmigrante ahora en la Buenos Aires del siglo XXI a través de la obra de Cucurto. Partimos entonces, de la idea sustentada por el escritor argentino de origen paraguayo quien reclama que la figura del inmigrante pobre de países latinoamericanos, algunos limítrofes, ha sido ignorada o poco nombrada en la literatura argentina. Cucurto en una entrevista publicada en la revista mexicana Destiempos (N.10) habla de la fuerte inmigración paraguaya en Argentina que comenzó a mediados del siglo XX y afirma cómo otros flujos migratorios del continente, algunos de ellos tan exóticos para los argentinos como los dominicanos, han permeado a la sociedad de ese país, en especial a la cultura urbana de Buenos Aires y de cierta manera no han tenido una representación importante a nivel literario. Es significativo mencionar que una temática emparentada con la obra de Cucurto es la del autor Bruno Morales, dinámica que desarrolla en su polémica novela Bolivia Construcciones, (2006).

Pues bien en la literatura de Cucurto sobresale y se prioriza la actividad de ese tipo de personaje inmigrante que hace de Buenos Aires una ciudad cercana al trópico alejándola cada vez más de la imagen europea de siempre. Cucurto despunta con la idea de que la gran cantidad de inmigrantes de estos países le cambiaron la cara a la ciudad muy a pesar de que muchos deseen ignorar esta circunstancia como se lee a través de muchos de sus personajes en sus novelas. Uno de los puntos que remarca el autor es el eslabón de la discriminación racial y social que se vive en Buenos Aires ante este fenómeno y de la cual no puede escapar incluso el mismo escritor por sus rasgos físicos. Ese tipo de discriminación está latente en su obra y sus personajes corren con ese aparente lastre por ser paraguayos o bolivianos. Pero en Cucurto lo verdaderamente interesante es en principio el trasfondo de esa Buenos Aires “bolivianizada”, “paraguayanizada” o quizá hasta “dominicanizada”, y por ende representada en la oralidad por medio de la incursión de un tipo de lenguaje que es una nueva fusión entre el dialecto del español argentino, el lunfardo de siempre, más voces peruanas, dominicanas, bolivianas y guaraníes, e incluso con la poderosa influencia del inglés que parece estar muy presente ahora en el español de Argentina. La otra característica de su narrativa es el tipo de realismo que el autor quiere hacer evidente por medio de una prosa informal, detallista o minuciosa en cuanto a lo que tiene que ver con las aventuras de sus personajes que a pesar de vivir en un medio hostil y racista, son individuos alegres amantes de la rumba, del sexo y la música, ésta última variante toda una temática profusamente desarrollada por el autor. Un realismo que siempre está vinculado con la exageración de la anatomía femenina o con el exceso sexual representado en las mulatas del barrio Constitución o en los travestis de toda la ciudad, o simplemente en las disipadas aventuras amorosas de sus personajes. En cuanto a este tipo de lenguaje desenfadado y sin freno, Beatriz Sarlo en Punto de Vista (N.86) remarcaba la temática del “narrador sumergido”. El travieso narrador en los textos de Cucurto, actúa, se camufla o mimetiza como un personaje más y como afirma Sarlo, dentro de su mundo le acontece todo y ese todo toma una voz que se empapa de lo grotesco, del exceso, de la virulencia de un lenguaje en donde el sexo es el centro, y para referirse a él y a su entorno se usan todas las voces posibles y el imaginario de un tipo de inmigrante que directa o indirectamente tal vez sí celebra su condición y por ende parece feliz ante el espectáculo de su vida marginal.

En la literatura de Cucurto como lo mencionábamos anteriormente, Bueno Aires desaparece como espejo de una París o de una ciudad europea. En ella se observa el collage de la ciudad latinoamericana contemporánea con parches de marginalidad y de vivencia mixta. Los espacios en los que se desarrollan las historias de Cucurto brillan por su multiculturalidad, son áreas esparcidas por toda la ciudad en las que el inmigrante juega un papel preponderante como un elemento que enriquece el panorama y la cultura nacional. Algunos barrios toman protagonismo y resultan ser los enclaves de esa ciudad que parece como alguien decía despectivamente “latinoamericanizarse” cada día más. Atrás quedan los barrios legendarios arbolados y afrancesados como Palermo, Recoleta o toda la bella zona de Barrio Norte. Buenos Aires ahora convive con la fuerza del tradicional barrio Once, en cuyas calles desfilan y caminan raudos ciudadanos bolivianos y peruanos; y aparecen en ellas los restaurantes de comida popular en los que se venden platos de la gastronomía peruana, la gastronomía de la otredad subestimada.
Cucurto por medio de sus personajes y dentro del tejido de su obra siempre invita a una gran celebración o banquete de lo que se ha ignorado sistemáticamente según él mismo lo ha mencionado. Ahora, Buenos Aires por medio de su obra brinda un tributo a lo tropical, a lo indígena, a lo andino. El porteño ahora convive con el sabor que le imprime la cultura de la bailanta (“cumbia argentina”), la cumbia santafecina y villera. Irrumpe también el comercio clandestino de la noche. Constitución vibra, las dominicanas deambulan por las esquinas y en los locales se escucha la música de La Mona Jiménez, de Rodrigo o de Los Mirlos; el merengue dominicano y la salsa del lejano Caribe retumban por cada rincón. La cultura de la bailanta en la que buena parte de la población hoy por hoy de Buenos Aires se involucra y que es un hecho real de la vida nocturna de esta metrópoli, es traída a la literatura por Cucurto con numerosos detalles y descrita de la manera más explicita. La bailanta, el fenómeno urbano de la cumbia, su protocolo, su mundo, escenarios y cantantes; la música de “la paraguayada” como el autor la denota en algunos de sus textos, es una aventura difícil de describir como Cucurto mismo lo ha explicado de viva voz.

Y es que según estudios como los de Jorge Elbaum o Hugo Lewin sobre el tema la bailanta tiene sus orígenes con la llegada de los inmigrantes de países limítrofes que en muchos casos se fueron agolpando en el cono urbano de Buenos Aires y de ahí que muchos de estos centros nocturnos están en el presente esparcidos en los suburbios cercanos a Capital Federal. Se habla también que “en Capital y Gran Buenos Aires ya existían en 1991 alrededor de 40 locales establecidos”. La bailanta entonces con sus variaciones musicales ofrece una alternativa de diversión a un grueso sector de la población que en la mayoría de los casos está relacionada con las capas más bajas de la sociedad. El termino bailantero según Elbaun puede convertirse dentro del lenguaje de la ciudad como una forma lingüística peyorativa e inclusive puede llegar a ser un insulto. La bailanta termina siendo como dice el mismo Elbaum “una fiesta urbana de quienes estando subordinados en una sociedad arriesgan una tímida rebeldía ante su entorno”. Cucurto conoce bien esta fiesta y explota hábilmente esta circunstancia que es una consecuencia de la cultura de sus personajes, de su transterritorialización dentro de la vida urbana de la capital argentina. En Cucurto la bailanta, la cumbia deja de ser un evento que avergüenza para convertirse en una fiesta de identidad, una identidad rebosante de orgullo y de amor por la vida a pesar de las circunstancias que siempre juegan en contra por la condición de ser un inmigrante pobre.
Pues bien, el autor argentino nos ofrece un panorama bien ilustrado de la vida agitada de un tipo de inmigrante algo desconocido en la literatura argentina y lo más importante quizá, un tipo de personaje contemporáneo y muy vivencial como generador o elemento central de toda una ideología urbana. A través de esta representación nos enseña con una prosa acelerada, abrumadora e hiperrealista las circunstancias y aconteceres de sus vidas, sus territorios en la gran ciudad, y por ende la transformación urbana de algunos barrios tan tradicionales como Once o Constitución. Además, Cucurto le imprime a sus textos la fuerza de una oralidad que se escucha a diario en las calles y esquinas de una Buenos Aires cada vez más cercana a la provincia y a la cultura de los países limítrofes de donde provienen estos personajes que transitan entre las páginas de sus textos y el acontecer diario de la ciudad actual. Cucurto juega, enseña y divierte con estas historias hilarantes en las que sus personajes más que víctimas de un sistema, se manifiestan alegres y victoriosos en un tipo de carnaval literario que refleja parcialmente la vida de un tipo de inmigrante inmerso en una megaciudad latinoamericana.

* Profesor de lengua y literatura, Universidad de Pittsburgh en Johnstown, USA.
Ponencia presentada en JALLA 2008, Santiago de Chile.
Versión corta, no se incluyen citas ni bibliografía.